A lo largo de un sendero sin árboles que den sombra, entre troncos de un negro tornasol tan radiante que cuesta mirarlos con el ojo desnudo y flores de un púrpura pálido, el pasto recién crecido se abre camino transformando la desolación en esperanza. Esas muestras de vida se contraponen con alegría a la destrucción de los tornados de fuego que arrasaron el lugar hace poco más de un año. La naturaleza, una vez más, nos ofrece una poderosa lección mientras que en el bosque que rodea a Jasper, en Alberta ( Canadá ), está en pleno proceso de renacimiento.
Jasper, el ave Fénix de Canadá: cuando un bosque y un pueblo renacen juntos
El parque nacional más grande de las Rocosas canadienses (o Rockies, como son conocidas cariñosamente), sufrió el mayor incendio forestal de su historia, un evento que aún provoca sufrimiento entre la comunidad local. Pero el dolor hay que resignificarlo y Jasper lo hace mostrando sus mejores virtudes: recorridos por la montaña con guías locales que explican detalladamente el proceso de recuperación del bosque, paseos en bicicleta por las riberas del río Athabasca, cabalgatas por senderos con vistas panorámicas o caminatas guiadas por representantes de los pueblos originarios que comparten sus conocimientos sobre su entorno mientras identifican y explican distintas plantas nativas y su uso.
Pero las actividades deportivas no son la única señal de que esta parte de Alberta, al oeste de Canadá, se recupera con fuerza. En los últimos meses, algunos animales ya comenzaron a recorrer la zona: desde osos negros con sus crías y ciervos robustos de enormes cornamentas, hasta alces descomunales tan altos como camionetas se dejan ver nadando en el río que corre junto a la carretera o plácidamente pastando a la orilla del camino.
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Para llegar a Jasper desde México se puede viajar a Vancouver y después tomar otro vuelo corto a Edmonton, u optar por un vuelo directo a Calgary. Desde cualquiera de las dos ciudades lo mejor es rentar un automóvil y aventurarse a un roadtrip único: vistas magníficas de las montañas con nieve en las crestas, cañones atravesados por potentes ríos y lagos de un profundo color turquesa generado por la llamada harina de roca creada por la erosión de los glaciares (también conocida como “leche glacial”).
¿Nuestro hospedaje? El Fairmont Jasper Park Lodge, una propiedad de más de un siglo de antigüedad con una vista única de la cadena de montañas Great Hall. En este hotel, tanto los restaurantes como sus cálidas cabañas rodean el lago Beauvert, epicentro de actividades outdoor durante las cuatro estaciones: kayak o water bike durante la primavera y el verano; sesiones de cold plunge en el otoño, y patinaje sobre hielo durante el invierno.
Pero la aventura va más allá de de este recinto de más 280 hectáreas.
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Old Fort Port, la clásica ruta de senderismo
El lugar más conocido para iniciar una caminata por las montañas de Jasper es el Old Fort Point. Desde ahí, frente al río Athabasca, comienza el ascenso a través de un circuito de cuatro kilómetros. Estelle, la guía de la pequeña empresa familiar Jasper Food Tours, es quien nos puso en contexto: el recorrido es uno de los más sencillos y famosos del pueblo, además de uno de los favoritos de los locales. Nosotros lo iniciamos en el sentido de las manecillas del reloj; de esta forma, pudimos observar una zona que en 2024 fue devastada por los incendios forestales que se llevaron más de 66,000 hectáreas y que requirió ayuda de bomberos procedentes de distintos países, incluido México.
Si bien desde ese punto específico no se puede observar el denso follaje característico de Canadá, sí hay claras señales de que el ecosistema está trabajando en su recuperación: flores amarillas, blancas y malva son el indicio de que, literalmente, el bosque renace desde sus cenizas y los pequeños riachuelos que descienden de la montaña con agua del glaciar alimentan la tierra. Conforme avanzamos en nuestro ascenso, la vista del valle se va revelando: el pueblo de Jasper a los pies, el río de agua turquesa, las montañas que se erigen hasta donde alcanza la vista. Unas fotos y continuamos el recorrido rodeando la montaña hasta regresar a una breve bahía del poderoso Athabasca para refrescarnos las manos y la cara con su agua cristalina. Allí a apenas unos 300 metros de distancia, se baña tranquilamente una pareja de alces.
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Un crucero por el lago Maligne
A 40 minutos en automóvil desde Jasper, a lo largo de un camino en el que se mezclan los paisajes de denso bosque con algunas zonas incendiadas, el lago Maligne espera paciente. Este cuerpo de agua (el más grande del parque nacional) es particularmente importante para los Stoney Nakoda, que lo ven como un ser que vive y provee y al que hay que respetar. A pesar de esta estrecha relación con el entorno, el pueblo indígena solo pudo volver a habitar la zona hasta finales del siglo pasado, tras más de un siglo de desplazamiento forzado.
Solo llegar al puerto donde esperan los pequeños cruceros es suficiente para entender la pasión de los pueblos originarios por el lugar: el agua cuenta con distintas tonalidades de intensos azules, el lago se extiende a lo largo de más de 22 kilómetros y es vigilado y alimentado por los glaciares Charlton, Unwin y Maligne –que también pueden visitarse a través de distintas rutas de senderismo–, que lo observan imperturbables y te hacen sentir una persona maravillosamente diminuta frente a la vastedad del paisaje. El recorrido culmina en la isla Spirit, una de las más fotografiadas del mundo y que contiene una antigua leyenda que cuenta que dos jóvenes de tribus enemigas se enamoraron y se reunían en secreto en el lugar, hasta que fueron descubiertos y a ella se le prohibió volver, mientras que él continuó visitando la isla con la esperanza de ver a su amada nuevamente hasta que falleció y su espíritu permaneció ahí.
Con su vida salvaje, sus paisajes que roban el aliento y su historia ancestral, Jasper es uno de esos lugares que, sin quererlo, roban un pedacito de tu corazón. Ir a buscarlo en distintas estaciones del año se convierte en una misión de vida