“Somos bien cantineros”, se arranca la bartender Claudia Cabrera cuando comenzamos a charlar de lo bonito de la cuba libre. Y tiene toda la razón, las cantinas y ese trago largo, fresco y famoso van junto con pegado: la mezcla de ron blanco, coca-cola y hielo se sirve en vaso jaibolero y de fondo música de rocola de a 10 pesos por tres canciones.
Una carta cariñosa al trago más democrático e intergeneracional: la Cuba

No cabe duda: la cuba (o cubita, o cubeibi y demás sobrenombres cariñosos –y medio godines– que se le da al trago) es parte de la cultura popular que se hereda. “Es lo que veíamos en las cantinas, lo que tu papá tomaba, lo que tu abuelo tomaba. Es un tema generacional también”, anota Claudia.
Y puede ser que no sea el favorito de todos, pero todos lo hemos probado en algún momento: viene de la tradición familiar, del halo medio místico que le da la historia del trago y, por supuesto, de una excelente campaña de branding, porque ¿en qué pensamos cuando pensamos en una cuba? Sí, en Bacardí con Coca y hielo (a veces se agrega limoncito exprimido). “Hay todo un tema alrededor de la publicidad y han construido una marca más allá del trago como insignia, porque una cuba puede ser de un ron de cualquier marca, pero aquí pesó mucho la parte publicitaria y se posicionó”.
No es poca cosa lo que dice Claudia: en México, la marca está a punto de cumplir 100 años y la propia empresa destaca con cierto orgullo que fuimos el primer país donde se comenzó a producir fuera de Cuba. Tan fuerte es su posicionamiento que su índice de lealtad es altísimo: 76% de sus consumidores volverían a él, según el estudio Brand KPIs de Statista.
La cuba chilanga es algo súper democrático: se puede servir en el bar más fresa hasta la cantina más chaca: en todos lados se vende.
Pero no solo se trata de números, la historia le da un encanto especial: que si la primera cuba libre se sirvió en Cuba a inicios del siglo pasado, que si los soldados estadounidenses tuvieron que ver, que si en un bar de la Habana un tal capitán Russell aseguró que el trago “sabe a libertad”; entre las historias y leyendas que rodean al trago y la sencillez para prepararlo, no hay espacio a dudas del por qué es de los favoritos.
Y encima de todo, como dice Claudia Cabrera, “la cuba chilanga es algo súper democrático: se puede servir desde vasos de litro, lo pueden armar en vasos cantineros –típico vaso highball–, en el bar más fresa, la cantina más chaca: en todos lados se vende”. Porque eso sí hay que decirlo y destacarlo: la cuba se puede servir en cualquier lugar, pero en Ciudad de México es mucho más común (yo soy de León y estudié en Guadalajara, allá es usual beber brandy y tequila, respectivamente). “Desde Slim hasta los chavitos que juntan su lanita en la prepa para comprarse un pomo entre todos, ¡es una locura!”.

Porque tampoco varía mucho su preparación: puede ser la típica Cuba Libre ron con coca y hielo y jugo de limón; puede ser campechana que es mitad ron mitad refresco; pintadita que solo lleva un chorrito de coca arriba; y en los últimos años surgió la “contaminada” a la que se le agrega un chorrito de Fernet Branca. En realidad es que las distintas versiones de la cuba no varían mucho, “estamos jugando alrededor del mismo trago ¡y es que es un tragazo! No hay mucho que hacer de nuevo”. Aunque eso sí, hay una fórmula infalible para hacerlo como los verdaderos maestros cantineros: servirla en un “vaso sudado” (el vaso highball frío).
En las cantinas son guerreros y de la vieja escuela, y esos tragos los preparan al tiro.
Con todo esto, ¿queda alguna duda del por qué la cuba es un trago tan querido? La sencillez, la tradición, la economía y la presencia comercial lo hacen fácil, accesible y compatible con casi cualquiera. Porque sí, en México tenemos tequilas, mezcales, chelas, pulque, pero no podemos negar que nuestro paladar (especialmente el de los chilangos) tiene, sin duda, una predisposición casi hereditaria al ron con coca en vaso jaibolero.
Claudia Cabrera
Es una de las bartender de más experiencia en la industria en México y ha ganado distintos premios y reconocimientos internacionales.
Ha liderado proyectos como directora de bar en distintos proyectos de la Ciudad de México (como Los Danzantes y Corazón de Maguey), y es cofundadora de Kaito que, tras ocho años de ubicarse en la Colonia Del Valle, recientemente fue relanzado y se mudaron a la colonia Juárez.
KAITO
- Dirección: Hamburgo 70B, colonia Juárez.
- Horarios: Miércoles a lunes de 18:00 a 02:00 horas.
- Instagram: @kaitodelvalle