Ca7riel & Paco Amoroso: una apertura inesperada
Antes de la entrada del plato fuerte, el público mexicano fue testigo del poder de convocatoria del dúo argentino Ca7riel & Paco Amoroso. No es común que un telonero logre conectar con decenas de miles de asistentes en un estadio, pero ellos lo hicieron con soltura y energía. Temas como “El único” resonaron con fuerza, acompañados de la teatralidad que los caracteriza desde su recordado Tiny Desk hasta su paso por Bahidorá y el Palacio de los Deportes.
Su narrativa sobre la fama, la autenticidad y la lucha por mantener un proyecto artístico genuino los ha convertido en referentes de la nueva música en español. Y si bien no son un proyecto alineado directamente al rap estadounidense, lograron demostrar que su propuesta tiene un peso propio capaz de preparar el terreno para una noche histórica.
Kendrick y la narrativa del descenso
Programado para arrancar a las nueve de la noche, Kendrick salió media hora después, pero lo hizo con una fuerza escénica que disipó cualquier impaciencia. Desde los primeros acordes quedó claro que el show estaba diseñado como una experiencia más que como un simple repaso de éxitos. La puesta en escena fue precisa y simbólica: el descenso por las escaleras en la primera parte del espectáculo marcó un gesto casi alegórico, como si el propio rapero se reconociera descendiendo de un pedestal para encontrarse con su público en un mismo nivel.
El concierto fue una mezcla de temas clásicos y cortes recientes. Sonaron “Family Ties”, “Humble”, “King Kunta” y “Money Trees”, con una contundencia que hizo temblar al estadio. El público respondió con saltos, manos al aire y coros ensordecedores, convirtiendo cada hit en una comunión. Kendrick, fiel a su estilo, habló poco, pero la teatralidad de sus movimientos, la precisión de sus versos y la manera en que controló los silencios dijeron mucho más que cualquier discurso.
El peso de GNX y la narrativa personal
El eje central del concierto giró alrededor de GNX, su álbum más reciente, donde aborda con crudeza y madurez temas como la salud mental, la fama, las relaciones personales y la lucha con los propios demonios. A diferencia de la densidad conceptual de Mr. Morale & The Big Steppers, aquí se mostró un Kendrick más directo, arrogante en ocasiones, pero también seguro de sí mismo y de su evolución artística.
En vivo, esa narrativa se tradujo en un performance sólido, donde cada transición estaba cuidada al detalle. Los visuales acompañaron con una paleta de colores icónica y cargada de simbolismo, reforzando la idea de que más que un setlist, lo que presenciamos fue un relato audiovisual. Kendrick sabe cuándo golpear con punchlines explosivos y cuándo dejar que el beat respire, creando un vaivén que mantiene al público atrapado durante dos horas.
El punto álgido llegó con “Not Like Us”, la canción que marcó la agenda del entretenimiento y la música global en 2024 gracias a su confrontación con Drake. El estadio entero coreó la tiradera con una energía pocas veces vista en un show de rap en México. La tierra tembló bajo los brincos del público, confirmando que este tema se ha convertido en un símbolo de resistencia, orgullo y triunfo artístico.