Hace apenas unas semanas, el “Retrato de Elisabeth Lederer”, una de las obras más famosas de Gustav Klimt , fue subastado por 236.4 millones de dólares, un precio exorbitante que únicamente un cuadro de Leonardo Da Vinci ha superado. Y es que no es únicamente el autor y la persona del retrato, alrededor de este cuadro hay una historia que aumenta su valor, una historia personal y política que incluye una enorme mentira para salvarla de los nazis.
Cómo una mentira salvó el "Retrato de Elisabeth Lederer", una de las últimas obras de Klimt
Cómo se creó y sobrevivió el ‘Retrato de Elisabeth Lederer’ de Klimt
Elisabeth Lederer fue hija del empresario judío August Lederer y de Serena Lederer, mecenas de Klimt, quien fue retratada por el artista entre 1914 y 1916 en un vestido blanco fluido cuando tenía alrededor de 20 años.
Este cuadro es de las obras tardías de Gustav Klimt pues ya aparece una influencia artística del este de Asia, y el fondo –que es algo confuso– no pudo ser terminado por el artista.
Algo importante de destacar es que la familia Lederer fue realmente importante y, alrededor de 1938, comenzó a ser perseguida por el régimen nazista, por lo que se dispersó por distintos países entre Europa y América. Únicamente Elisabeth se quedó en Viena.
La persecución nazi y la mentira que salvó a Elisabeth
Por supuesto, ella fue clasificada como “completamente judía” (el término que se usaba era volljüdin) por lo que comenzó a ser perseguida por el partido nazi, pero ella fue un poco más rápida: comenzó a dispersar un rumor diciendo que era la hija ilegítima de Gustav Klimt, el pintor austriaco clasificado como “ario” por el régimen de ese entonces, el mismo que la retrató apenas unos años antes.
Y para ayudarla en esto, su madre Serena, quien se refugió en Budapest, juraba que el padre biológico de Elisabeth no era August, sino Gustav, una versión completamente creíble debido a que Klimt mantuvo una relación larga con la familia y el propio retrato de Elisabeth ya estaba en ese entonces (y todavía ahora) documentado por no solo por ser una de las últimas obras del famoso pintor, también por la cercanía que mantuvo con la familia.
LA RECLASIFICACIÓN DEL CUADRO COMO 'OBRA ARIA'
Como The Conversation explica, la obra tuvo que ser reclasificada como una “obra aria”, por lo que tanto el cuadro como Elisabeth Lederer se salvaron. De hecho, el excuñado de Elisabeth, quien era un oficial nazi de alto rango, la ayudó a ser reclasificada como “mitad aria ilegítima”.
En lo que respecta a las pinturas, los otros cuadros que Klimt hizo de los Lederer fueron considerados “arte degenerado” y destruidos en 1945 (incluido un retrato de Serena), mientras que los demás sí se consideraron una herencia artística de importancia, de ahí la importancia de que el cuadro de Elisabeth se conserve hasta nuestros días.
Lo que ocurrió con el retrato después de la guerra
Uno de los esfuerzos de la posguerra de recuperar obras de arte logró que a Erich, el hermano de Elisabeth, le devolvieran el retrato, mismo que fue vendido a Leonard A. Lauder en 1985, quien se encargó de prestarlo a distintas instituciones alrededor del mundo para que pudiera ser admirado, además de ser un gran fanático del arte contemporáneo e impulsarlo a través de becas y estudios de historia del arte.
Y así, una mentira ayudó a salvar uno de los cuadros más reconocidos de la historia del arte mundial.