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"El problema no es que seas hombre, es lo que te enseñaron que debes ser"

Alberto Guerra, protagonista de 'La Jauría', nos abrió digitalmente las puertas de su casa, pero también las de su vida interior para hablar a fondo desde lo profesional hasta lo personal.
vie 10 julio 2020 07:45 AM
Foto: Alberto Guerra/Gunther Sahagún

Alberto Guerra posa en la sala de su casa frente a un piano negro, herencia de su suegro, el difunto actor Gonzalo Vega. Mira fijo a la cámara de su iPhone y, tras unos segundos, después de que el temporizador se acciona automáticamente, se acerca al tripié para ver qué tal le quedó la imagen y la comparte a través del grupo de WhatsApp que creamos para Life and Style; Gunther Sahagún, el editor de foto, le hace unos comentarios y Alberto vuelve a intentarlo.

Luego de repetir la toma, el actor cubano se aleja del piano y el equipo editorial de la revista lo vemos a través de una sesión de zoom. Todos estamos en su casa y, como si desafiáramos las leyes de la física, también en nuestros hogares. “Qué cosa más rara es esto”, dice Alberto, y provoca una risa colectiva que hace más fácil lo que es –en efecto– la sesión fotográfica más extraña que hemos hecho.

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Alberto Guerra Life and Style 1

Esta ventana de excepción es, sin embargo, la excusa para que se logre algo que cada vez pasa menos en la industria del entretenimiento: tener tiempo para hablar y, así, lograr capturar la dimensión humana del artista. Por lo general, las entrevistas con actores, directores o músicos son en habitaciones de hoteles de lujo, y los periodistas deben plantear sus preguntas en el menor tiempo posible, pues se cuenta con muy poco tiempo.

Pero esta vez no hay prisa, esta vez es diferente, esta vez –una tarde antes la sesión de fotos– lo que más hay es tiempo para conversar. Alberto está dispuesto, escucha con atención y responde honestamente, algo que es bueno para el ejercicio periodístico, pues una entrevista –como el tenis– solo es buena si el otro tiene la voluntad de responder un buen disparo.

Alberto jugó en serio, con calma y buenos reveses, y después de hora y media de charla, hasta parecía que sudó la camiseta. El actor cubano habló desde su vida en La Habana y su llegada a la Ciudad de México, pasando por temas complejos como la violencia de género —debido al estreno de la serie La jauría en Amazon Prime Video—, hasta situaciones tan íntimas como priorizar el trabajo sobre la paternidad, el estigma de sus tatuajes al inicio de su carrera y su constante lucha por cuestionar los estereotipos y el poder.

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Alberto Guerra 2 Life and Style

¿Qué pensabas de niño cuando te sentabas en el malecón a ver el mar, con La Habana a tus espaldas?

Yo no pensaba en eso, la verdad, porque me di cuenta de la realidad en la que vivía hasta que me salí de ahí. Crecí en uno de los periodos especiales más duros. Para mí, la normalidad era no tener luz 12 horas al día, ver a mi mamá desayunar agua con azúcar para que yo me pudiera tomar el vaso de leche o que nos tocara un solo pan a cada miembro de la familia. Era mi realidad, pero no tenía un punto de comparación. Nunca anhelé Estados Unidos. Sí tengo muy clara la libertad con la que me podía desaparecer de casa a los 10 años por muchas horas, sabiendo que nadie me iba a robar, secuestrar o violar. Con la madurez, hoy para mí el mar alrededor de Cuba significa mucha más turbulencia de lo que es la tierra de la isla.

Todo apunta a que nos tocará vivir cuesta arriba por algún tiempo debido a la situación actual. ¿Cuál fue la lección más valiosa de haber vivido con lo básico, o a veces hasta sin eso, en Cuba?

El tener da una cosa que es querer tener más. Creo que hoy, como padre, me doy cuenta de que uno hace lo que sea con tal de ver a sus hijos bien, física y mentalmente. Soy parte de una generación que estamos acostumbrados a creer que mientras más cosas y seguridades le podamos dar a nuestros hijos, mejor, y no necesariamente es así. Nos toca aprender que las lecciones y herencias que les podemos dar a nuestros hijos van mucho más allá de nuestras capacidades para pavimentarles el futuro; se trata de forjar a la persona que traen dentro. Y respondiendo a tu pregunta, creo que regresaremos a esas raíces en donde todos vamos a empezar a ser un poco iguales, porque esta realidad no es ajena a nadie. Es momento de enseñarles a nuestros hijos a que luchen por sus sueños, pero también a que si no los consiguen todos, no pasa nada.

En ese sentido, ¿estás en paz con cosas que sabes que ya no vas a lograr?

Sí, una de las cosas más importantes en esta carrera es la mutación de la meta. Es una carrera que, hasta cierto punto, solo te permite lo que tu edad te permite, como de futbolista, ese es el ejemplo perfecto. Me hubiera encantado interpretar a un atleta, pero si ahora me llega ese papel será para interpretar a un deportista que está a punto de retirarse, y estoy en paz con ello. A los 20 me hubiera encantado haber migrado a otro lugar y verme con la carrera de Brad Pitt, pero no sucedió así y está bien, porque me di cuenta de que tenía mi propia trayectoria y que, para el actor, lo más importante es andar su propio camino.

Siguiendo con la metáfora del futbolista, todo ellos se casan y son padres muy jóvenes, pero el actor no, ¿por qué?

Es que el actor necesita cagarla en la vida; el futbolista rara vez tiene esa oportunidad, porque si la caga en la vida, repercute en su rendimiento atlético. El actor necesita cometer errores para sentir cosas que luego llevará a la pantalla. La gran diferencia entre el actor que yo era, por ejemplo, es que cuando mi hija Penélope era muy chiquita –que ahora tiene 19 años–, para mí no había nada más importante que mi carrera, ni siquiera mi hija mayor. Esto lo he hablado con ella y por eso me siento con la libertad de decírtelo, porque sé que son fibras sensibles y ningún hijo quiere escuchar eso, pero también es la realidad.

Yo no lo entendía en su momento, y hoy para mí no hay nada más importante que Penélope, Lua, Luca y Zuria [Vega, su esposa y colega de profesión]. He escuchado que muchos dicen que no quieren dejar de ser persona por ser padre o dejar pasar cosas de las cuales se van a arrepentir, pero con la edad te llega la certeza de que lo único de lo que te vas a arrepentir es de no haber estado con tus hijos. Yo no me perdono haberme perdido gran parte de la infancia de Penélope, y aunque está hablado y nos llevamos increíble, en serio que no me lo perdono. Y ahora, sabes… [Alberto toma un tiempo y sonríe tranquilo] ya ni me acuerdo de cuáles eran esos personajes por los que lloré porque no los conseguí, pues al final llegaron otros.

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Alberto Guerra 3 Life and Style

¿Cómo fue tu llegada a México?

¡Abrupta! Recuerdo claramente haber sentido un frío que jamás había experimentado y salir del aeropuerto y ver en el viaducto los espectaculares con publicidad de todo tipo, porque era antes de la navidad. Ahí comprendí la diferencia entre Cuba y cualquier otro país, entendí la realidad de la cual yo venía porque, hasta ese momento, no tenía el punto de comparación que me dio México desde el primer instante: coches por todos lados con diseños que no sabía que existían, comerciales de Coca Cola… En La Habana estaba acostumbrado a ver espectaculares políticos con Fidel y Ernesto “El Che” Guevara.

¿Te costó adaptarte a la cultura y el país?

Fue duro. No teníamos dinero cuando llegamos, vivíamos en un departamento muy pequeño, enfrente de Centro Médico, en el límite de la colonia Doctores y Roma, donde yo dormía en el sofá cama de la sala. No me sacaron de Cuba por la realidad que estábamos viviendo, yo sabía que salir de Cuba significaba tener más oportunidades y una mejor vida. Pero al llegar aquí no podía salir a la calle por la inseguridad ni podía jugar beisbol en un equipo porque eso costaba dinero (no era gratis como allá), o no podía tomar clases extracurriculares porque costaban.

No todos saben que eres cubano porque no tienes acento. ¿Cuándo lo perdiste?

No recuerdo cuándo pero sí que fue una barrera, porque aunque es el mismo idioma, la forma de hablar era algo que a mí me distanciaba muchísimo de los adolescentes de la Secundaria Diurna No. 3 Héroes de Chapultepec. En vez de “agarrar” yo decía “coger” y ya te imaginarás, me jodían (porque la palabra bullear ni existía), y yo vengo de una cultura como la mexicana en la que el pedo que tengamos pues lo solucionamos a madrazos. Entonces me agarré a golpes un año y medio, y poco a poco me fui sintiendo parte de aquí y me abrazaron. Son procesos de adaptación, y varios amigos míos de hoy los conocí en esa etapa.

¿Qué más descubriste al llegar a México?

Las clases sociales y fue curioso cómo me di cuenta. A mí me gustaba vestirme como cholo de los 90: pantalones aguados que se me caían y camisas negras de Metallica, enormes, y traía aretes y me iba a fumar mota a Tepito. Un día, un amigo me dijo: “Tienes que tomar una decisión, ¿o eres naco o eres fresa?”. Yo en serio no entendía, él me decía que, siendo blanco, estaba muy raro que me vistiera así y que fuera a ese barrio. Pero también fui descubriendo que el capitalismo, cuando no está visto desde una perspectiva voraz, tiene grandes ventajas. Creo que todos los sistemas políticos y económicos están caducos y necesitamos inculcar a las nuevas generaciones a no estudiar los modelos pasados, sino a entenderlos para cambiarlos y mejorar.

Alberto Guerra 4 Life and Style

Sería bueno una generación que desarrolle un modelo en el que la salud sí sea una prioridad del sistema y no estar rebasados de esta forma durante una pandemia…

Exacto, no hay sistema de salud, económico y social que aguante la pandemia. Se tiene que estudiar lo que pasa y evaluarlo. Creo que nos estamos enfocando mucho en el discurso de que saldremos de esta pandemia siendo mejores personas, pero hay que empezar por saber qué sistemas queremos cambiar y cómo queremos que nos gobiernen. El problema es tan grande en tantos sentidos que, en este momento, las pequeñas acciones ciudadanas, como no consumir popotes, ya no ayudan, pueden tener cierta repercusión pero no van a cambiar el mundo. Si quieres cambiar el planeta tienes que exigir mejores líderes y sistemas de gobierno, y hay que hacerlo presionando a los que tienen el poder.

Ya que hablamos de problemas estructurales, imagino que actuar en La jauría, una serie que explora la violencia de género, debió tocar algunas fibras sensibles en ti por el hecho de ser padre.

Sí, creo que parte de nuestra responsabilidad es educar a nuestros hijos para que ellos vayan arreglando el caos que les vamos a dejar. Yo sí quiero, por ejemplo, que mis hijos sientan que a partir de su viejo hubo un cambio, una ruptura. Creo en poder sacar a las estructuras de poder de su lugar, llámese masculinidad o poder blanco, las que han sido históricamente opresoras, y que las historias son un buen vehículo para que las personas se cuestionen a ellas mismas y al mundo en el que viven.

¿Es más fácil generar cuestionamientos con plataformas de streaming que tienen un alcance global?

Claro. Hay dos formas de aprovechar la popularidad masiva que tienen las plataformas de streaming: una es el entretenimiento per se, que es sumamente válido, y la otra es aprovechar algo que no habíamos tenido en la televisión nacional: la oportunidad de hablar sin censura, de no pertenecer a la misma fórmula para hacer televisión.

Ha habido intentos. Epigmenio Ibarra lo intentó en los 90 con Mirada de mujer y Nada personal

Sí, son pocos, pero incluso las novelas de Epigmenio pertenecían a TV Azteca, y por más que él quisiera, había ciertos valores morales que no entraban en lo que esa televisora quería tener en sus pantallas. Yo mismo recuerdo que el hecho de que yo tuviera tatuajes, era un problema en TV Azteca. Pensaba: “¿Ustedes no tienen problema en mostrar fantasías aspiracionales pero sí con un poco de tinta en mi piel?”. Ese era el tipo de cosas con las que teníamos que vivir en las televisoras nacionales. Hay que aprovechar el momento en el que estamos, dejando de ver esas pendejadas y centrándonos más en temáticas realmente importante, que hagan que te cuestiones, y que a través de la ficción se plasmen los verdaderos retos sociales.

Alberto Guerra 5 Life and Style

No me interesa el significado de tus tatuajes, pero sí quiero saber qué representa para ti un tatuaje como concepto.

De entrada, cada uno de mis tatuajes dejó de tener el significado que tenía… Estoy en un punto en el que, si pudiera, me quitaría el 90 por ciento de ellos [risas]. Llegué a la conclusión de que uno debe hacerse tatuajes después de los 30 años… y sobrio. Me tatué muchas cosas sin significado. Pero los tatuajes de los últimos años, que tienen que ver con mis hijos, son con los que estoy en paz. Respondiendo a tu pregunta, cuando me los hice era porque, de alguna manera, ser actor y tener tatuajes aquí en México significaba ir en contra de la lógica y del sistema.

¿Te gusta ir contracorriente?

Puedo proyectar eso, pero no me siento rebelde, me siento como una persona que tiene convicciones. Soy muy flexible, porque sobre todo quiero envejecer sin tanta necedad en la vida. Pero al principio de mi carrera, hace 20 años, hubo cantidad de ejecutivos de la industria que me decían que debía haberme operado la nariz, que me cambiara el nombre porque ya había un director técnico de futbol que se llamaba así. Entonces, me fui asegurando un método de defensa: si me iban a dar un papel no iba a ser porque tenía la nariz perfecta ni porque le lamía las botas a alguien; si me lo iban a dar era porque yo era el indicado para ese rol y por mi talento. Supongo que fui haciendo ciertas cosas que rechazaran ese sistema y eso representan un poco mis tatuajes, de cierta manera, porque mientras más me decían que no me tatuara, más lo hacía. A mí me funcionaron los tatuajes en su momento para no alejarme de mí mismo y pelear con el estereotipo de que, para estar en la televisión, tienes que tener nariz perfecta y no cuestionar… y yo siempre voy a cuestionar.

¿Quién te enseñó a cuestionar?

Viene cien por ciento de mi madre, Griselda Ramos. Por ejemplo, yo tuve que salir de Cuba en el momento en el que mi madre tomó la decisión de hacerlo, porque ella pensaba: “O lo saco de este país o va a tener la edad suficiente para hacerse una balsa con sus amigos y lo más probable es que se me muera en el mar”. Yo perdí amigos así. Era parte de la realidad cubana. Mi madre siempre ha sido una persona que cuestiona a diestra y siniestra y, sobre todo, ha tenido una congruencia en la vida entre lo que piensa y cómo actúa, que para mí ha sido sumamente importante.

Supongo que La jauría hizo que te cuestionaras acerca de temas sensibles, sobre todo ahora que eres padre. Noté en la serie que algunos personajes que no creen en la equidad de género tenían padres ausentes. ¿Es esa ausencia un camino hacia la violencia de género?

Lo que te puedo decir… [Alberto hace una pausa y reflexiona] Mira, he hablado con amigas que son madres, convencidas de que esto [la violencia de género] tiene que cambiar, y lo que sabemos hoy por hoy es que el patriarcado ha sido alimentado de igual manera por las mujeres, si no se cuestionan. Entonces, toda esta lucha por la equidad de género, todo este esfuerzo que se hace por revertir o emparejar una situación, no tiene que ver con géneros, sino con una ideología. He escuchado a mujeres que dicen: “Agradece que te dejan votar y trabajar”, y no lo puedo creer: “Espérate, a ver…”. Eso es contra lo que se lucha y, además, muchos hombres no entienden: demasiados creen que la lucha es contra de ellos y no es así, es una lucha contra las estructuras de poder y tiene que ver con cosas mucho más profundas como el simple hecho de “sólo por ser hombre”. Mientras ésta siga siendo una batalla que muchísima gente no entiende, la van a rechazar, porque es natural no querer algo que no comprendes. El problema no es que seas hombre, sino lo que te han enseñado que debes ser, y el problema es que no sólo a ti, sino a tu mamá y a tu abuela y a tu bisabuela les inculcaron esa ideología. Pero ahora tenemos la oportunidad de cortar esa liga y enseñarle algo distinto a nuestros hijos, hombres y mujeres, por igual.

¿Cómo tomas decisiones profesionales ahora? ¿Qué sacrificios medidos tomas?

No me gusta cuando los padres dicen que están haciendo un sacrificio por sus hijos; en realidad, están tomando una decisión. Siempre que veas a los hijos y la familia como un sacrificio, pues no los vas a disfrutar como lo que son. Yo te puedo decir que jamás aceptaría ahora un proyecto que me alejara de mi familia seis meses.

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¿Cuánto tiempo te fuiste a Chile para filmar La jauría, por ejemplo?

Tres meses, pero Zuria y yo tenemos un trato: no pasar más de dos semanas sin vernos. Cuando estuve en Santiago sí fue una excepción por la distancia, porque son 11 horas de vuelo, y tardamos tres semanas en vernos; fue lo máximo que pasamos separados. Ese sí es un sacrificio: volar un chingo de horas para poder estar con mi familia y regresarme rápido. ¿Me importa mi carrera? Sí, muchísimo, porque amo lo que hago, pero es un trabajo y mi familia no lo es, es la razón por la que me esfuerzo en el trabajo. Así de sencillo.

Cambiando de tema, ¿qué lugar ocupan en tu vida la pintura y la escritura?

La pintura y el dibujo me han acompañado toda mi vida, y por estas disciplinas nació mi interés por el arte en general. Es una herencia de mi madre, Griselda, que trabajaba en el ministerio de cultura en Cuba como el vínculo entre los artistas plásticos cubanos con otros países y las bienales. Por muchos años sólo actué por pasatiempo porque quería ser pintor, diseñador o arquitecto. Ahora el dibujo es una gran vía de escape mental, un lugar al que puedo dedicarle horas que no significan más que relajación. No tiene un propósito y necesito de algo así: hacer por placer, sin pensar en productividad o metas.

Sé que escribes y estás trabajando en un proyecto que llevarás a la pantalla, ¿qué significa la escritura para ti?

Significa el paso evolutivo en mi carrea. Tengo claro que en algún momento voy a dirigir, y el primer paso para eso es ser capaz de construir una historia, aprender a enfrentar la hoja en blanco y narrar con estructura. Ser actor me ha ayudado muchísimo, porque desarrollas otro músculo. La escritura es algo que significa esa misma relajación, pero sí tiene un propósito muy claro: un futuro en mi carrera. Fundé una casa productora, Paralelo Content, con un amigo director, Ricardo Castro, porque es lo que me gusta: producir, escribir, actuar y, futuramente, dirigir; esto espero que pase a mediano o corto plazo. Pero escribir me gusta porque me aleja de esta necesidad de estar actuando todo el tiempo, que no es sana.

¿Has cambiado como persona y han cambiado tus objetivos durante la pandemia?

A la conclusión a la que llegué es que me es muy difícil entender lo que estoy sintiendo en este momento. Creo que hasta que no pase todo esto y lo mire en retrospectiva, no voy a entender qué fue lo que realmente causó en mí. Es que nos está pasando algo muy cabrón en el mundo, como especie, que no teníamos calculado. Eso he aprendido: no tratar de entender todo ahora mismo.

Créditos:

Equipo Life and Style
Juan Jose Martín (editor de arte), Salvador Cisneros (editor de entretenimiento), Gunther Sahagún (editor de foto)
Carolina López (representante de Alberto Guerra), Viridiana López (diseñadora), Alberto Guerra (actor y fotógrafo por la pandemia)
Celeste Anzúrez (coordinadora de moda)

Foto: Alberto Guerra /Gunther Sahagún
Diseño: Juan José Martín y Viridiana López
Styling: Celeste Anzúrez

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