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Rincón de Burgerman: Butcher & Sons, pioneros que se renuevan

Hoy hablamos de todo un referente en el mundo de las hamburguesas en México
mié 08 julio 2020 04:30 PM

En el ya lejano 2012, cuando Burgerman nacía como cuenta y blog, llegó a Polanco un pequeño burger joint que quería hacer las cosas bien, diferentes y, con muy buen ojo, vio el futuro promisorio de este platillo que tanto nos gusta. Casi casi nacimos juntos y en estos ocho años hemos avanzado y crecido juntos. A veces de cerca, a veces de lejos, pero siempre en el radar. Butcher & Sons ya tiene seis sucursales en la CDMX y crece y crece. Desde siempre ha sido una buena referencia porque, simplemente, hacen buenas burgers. Ahora en esta situación del distanciamiento social y la cuarentena, se las han ingeniado para seguir trabajando a full y, además, han creado varias joyas que, aunque de paso temporal por su menú, nos han hecho muy felices a los burgermaniacos como yo.

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Para ejemplo, sólo basta la que me eché en días pasados: una colaboración con Ray’s Bar en Nueva York –un bar súper hipster en el que Justin Theroux es socio. Juntos, crearon una pequeña joya que, en el momento que vi que postearon en su Instagram, sabía que tenía que probar. Una cheeseburger engañosamente sencilla y decididamente americana. En un bollo de papa (no pude comprobar que era de la famosa marca Martin’s), dos carnes de gran factura y sabor. Seguramente los patties estaban conformados de mezcla de cortes, aplastadas y llenas de sabor y grasita. No tan grandes; entre las dos deben de haber tenido unos 150, 160 gramos. Lechuga, jitomate, cebolla y cebolla caramelizada (el viejo truco de la doble cebolla para el sabor dulcesito y el crunch), dos rebanadas de queso americano, pepinillos y salsa secreta. La foto pedía a gritos que la pidiera y la disfrutara de inmediato. La pedí, llegó bastante rápido (porque afortunadamente tengo una sucursal a muy pocas cuadras) y en su punto para comerse - quizás el Martin’s no es un pan que viaja bien, por lo que era crucial el poco tiempo de entrega.

Mientras la fotografiaba para la cuenta babeaba. Estaba tal cual la de la foto. Por fin, pude hincarle el diente y ... madre santa: no me falló. Nadita. Al contrario, me arrepentí de no haber pedido más, aunque luego me des-arrepentí porque si estaba bastante llenadora. Como decía, engañosamente sencilla en su factura: es una explosión de sabor y, aunque su simpleza desarma, su complejidad de sabor la hace triunfar. Es una hamburguesa perfecta para un bar, para un restaurante o para pedir en casa.

Pero quizás lo que más me gustó es que Butcher & Sons se haya aventado a hacer, primero, una colaboración, y segundo, algo de búsqueda. Aunque en realidad lo han estado haciendo desde que abrieron. Me gusta que no es un restaurante que se haya dormido en sus laureles y dejado que la cosa, ya bien establecidos y con un nombre y reputación bien logrados y ganados, busque darle la vuelta al balón. Sobretodo en momentos complicados como los que estamos viviendo. Yo pensaba que, como se han vuelto probablemente de las burgers más populares de la Ciudad, aplicarían el “si no está roto, para qué lo arreglas”. Y no. De todos modos ahí siguen sus grandes éxitos como la Hendrix, la Bowie o la Barrett (si, todas tienen nombres de rockeros) que básicamente tienen el mismo know how y sazón de la que me gustó. Ojalá ésta temporal la regresen al menú permanente. Por lo pronto, cualquiera de las anteriores o normales, son garantía.

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