"Pensamos que esto iba a durar tres o cuatro semanas y ya llevamos casi cuatro meses", se lamentó Octagón, uno de los luchadores más representativos del país, vestido en su tradicional quimono negro y una máscara con motivos asiáticos.
"Nos ha pegado porque todas las arenas, los gimnasios, las plazas, todo se ha cerrado. Y, si no luchamos, no ganamos dinero", agregó en un gimnasio vacío el deportista que lleva un tercio de sus 59 años haciendo llaves y acrobacias sobre las lonas de México, Estados Unidos y Japón.
Más de una docena de enmascarados prefirieron no revelar cuánto ganaban por su trabajo, pero todos coincidieron en que, con las funciones suspendidas y los pocos ahorros agotándose, cada día se les hace más difícil subsistir.
Golpe de ayuda
Tras las restricciones de marzo, algunos deportes como el futbol han vuelto, aunque sin público, algo inadmisible para la lucha libre, que obtiene gran parte de sus ingresos de la taquilla.
En su peor momento, la pandemia pulverizó 12 millones de puestos de trabajo en México, entre formales e informales, según cifras oficiales. La lucha libre, el deporte más popular en el país detrás del futbol, agrupa a entre 5,000 y 7,000 luchadores, la mayoría independientes, sin seguro ni pensión.