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Tenoch Huerta: el inconforme

No hay voz más fuerte en el cine mexicano para hablar sobre 
identidad, racismo y discriminación. Ahora está listo para dar 
el salto a Hollywood e interpretar a Moctezuma II en una serie.
vie 11 septiembre 2020 03:53 PM
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Cuando Tenoch Huerta habla, su discurso no es el del actor promedio. No se enfoca solo en el análisis del comportamiento de los personajes a los que da vida, no solo reflexiona sobre los temas que explora el guión del filme que protagoniza ni solo profundiza sobre el proceso creativo en mancuerna con el director. Lo puede hacer. De hecho, lo hace –entiende la industria de la que forma parte, en la que el actor debe ser un carismático promotor de las películas en las que aparece previo al estreno–, pero también siente la obligación de hablar de todo aquello que lo afecta. Esto lo diferencia de muchos con los que comparte profesión.

“Sé que desde la actuación no se puede cambiar el racismo y la discriminación, pero desde fuera sí. Para mí, ser solidario es un compromiso de vida. En vez de avanzar y solo ver el escalón de arriba, ¿por qué no le tendemos una mano al que está en el escalón de abajo? Es que de eso se trata la vida: ¿en qué puedo ser útil para los demás? Y si mi voz es útil para abrir puertas, pues la usaré; cuando ya no sea así, no tendré razón de hablar”, dice Tenoch en entrevista con Life and Style.

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El actor mexicano puede empezar a hablar de cine, su pasión, pero inevitablemente la conversación tendrá como destino final temas sociales y políticos —cuestiones urgentes que muchos otros actores evitan—, como el racismo, la identidad y el clasismo. “Quizá soy muy idealista, pero creo que abriendo la boca posibilitas esparcir ideas. Para mí, el discurso que he empleado toda mi vida en todos los temas que me meto, es el de la descolonización de la mente”, afirma.

Su primer protagónico en el cine, después de graduarse como periodista de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM y luego de “jalar cables” en algunos medios de comunicación, fue en Déficit (2007). La ópera prima de Gael García Bernal resultó un drama ad hoc en cuanto a temática para Tenoch, quien entró al mundo del séptimo arte a través de la historia de un grupo de jóvenes que pasan un fin de semana en Tepoztlán, pretexto cinematográfico de Gael para explorar y retratar el clasismo en México.

Aunque soñaba con actuar, creía más cercano el anhelo de ser fotoperiodista. “Quería ser naturalista, retratar la vida de los animales, pero actuaba por placer cada que podía”. Sin embargo, Déficit lo colocó extrañamente en esa dinámica de contraste de clase, pues por la película que coprotagonizó, Tenoch pasó de estar en fiestas en San Cristóbal Ecatepec, Estado de México, a las exclusivas galas de etiqueta rigurosa en el Festival de Cannes. “Iba en la combi, en la 30-30, de regreso a mi casa, cuando la asistente de Gael me habló para decirme que nos íbamos a Francia. ‘Órale, me voy a Cannes, ¿qué chingados es eso?’ Tenía una idea, pero no dimensionaba realmente la magnitud de todo”.

Tenoch, quien le pidió prestado 5,000 pesos a su padre para poder ir a ese viaje, describe la experiencia como divertida y reveladora. “Me sentí como un mochilero que se coló a las fiestas de Cannes. Me la pasé muy bien y pensaba: ‘Si ya no vuelvo a venir, pues ya lo viví. Ya estoy aquí: chingue a su madre, lo voy a disfrutar’. Ahora sé que eso que sentía era el síndrome del impostor, que es algo que hasta la fecha sigo teniendo, aunque en menor grado”, dice. También confiesa que por fin se sintió legitimado como actor cuando ganó el Ariel por su protagónico en Días de gracia (2012).

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Así es la vida de Tenoch. Se mueve en el mundo del arte, las reflexiones psicológicas sobre los personajes y los retratos cinematográficos que pretenden capturar el estado de una sociedad, pero también en la feria de las vanidades que pueden ser los festivales de cine y las alfombras rojas de las premieres. No obstante, a sus 39 años, dice tener bien claras las diferencias y lo que realmente importa. “Me veo a mí mismo como dos personajes: el actor y el mediático. Este último es una versión mejorada y más estructurada de mí, y para eso me sirve haber estudiado periodismo”, explica.

Tiene sentido: los diarios, las revistas y la televisión, pero sobre todo su cuenta de Twitter —cargada de pensamientos y denuncias sociales y políticas que dividen tanto como gustan— son sus plataformas más activas para su discurso. “El foco mediático es el que empleo como mi trinchera. Ahí, y no en el cine, es en donde abro la boca para hablar de las cosas urgentes que a mí me mueven. Yo me salgo del canon del actor que evita hablar de temas difíciles para no dividir. Pero lo hago porque lo que siento es más fuerte que yo. No puedo quedarme callado. Si algo no me gusta simplemente voy y lo digo porque para mí la conciencia de clase, saber de dónde vienes, es muy importante”.

Ser frontal y la facilidad para volver una idea masiva y perdurable a través de las redes sociales conllevan riesgos que ha asumido. A principios de agosto, ocupó el primer puesto en los trending topics de Twitter por escribir: “Que los fusilen de espalda y los entierren boca abajo. O que los dejen libres media hora en un Zócalo a reventar de gente”. Se refería a Emilio Lozoya, el exdirector de Pemex, actualmente en proceso judicial por presunta corrupción, y el resto de personas involucradas en este caso. Horas después borró el tuit, ofreció disculpas y dijo que no está a favor de la pena de muerte.

En una segunda entrevista para hablar específicamente sobre este episodio, Tenoch explicó que fue una broma que no midió, pero que no por eso deja de asumir las consecuencias de sus actos. “Borré el comentario porque si bien era una broma, era de mal gusto y entendí que podía tener alcances negativos y ofensivos para mucha gente, por eso lo bajé”, asegura. “Pero dije que lo bajaba en 10 minutos para que tomaran la captura de la pantalla, porque me hago responsable de lo que dije. La cagué: yo dije esto en este contexto por estas razones y me hago cargo de lo que dije”.

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Hollywood a la vista

Nunca hay buen momento para una pandemia, pero en términos profesionales, que se declarara la crisis sanitaria global por el coronavirus a mediados de marzo fue un pésimo timing para Tenoch.

El día de la primera entrevista y sesión fotográfica con Life and Style, a finales de febrero, el actor lucía una sonrisa más grande de lo común. Se debía a dos razones. La primera era que en verano se estrenaría The Forever Purge, una nueva entrega de la saga distópica de culto que significaría su primer protagónico en Hollywood. “Yo no fui a tocar la puerta de Hollywood para después salirme”, dice Tenoch sobre su planes de triunfar en la Meca del Cine. “No voy a mentir ni a caer en la falsa modestia de que hacer cine allá no me importa. Claaaro que me interesa: si aprendí inglés y conseguí un agente allá es porque lo deseo. La idea de trabajar en Hollywood la tengo desde el día en que me hice actor, pero hace un año conseguí un manager”.

Es, además, el inicio de un nuevo ciclo que tiene un paralelismo interesante con el arranque de su carrera, pues The Forever Purge —aún sin fecha de estreno— es dirigida por Everardo Gout, quien apostó por Tenoch para estelarizar el drama que obtuvo nueve premios Ariel. “Everardo se la jugó conmigo, porque en Días de gracia varias veces los productores amenazaron con retirarle el presupuesto si no cambiaba al actor principal, y él dijo que sin mí no se hacía la película”, recuerda Tenoch, quien para la construcción de su personaje se inscribió de incógnito en la academia de policía y se graduó. “Lo que pasó es que en aquel entonces, la mayoría de los que tenían la posibilidad de invertir en el cine mexicano, poseían una cultura muy pobre, con alcances sociales e ideológicos limitadísimos. Para ellos si no eres el famoso que sale en las revistas, no te toman en cuenta”.

La otra razón que lo hacía sonreír en silencio en febrero —literal— es que estaba a pocos días de irse a filmar Mexica, título tentativo de la ambiciosa serie de Amazon Prime Video en la que dará vida al emperador Moctezuma II. Esta es coprotagonizada por Javier Bardem (Hernán Cortés) y coproducida por esa plataforma de streaming y La Corriente del Golfo, de Diego Luna y Gael García. “Perdona, en serio no puedo hablar nada de eso ahora”, dice con una sonrisa.

Cuando le insisto que al menos explique cuán especial debe ser dar vida a ese personaje histórico, sobre todo por el discurso de la “descolonización de la mente” que tanto le importa, no cede: “En serio, perdón, me metería en problemas”.

Romper la fila

José Tenoch Huerta Mejía. Ese es su nombre completo. Sin embargo, aunque el primero lo eligió su madre, porque es también el nombre de su padre, siempre le gustó más el segundo, que en náhuatl significa “tuna de piedra”. “José solo lo utilizo cuando hago trámites”, dice. No está seguro si es cierto que los nombres definen la personalidad de cada individuo, pero su lucha tiene que ver con estar orgulloso de sus raíces, de su identidad. “Cuando le pregunté a mi papá por qué me había puesto así, me dijo que porque era mexicano, que no tenía por qué ponerme John si yo no había nacido en Estados Unidos”.

Tenoch no rompió la tradición y nombró a su hija Atzin, que en náhuatl significa “agua venerable o sagrada”. “Sí, ya me preguntó por qué le pusimos así y le dije que porque era el agua de vida que había llegado a lavar mi corazón y hacerme mejor persona. Se emocionó mucho”, cuenta el actor.

Así como Tenoch reconoce la carga cultural de su nombre y el de su hija, también entiende que todo acto puede tener una connotación política. Trata de solo basar sus decisiones artísticas en la calidad del guión, pero confiesa que en ocasiones su rechazo a trabajar en ciertos proyectos ha tenido que ver con el subtexto de la trama que está cargada de planteamientos que van en contra de su ideología progresista y de conciencia de clase.

“Claro que me gustaría protagonizar una comedia romántica, pero la gran mayoría de las que hacen en México tienen una estructura muy racista y clasista. Y si no soy jodido, sufridor o ratero, no tengo posibilidad de aparecer. Sería revolucionario que una película de ese género tuviera a un actor como yo y, al mismo tiempo, también sería triste que así sea hasta tanto tiempo después, en un país donde 80 por ciento de la población tiene mi tono de piel”.

Está de acuerdo en que rechazar un papel o proyecto puede ser una declaración política. Ya le sucedió: “A un director le dije que no porque todos sus protagonistas eran blancos y los antagonistas, morenos. Me dijo que no era cierto y yo casi le saco la escala de colores de Pantone. Hasta me dijo: ‘Yo incluso tengo amigos morenos’. Ah, pues muchas gracias, güey, espero que no me cuentes dentro de ellos. Mira, no estoy diciendo que este sea un tipo vil, es reflejo de una cultura en la que vivimos tan inmersos que no alcanzamos a ver. Pero la verdad es que la principal razón por la que rechazo guiones es porque están mal escritos”.

Tenoch, quien ha figurado en la series Narcos: México y Blue Demon, admite que durante muchos años se contó a sí mismo la historia de ser un hombre que se abrió camino por cuenta propia. “Me creí lo del self made man, pero con el tiempo me di cuenta de que aunque vengo de la clase media baja, tuve muchos privilegios”. Entre ellos está, dice, haber crecido en una familia amorosa y tener un padre que lo obligó a inscribirse a clases de teatro y jugar futbol americano para mantenerlo centrado. “Sin esos privilegios mi vida hubiera sido otra, por eso hablo, porque hay mucho a los que solo les hace falta un empujoncito, una oportunidad”.

Ahora, desde su posición como actor reconocido, le molesta el discurso de aquellos que tienen movilidad social y se vanaglorian como ejemplo a seguir. “Estoy en contra del ‘echaleganismo’ y la meritocracia, porque hay gente que está tan hundida en el círculo de la pobreza que no podrá llegar ni siquiera a tener una oportunidad: 90 por ciento de los que nacen pobres, morirán pobres. Así son los datos, así de cabrón es el problema. Por eso no puedo cuando dicen: ‘Échenle ganas, que sí se puede’, o peor: ‘Pinches jodidos, si le chingaran como yo, saldrían adelante’. No es así”.

Tenoch cree que para progresar es necesaria una ruptura ideológica a nivel colectivo. “Nos han enseñado que hay un pastel y una fila en la que solo con tu esfuerzo avanzas más rápido de lugar. Como actor me ha tocado estar al frente de la fila y entendí que la vida no se trata de estar al frente, sino de romper la fila y hacer un círculo alrededor del pastel: así a todos nos toca un pedazo. Yo ya no creo en filas, sino en círculos de empatía y solidaridad”. Al escucharlo, le digo que suena más a periodista político que a actor. Sonríe: “El periodista debe encontrar la belleza dentro de la realidad. Eso lo llevo a la actuación y me doy cuenta de que los personajes que creo los construyo partiendo de la realidad. Por eso a mí me gusta interpretar a seres humanos rotos, porque ahí encuentro cierta belleza”.

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