El tourbillon antimagnético de Omega que cambia los paradigmas
Una nueva edición numerada de la colección De Ville tiene tourbillon central y ha superado las exigentes pruebas de la certificación Master Chronometer.
El atractivo del tourbillon permanece intacto desde su invención, y su auge en las últimas décadas ha impulsado el desarrollo de algunos de los relojes más increíbles de los que se tenga memoria. Este dispositivo fue patentado en 1801 por Abraham-Louis Breguet, uno de los mejores relojeros de la historia, y su objetivo es compensar los efectos de la gravedad en la regularidad del mecanismo. Para ello, Breguet colocó el órgano regulador y el escape en una jaula que realiza una rotación completa por minuto. Además de su utilidad, el baile hipnótico de la jaula con esos pequeños componentes dentro es un espectáculo que cautiva a propios y extraños.
Muchas de las marcas más prestigiosas de la industria han creado piezas con tourbillon como símbolo de su estatus y su dominio del arte de la relojería (y también porque son un buen negocio). Este año, Omega da un golpe de autoridad con la nueva edición numerada De Ville Central Tourbillon Master Chronometer.
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Lo especial de este modelo no es sólo su impresionante tourbillon central, que la firma presentó en 1994 con motivo de su centenario, sino que cuenta con la certificación Master Chronometer, una de las más exigentes de la industria. Entre otras cosas, esto significa que la jaula del tourbillon es capaz de seguir girando aun bajo un campo magnético de 15,000 gauss, un logro espectacular.
Para obtener el título de Master Chronometer, los relojes de Omega tienen que superar ocho pruebas METAS que se aplican sólo a mecanismos que ya tienen el certificado cronométrico COSC (Contrôle Officiel Suisse des Chronomètres). Una de esas pruebas verifica que el funcionamiento de la maquinaria y del reloj completo no se vea afectado por la exposición a campos magnéticos como los de los celulares, los cierres metálicos de bolsos, las computadores portátiles o las puertas automáticas, entre otros.
Además, este De Ville es el primer tourbillon de carga manual de Omega. La caja del reloj, de 43 mm de diámetro, está hecha de dos materiales exclusivos de la marca: el cuerpo central, el logotipo de la hebilla y el de la corona son de oro Canopus de 18 quilates, una aleación de oro blanco que se distingue por su brillo, blancura y longevidad; las asas, el bisel y el reverso de la caja son de oro Sedna de 18 quilates, una aleación de oro rosa con un tono intenso.
La esfera también es de oro Sedna con tratamiento PVD negro y acabado tipo “sol”. Por supuesto, el tourbillon domina todo. El giro de la jaula, con elementos de titanio ceramizado negro y pulida a mano, es de una revolución cada minuto, por lo que sirve como indicador de los segundos. Las manecillas de las horas y los minutos han sido colocadas también en el centro, gracias a una compleja estructura ideada para este tipo de relojes.
Su mecanismo es el calibre Omega Co-Axial Master Chronometer 2640, con escape co-axial, que se puede apreciar en el reverso a través del cristal de zafiro. Los puentes y la platina principal son de oro Sedna y han sido biselados a mano. Se pueden apreciar los dos barriletes conectados por un puente en forma de arco, donde está el indicador de reserva de marcha de tres días.
Los componentes tienen un acabado tipo frosted gold y, en el centro, está el logotipo de Omega con el número del ejemplar. De acuerdo con la firma, cada uno de estos guardatiempos es elaborado a mano por un selecto grupo de maestros relojeros del Atelier Tourbillon y su fabricación toma un mes.
Se trata de un nuevo hito para la empresa creadora del Speedmaster, el cronógrafo que viajó a la Luna en 1969 con los astronautas del Apolo 11. Aunque es más conocida por sus relojes de estilo deportivo, esta casa tiene una relación larga y prolífica con el tourbillon.
En 1947, la firma creó el primer mecanismo con tourbillon para un reloj de pulsera, que participó con éxito en concursos de precisión de observatorios europeos. En 1994, lanzó el primer reloj de pulsera automático con tourbillon central, una posición poco usual para este dispositivo, que, por lo general, es colocado a las 6 horas. En 2004, dio a conocer el primer tourbillon de pulsera con certificado de cronómetro. Ahora supera esos logros con un guardatiempo que recordaremos durante muchos años.