Para Arath Herce, el silencio no es un vacío, sino un espacio de profunda introspección que duró dos años. Tras el impulso de su primer álbum, Arath se retiró del estudio para confrontar una pregunta fundamental: "¿De dónde venía mi intención de compartir la música? Si venía desde un lugar de querer ser escuchado... o si era una cosa egoísta".
Entrevista | Arath Herce: El regreso a su música a través del silencio (y el sonido análogo)
Este cuestionamiento lo llevó a una pausa necesaria, un hiato que ahora termina con Musas en mí, un álbum que es, en sus propias palabras, "un regreso a mí mismo".
La musa encontrada y el regreso a la creación
El catalizador de este renacimiento creativo no fue una estrategia de marketing ni una presión de la industria, sino algo mucho más fundamental: el amor.
"Me enamoré de mi mejor amiga después de mucho tiempo de no enamorarme", confiesa con una honestidad que desarma. "Y siento que es un álbum como de volverse a abrir, ¿no? Volverse a abrir al amor, volverse a abrir a la musa", explica en entrevista para Life and Style.
Esta reconexión personal fue la chispa que reavivó su deseo de escribir. La primera canción que nació de este nuevo estado fue, precisamente, la que da título al álbum: "Musas en mí". Fue la señal inequívoca de que el puente con su creatividad se había reconstruido, más sólido y sincero que antes.
La filosofía análoga: Grabando con el corazón, no con el reloj
Para materializar esta nueva visión, Herce buscó un cómplice que compartiera su reverencia por el sonido orgánico. Lo encontró en el productor canadiense Leif Vollebekk, una conexión casi predestinada que llegó a través de Natalia Lafourcade.
"Natalia me invitó a su casa y estábamos escuchando nuestros demos... y ella me dijo: '¿Y si fuera Leif?'", recuerda Arath. La casualidad fue mágica: "Justamente Leif ese día había escrito en su diario que estaba un poco aburrido de producirse solamente a él y que quería intentar producir con alguien más".
El método de trabajo que establecieron fue una declaración de principios en contra de la perfección digital. "Él llegó con la idea de no hacer más de tres tomas por canción. Si no quedaba, parábamos y al siguiente día lo volvíamos a intentar. Eso nos mantuvo en el momento, para mantener esa chispa encendida".
Esta búsqueda de la autenticidad los llevó a una encrucijada fascinante entre lo análogo y lo digital. Aunque grabaron simultáneamente en cinta y en digital, descubrieron algo paradójico: "Al escuchar cinta y digital, el digital sonaba mejor", admite. Sin embargo, la elección final fue guiada por el sentimiento, no por la fidelidad técnica. "Nos fuimos por el digital, pero con estos micrófonos viejos... al final el sonido termina sonando más cálido. Hay algo que pasa con los micrófonos viejos, ciertas frecuencias que van perdiendo, y al final hay solo lo necesario". En esa calidez imperfecta encontraron el alma del álbum.
Un legado de poetas del rock
El sonido y la lírica de Musas en mí se inscriben en una tradición de grandes contadores de historias. Al hablar de sus influencias, Arath no duda en citar a los pilares del cancionero del siglo XX: Leonard Cohen, Bob Dylan, Bruce Springsteen. "Me encanta cómo este desequilibrio que a veces yo siento en mí también, ver artistas que logran como estos dos extremos y los unen de una forma que hace sentido, me parece muy inspirador", dice refiriéndose a la dualidad entre la energía cruda del rock y la intimidad profunda de sus letras.
Me enamoré de mi mejor amiga después de mucho tiempo de no enamorarme. Y siento que es un álbum como de volverse a abrir.
La canción "Naricita" encapsula esta magia. Durante la grabación, una nota de piano "fantasma" apareció en una de las tomas, un armónico accidental nacido de la interacción entre la guitarra y el bajo. "Esa fue la toma que escogimos para esa canción por esa razón", revela destacando cómo lo inesperado se convirtió en el corazón de la pieza.
Al final, el viaje de Arath Herce a través del silencio ha culminado en un álbum que es un testimonio de su proceso. Cuando se le pide definir lo que sintió al grabarlo, responde con una sola palabra: Miedo. Un miedo que, lejos de paralizar, parece haberlo impulsado a crear su obra más honesta y vulnerable hasta la fecha. Un regreso a sí mismo que, afortunadamente para nosotros, ha decidido compartir con el mundo.