Responde con honestidad: ¿cuál es tu mayor “gusto culposo” en la televisión? Puede ser desde ver programas con pésima producción y actuaciones horribles hasta reality shows como La Casa de los Famosos o Keeping up with the Kardashians; si es así, no te preocupes, respira hondo, la psicología podría tener la respuesta: un importante grado de inteligencia.
Por qué las personas inteligentes disfrutan los reality shows: te contamos
Sí. Esos programas que muchas veces calificamos como “telebasura” o que “sirven para matar neuronas” tienen su parte divertida y razones psicológicas del por qué nos gusta, sin importar si tienes un doctorado en administración de empresas o eres académico de neurociencias.
De hecho, en una breve encuesta hecha a 200 personas por el psicólogo Steven Reiss -quien, entre otras cosas, creó con su trabajo nuevas formas de evaluación y estudios de investigación en trastornos de ansiedad, discapacidades del desarrollo y la psicología de la religión- encontró que personas con los mismos intereses intelectuales son igualmente proclives a ver reality shows que aquellas sin una inclinación intelectual en especial. En pocas palabras: no importa dónde, cuándo o cuánto hayas estudiado, igual pueden gustarte este tipo de programas.
Para entenderlo, la psicóloga clínica Melanie Greenberg , especializada en manejo del estrés, además de profesora e investigadora, escribió un artículo para el medio Psychology Today, en el que detalla de una forma divertida (y desde su experiencia) por qué hay cierta fascinación por programas de telerrealidad, independientemente de nuestros intereses intelectuales.
VOYEURISMO Y… UN TOQUECITO DE ENVIDIA
La psicóloga explica este controversial punto como: ver programas de la vida diaria de los “ricos y famosos” funciona como una pequeña ventana de cómo es su estilo de vida.
“Aunque investigaciones revelan que el dinero no es el que te da la felicidad más allá del nivel en el que satisface necesidades básicas, todos amamos echar un vistazo dentro de las paredes del palacio… y hablar al respecto”, explica en su artículo Greenberg, quien asegura estar fascinada con el programa The Real Housewives, por lo que empezó a analizar ese comportamiento en ella misma y en sus compañeros.
Por ejemplo, con programas como Las Kardashian o The Real Housewives se nos muestra al público un estilo de vida al que solo el 1% de la población mundial tiene acceso y eso puede provocar distintas emociones: desde un poco de envidia, pero también mucho desagrado.
EL CEREBRO “DESCANSA”
En una entrevista , la psicóloga clínica Renee Mill explica que ver este tipo de programas también ayuda a descansar. Nuestro cerebro hace una especie de “desconexión” del día a día.
“Alejarse de la realidad y entrar a un mundo ridículo le permite al cerebro a “apagarse” y relajarse. No se necesita pensar demasiado y saber que es un programa dramático y un poco exagerado ayuda a no engancharse y liberar estrés. En comparación, películas series pueden resultar más agotadoras”, dice la experta.
Esto se complementa con un estudio publicado en 2016 que encontró que las personas inteligentes utilizan este tipo de programas o películas “basura” como un escape, comparado con otras producciones más grandes que requieren un mayor grado de atención. Incluso hay quienes disfrutan estos programas por la ironía, algo así como “es tan malo que es bueno”.
La psicóloga Tabatha Greene explica en una entrevista que la inteligencia no tiene correlación con las cosas que disfrutamos, incluso hay personas que ven películas o programas trashy para saber más de cultura popular o poder tener temas de conversación con amigos. “No importa la razón, si te entretienen y los disfrutas de una forma saludable, no te preocupes si alguien piensa que es trashy”.
EL ESCÁNDALO QUE PROVOCAN LOS REALITY SHOWS
Nadie está exento de querer saber un “buen chismecito”, ¿o sí? Y eso nos lo dan los reality shows: muuuucho escándalo.
La psicóloga Melanie Greenberg explica que incluso ver estos programas suele ser como leer una revista de chismes en tiempo real, con detalles bastante provocadores y también generan la coyuntura para mantener discusiones sociales que de otra forma sería difícil abordar.
Tomemos por ejemplo la última temporada de La Casa de los Famosos y toda la plática que generó, no solo en redes sociales, también en conversaciones casuales en la oficina o con amigos sobre la importancia de la salud mental y la violencia de género. Este mismo programa el año pasado dio una visibilidad a la vida de Wendy Guevara y de mujeres trans que crecen en precarización y abrió una importante conversación al respecto que de otra forma no se había dado.
Entonces qué dices ¿hacemos una reunión para ver Keeping up with the Kardashians el fin de semana?