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De la Antigua Grecia a Hollywood: una radiografía de la belleza

Repasamos los conceptos estéticos que han marcado a la humanidad durante el último medio siglo.
dom 21 abril 2024 01:00 PM
foto collage de imágenes de esculturas antiguas de hombres con fotografías de actores recientes
¿Qué es la belleza? Este recorrido histórico por los cánones estéticos nos da una explicación

Aunque la belleza es un concepto con implicaciones distintas para cada persona, es una realidad que desde tiempos antiguos el hombre se ha encargado de estandarizar y delimitar los cánones de la estética según los principios de cada época.

Un ejemplo: los griegos valoraban sobre todas las cosas un rostro simétrico, así como las proporciones armónicas. Sin embargo, personajes como Ryan Gosling demuestran que en el siglo XXI no le damos el mismo valor a lo que a nuestros antepasados les parecía importante. De hecho, este sex symbol está clasificado entre los cincuenta artistas con rasgos faciales más asimétricos de Hollywood, pero también entre los diez más hot.

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Este proceso en el que el ser humano moldea la percepción de lo que es “bello” o “feo” tiene lugar a lo largo de los años casi sin que nos demos cuenta. No solo eso, también es el espejo ideal para comprender lo mucho que hemos cambiado como sociedad.

Somos jueces de la belleza según el criterio de las masas y, lo queramos o no, avanzamos en la misma dirección.

Los estereotipos cambian con las revoluciones sociales, culturales, económicas y políticas que atravesamos en cada momento, con los considerados como “los más guapos” encarnando aquellos valores que nos parecen esenciales. Por ello, nuestras elecciones de arquetipos suelen estar íntimamente relacionadas con el zeitgeist, encargado de dictar lo colectivamente aprobado.

Un viaje que comienza con la armonía y simetría de la Antigua Grecia y que nos lleva hasta la actualidad a través de la influencia del Hollywood del siglo XX.

¿Qué es la belleza? Un repaso histórico

Mientras nos sumergimos en la exploración de los estereotipos físicos del siglo pasado –como Clint Eastwood– hasta que llegamos a las celebridades del momento, como Timothée Chalamet, surge una pregunta inevitable: ¿cuál es la verdadera belleza? La respuesta no es sencilla.

A pesar de todas las transformaciones que hemos vivido a lo largo de los años, la belleza sigue siendo un concepto efímero y subjetivo que desafía la construcción de una definición concreta.

En la fascinante época de del western, Clint Eastwood era el gran ícono, el actor que representaba en la pantalla grande la esencia del hombre recio y valiente. Con su mirada penetrante, Eastwood personificó al vaquero intrépido con una destreza pocas veces vista y con una figura marcada por una ruda masculinidad y una elegancia sin esfuerzo que hizo que se ganara al público. Gracias a esas películas, se convirtió en un referente de la industria del cine, además de consolidarse como un actor legendario.

Ahí están para demostrarlo las clásicas escenas de The Good, the Bad, and the Ugly en las que aparece fumando en el cementerio con su atuendo de cowboy y que dejaron una huella imborrable en la construcción de estereotipos que sobrevivieron varias generaciones.

Del mismo modo, también es cierto que la sociedad vivía entonces un momento en el que el hombre era valorado por su destreza física, su capacidad de protección y su nivel de heroísmo, cualidades en las que los roles de Eastwood encajaban a la perfección.

collage de una carta de rey con recortes rasgados de revistas de actores famosos
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En contraste con los personajes rudos del western, la década de los 70 redefinió la narrativa y los cánones del hombre de campo, desplazado por la sofisticación de la ciudad.

Robert Redford encarnó al gentleman moderno de la época. Su sonrisa y su carisma, además de su melena rubia, eran sinónimo de poder y éxito económico y personajes como el de Jay Gatsby, después reinterpretado por Leonardo DiCaprio (estereotipo de belleza en los 90), le dieron el empuje necesario para establecerse como un modelo a seguir gracias, entre otras cuestiones, a que los roles casi siempre iban acompañados de ropa formal, homenaje al dandy británico.

Estos datos confirman que la ropa es una excelente herramienta para construir la imagen y modificar la impresión humana. Desde entonces, los trajes de dos o tres piezas están íntimamente relacionados con el éxito y la prosperidad material.

En los 80, todo el mundo quería ser John Travolta. El look se relajó y las chamarras de cuero negras y las t-shirts blancas se convirtieron en básicos de cualquier guardarropa, poniendo en pausa estereotipos de formalidad y seriedad. Tom Cruise en Top Gun es un buen ejemplo. Por otro lado, las escenas punk y underground se ubicaron en el mapa con una rebeldía y una actitud desafiantes y capaces de seducir a la sociedad.

La invitación es a replantearnos nuestra concepción de la belleza del interior hacia el exterior, superando las restricciones impuestas por las apariencias.

Fue la década del sex appeal de los chicos malos y de la fascinación por aquellos que siguen sus propias reglas. En cuanto a los rasgos físicos, se empezaron a valorar moldes que desafiaban el clásico modelo. Fue a finales de esa década y a principios de la siguiente cuando Kurt Cobain se elevó como ídolo a seguir con una influencia en la moda y la música que continúa hasta nuestros días.

Los 90 fomentaron una amplia variedad de estereotipos de belleza masculinos, todos influidos por las tendencias culturales, la música y el cine de la época.

Eddie Vedder, vocalista de Pearl Jam, proyectaba la iconoclastia del grunge, Michael Jordan abría las puertas a un nuevo tipo de belleza en el deporte, Tupac Shakur personificaba el estilo del hip-hop con su actitud y sus looks y Justin Timberlake y Nick Carter representaban la imagen juvenil de las boy bands, al mismo tiempo que Leonardo DiCaprio y Brad Pitt eran el modelo a seguir para millones de personas. Fue la década en la que los dos se coronaron como estrellas (y galanes oficiales) gracias a películas como Titanic, Entrevista con el vampiro o Siete años en el Tíbet. Tanto, que Brad Pitt continuó siendo el sex symbol por excelencia durante una década más.

collage de recortes rasgados de revista con la cara de ryan gosling al centro y alrededor tres esculturas antiguas de torsos de hombres

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El inicio del siglo XXI tuvo como una de sus características principales la explosión de los gimnasios y los centros de ejercicio. Fueron los años en los que un cuerpo atlético y marcado era un must, un estereotipo de belleza ampliamente difundido por la industria de la moda, con marcas como Abercrombie & Fitch liderando la tendencia a través de colosales campañas de publicidad.

Cómo llegamos a los cánones de belleza masculina actuales

La promoción activa de un estilo de vida más saludable a través del ejercicio era evidente, y figuras como David Beckham emergieron como referentes de la moda masculina encarnando el arquetipo metrosexual. El futbolista inglés fue siempre reconocido por vestir de manera impecable, con un enfoque especial, confiesa, en el cuidado de su cabello. Hubo, sin embargo, otra cara de la masculinidad en esos años.

Figuras como Alex Turner, vocalista de Arctic Monkeys, Lenny Kravitz, Johnny Depp y Pete Doherty fueron considerados estereotipos en los 90, desafiando los cánones tradicionales de belleza con su estética alternativa, enfocada en la originalidad y la individualidad e, incluso, en algunos casos, rayando en la decadencia. Estos hombres no solo destacaron por su talento artístico, sino también por romper las normas establecidas de lo que en aquella época se consideraba atractivo.

A comienzos de la segunda década de este siglo emergieron personalidades como Ryan Gosling, Bradley Cooper, Channing Tatum, Tom Hardy o Chris Hemsworth, todos ellos herederos de los cánones tradicionales establecidos y perpetuadores de la moda de los “guapos mamados”.

Por otro lado, por primera vez surgieron estereotipos de belleza orientales a nivel global.

BTS se convirtió en un fenómeno; sus integrantes, en modelos a seguir. El mundo estaba abierto a observar la belleza desde diferentes perspectivas y a finales de esta década vimos surgir la apreciación por hombres con facciones andróginas: Rami Malek y Ezra Miller son el mejor ejemplo.

Aunque llevamos poco más de tres años transcurridos desde el inicio de esta nueva década, ya sabemos quiénes son los que encabezan las listas en un mundo mucho más abierto que el de hace unos años.

Año con año, ha aumentado la cantidad de personajes que han luchado por hacerse notar y expandir los límites de lo que nuestra especie considera “bonito”. Hoy, estamos listos para mirar con otros ojos. Y aunque todavía queda mucho camino por recorrer, la interpretación de la belleza se ha democratizado hasta el punto de que el estereotipo del clásico macho se ha ido disipando entre rasgos más suaves gracias, quizá, al impulso de los movimientos LGBTIQ+.

Un ejemplo es el actor Timothée Chalamet, cuyo índice de músculo no supera al de la media de la población y que además cuenta con una fina estructura facial que contribuye a preservar su aspecto juvenil. Otro es el cantante Harry Styles, quien abrió la década usando un vestido en una sesión de fotos para Vogue.

Por otro lado, también tenemos al rapero Lil Nas X, quien en la entrega de los Latin Grammys de 2020 se sirvió del mood vaquero para redefinir la masculinidad con un look en el que fusionó la estética cowboy con el bondage en color rosa Barbie.

A lo largo de este viaje a través de las últimas décadas hemos sido testigos de la metamorfosis constante que ha vivido el concepto de belleza; desde los cánones simétricos de la Antigua Grecia, hasta la asimetría cautivadora de los íconos contemporáneos. Un proceso, el de moldear la percepción de lo que consideramos bello, que nos seguirá llevando a buscar nuevos modelos a seguir.

foto collage sobre belleza del hombre
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¿Cómo serán los estereotipos dentro de cincuenta años? No tenemos la respuesta definitiva, pero si seguimos las tendencias establecidas en años anteriores es probable que los estereotipos continúen multiplicándose, ofreciendo una mayor libertad para que cada individuo sea auténtico sin temor al juicio.

La perspectiva es alentadora, pero nos enfrentamos a una realidad inmutable: la belleza seguirá siendo efímera y subjetiva, resistiéndose a cualquier intento de encasillamiento.

Hoy, la señal apunta hacia la transformación del concepto en una expresión de autenticidad, empatía y bondad. En los próximos cincuenta años, la invitación es clara: replantearnos nuestra comprensión de la belleza del interior hacia el exterior, superando las restricciones impuestas por las apariencias. Si logramos esto, podríamos estar no solo cambiando la percepción de la belleza, sino también sentando las bases para un mundo más compasivo y enriquecedor.

Este texto lo leíste primero en nuestra edición impresa de marzo 2024 .

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