Hasta hace apenas unos meses –marzo de 2020, para ser exactos– planear unas vacaciones, una escapada de fin de semana o un viaje de negocios era una decisión que podía tomarse sin la menor preocupación. Lo que probablemente no era tan obvio –o por lo menos nuestro cerebro no lo procesaba de manera tan consciente– era que esos desplazamientos, estancias y reservaciones, mantenían en movimiento el silencioso engranaje de la industria turística y de la hospitalidad en nuestro país, generando millones de empleos directos e indirectos.
El país donde la hotelería se vuelve magia
Entonces, el covid-19 hizo su entrada en la escena nacional y, desde ese momento, la vida dio un giro drástico y nos vimos obligados a hacer una pausa involuntaria. En este tiempo, todos hemos aprendido a valorar la libertad con que podíamos tomar un avión o ponernos detrás del volante para ir a refugiarnos a nuestro hotel favorito, aquel en el que el personal, a base de tantas visitas, ya se sabe nuestros nombres y conoce nuestros gustos; o ese que ha servido como escenario de algún episodio importante de nuestra historia; incluso aquel en el que podemos pasar días sin salir de la habitación, mientras nos de-sintoxicamos de las redes sociales, de la tecnología y del mundo.
Hemos valorado esos lugares, momentos y experiencias, pero también hemos descubierto que toda esa magia no ocurre sola y que detrás de cada uno de esos hoteles hay mentes maestras que trabajan incansablemente para que disfrutemos de estancias increíbles en este país que no deja de sorprender con su generosidad. Desde los empresarios y creadores de conceptos, hasta los arquitectos, diseñadores de interiores y chefs, Life and Style se dio a la tarea de entrevistar a una pequeña pero muy significativa muestra de esos genios que han visto en México una fuente de inspiración inagotable y que han puesto manos a la obra para convertirlo en una potencia turística y hotelera que, poco a poco, está conquistando al mundo, con o sin pandemia.
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Visiones estratégicas
En el año 2000, el hotel Habita abrió sus puertas en Polanco, en la Ciudad de México, con un concepto que, a decir de Carlos Couturier, apostaba por una hotelería que fomentaba la interacción social. “En aquel momento, los hoteles se estaban convirtiendo casi en clubes sociales que vinieron a sustituir a los clubes privados. En ellos cualquier persona era bienvenida y lo que los hacía interesantes era precisamente el encuentro entre los locales y los visitantes de fuera”, recuerda. Él y sus socios –Jaime, Moisés y Rafael Micha– apostaron por una hotelería innovadora y creativa que, al mismo tiempo, presentaba una propuesta distinta sin perder el toque mexicano.
De aquella apertura han pasado 20 años y hoy el grupo opera 14 hoteles en México, mientras trabaja en el desarrollo de cinco nuevas propiedades. ¿La fórmula de ese crecimiento tan sólido? “Los conceptos no se pueden repetir en todos los lugares. En cada ciudad y ubicación hay una personalidad –dada por el entorno, la comunidad y la cultura– y hay que saber leerla. Eso es lo que hace Grupo Habita”. Pero más allá de haberse convertido en un escaparate del talento nacional –tanto de arquitectos, como de diseñadores industriales, textiles y artesanos–, Couturier entiende que la base de su éxito está en el equipo que trabaja en contacto directo con los huéspedes. “Esencialmente, lo que distingue a nuestro país es la calidad humana: la sonrisa, el esfuerzo adicional y todas esas cosas que ya traemos integradas. No es algo que se enseñe, sino que los mexicanos tenemos un chip que nos hace por naturaleza hospitalarios. Somos generosos y eso hace que nuestra hotelería sea diferente”, asegura.
Enrique Calderón es vicepresidente de operación hotelera de Posadas, una institución con más de 30 años de experiencia en una industria que conoce como la palma de su mano. Él también fue testigo de ese momento en el que los hoteles dejaron de ser únicamente espacios para dormir y se convirtieron en establecimientos que comenzaron a diferenciarse y competir a través de aspectos como las experiencias gastronómicas, la calidad de las amenidades y de los blancos, el diseño de sus baños, su spa y las instalaciones de sus gimnasio, por mencionar algunos.
Nuestra industria hotelera se ha vuelto una referencia. Antes, seguíamos a la hotelería global, y ahora muchos abren propiedades en México por la calidad de su oferta.
Entre sus muchas experiencias dentro de Posadas –grupo que tiene en su portafolio marcas como Fiesta Americana, Fiesta Inn y Grand Fiesta Americana, entre otras–, ha estado su participación en la creación del concepto de Live Aqua, hoteles que tienen en el estilo de vida moderno y cosmopolita su principal pilar. Con esta marca tienen presencia en la Ciudad de México, Cancún, Monterrey y San Miguel de Allende, y están listos para inaugurar una nueva propiedad, a principios de 2021, en Punta Cana, República Dominicana. Además, ya están trabajando en el proyecto del Live Aqua Valle de Guadalupe.
“Hoy, la industria hotelera mexicana se ha vuelto una referencia. Antes, seguíamos los pasos de la hotelería global, sobre todo de las cadenas estadounidenses, y ahora estamos viendo cómo muchas compañías abren propiedades en México por la calidad de su oferta”, asegura. Al igual que Couturier, Calderón cree que los mexicanos ponemos el corazón en lo que hacemos y que eso otorga una especial calidez a este sector en nuestro país. Si a eso se suman procesos y estándares internacionales y si se apuesta por mayor profesionalización, las áreas de oportunidad pueden convertirse en resultados que nos conviertan en líderes mundiales.
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RLH Properties es una empresa enfocada al negocio hotelero y de residencias de marca hotelera de segmento alto. Con desarrollos en privilegiados escenarios de la geografía mexicana –Mayakoba es uno de ellos–, su estrategia ha consistido en traer a nuestro país cadenas internacionales de lujo, como Rosewood y Banyan Tree, para seducir a viajeros internacionales que están familiarizados con estas marcas y con sus altísimos niveles de servicio.
Es fundamental tener un trato personalizado hacia los visitantes, conectar con ellos y hacerlos sentir en casa. Si se añade el barniz cultural e histórico que ofrece México, tenemos un destino perfecto.
Borja Escalada, CEO de RLH, esta convencido de que los estándares internacionales de estas marcas, fusionados con la hospitalidad y empatía de los mexicanos, generan una mezcla irresistible y, a la vez, difícil de hallar en otro país. “Por esta razón, México es uno de los mejores destinos del mundo para el turismo de lujo que nosotros ofrecemos”, sostiene.
Si se considera que el segmento de clientes al que las propiedades que integran su portafolio se dirigen –acaban de inaugurar One&Only Mandarina, en la Riviera Nayarit– puede viajar a cualquier parte del mundo, “lo que hay que hacer es recordarles cada minuto que pasen en México por qué han elegido este destino y crear un vínculo emocional con ellos”, explica. Y añade: “Para lograrlo es fundamental tener un trato personalizado, conectar con ellos y hacerlos sentir en casa. Si a eso se añade el barniz cultural e histórico que ofrece México, entonces tenemos un destino perfecto”.
De espacios y sabores
El interés del arquitecto mexicano Javier Sánchez por construir hoteles viene del hecho de que son espacios que la gente puede visitar y de lo que provocan en los huéspedes. “Son casas temporales que brindan a la gente un escape de su vida cotidiana”, explica. “En un hotel eres un visitante y en ellos puedes, incluso, convertirte en otra persona, lo cual me resulta muy interesante. Algunos hoteles también incitan a vivirlos de otra manera, como por ejemplo estar más de fiesta o tener mayor contacto con la cultura”, reflexiona.
El primer hotel que diseñó fue el Condesa DF, concluido en 2004, y a ese han seguido The Cape, A Thompson Hotel, en Los Cabos, Carlota y Umbral. Estos proyectos han significado intervenir edificios construidos para otros fines y también crear proyectos desde cero. Todos ellos son muy distintos y eso se debe a que no busca crear un lenguaje que pudiera verse limitado por prejuicios o condicionamientos propios. Sin embargo, cree que el acceso que se tiene en México a los oficios y a los artesanos –“Puedes recurrir a los artesanos para diseñar herrería, para diseñar o fabricar muebles e incluso para hacer los azulejos”, asegura– es imposible en otros países. “En ese sentido, mi aspiración sería diseñar hoteles calificados como mexicanos por el aprovechamiento de las artes y los oficios con los que contamos”, asegura.
En 2017, el hotel Chablé Yucatán recibió el Prix Versailles a mejor hotel del mundo. Este reconocimiento se debió en gran parte a la labor de Paulina Morán, diseñadora y arquitecta de interiores mexicana, quien dotó de una personalidad única todas las habitaciones y espacios gracias a la investigación, la profundización en la cultura local y la colaboración con artesanos. “Con nuestro trabajo buscamos transmitir la identidad de cada lugar y hacer un homenaje a la cultura mexicana”, dice. Pero un espacio sin gente, es un espacio sin vida y la vida de los hoteles con los que ha colaborado –actualmente, trabaja en el proyecto Chablé Mar de Cortés, programado para abrir en 2022– depende de sus trabajadores. “El valor agregado de la calidez de la gente, de lo que se entrega en el trabajo, del cariño con el que realizan sus labores es muy difícil de encontrar en otros países”, asegura.
Aspiro a diseñar hoteles calificados como mexicanos por el aprovechamiento de las artes y los oficios con los que contamos
Desde luego, hablar de México es hablar de sabores, de ingredientes únicos y de campos y mares privilegiados. Eso lo sabe bien el chef Olivier Deboise, quien se ha forjado una carrera en importantes hoteles –el St. Regis Mexico City y Dos Casas, en San Miguel de Allende, entre ellos– y quien hoy ocupa el puesto de chef ejecutivo en One&Only Mandarina.
Crear menús, adelantarse y cubrir las necesidades de los huéspedes, generar bienestar y experiencias únicas que los conquisten y los hagan querer volver es a lo que se ha dedicado los últimos 10 años. Así ha confirmado que la espontaneidad, la honestidad y la calidez son las mejores armas con las que cuentan los hoteles mexicanos. “Yo represento a una marca en la cual el error no es una posibilidad, pero creo que la espontaneidad siempre se valora. Para mí, la hotelería mexicana ha hecho escuela. Muchos países del mundo que buscan competir con México tendrían que ser más orgánicamente serviciales. La calidez mexicana se ha vuelto un sello distintivo”, asegura.
Para mí, la hotelería mexicana ha hecho escuela. Muchos países del mundo que buscan competir con México tendrían que tratar de ser más orgánicamente serviciales.
Queda seguir trabajando y esperar que la actividad turística se reactive poco a poco. Se dice que los viajeros comenzarán a dar prioridad a la calidad por encima de la cantidad. “El verdadero lujo será que nos hagan sentir como en casa y que la experiencia toque fibras emocionales”, sostiene Deboise. Si ese es el caso, México tiene todo lo necesario para mantenerse en la arena mundial.