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Cazadores de olas: el surf en Portugal pone a prueba la relojería de precisión

Por invitación de Tudor, pasamos tres días en Portugal en compañía de un escuadrón de arriesgados surfistas. Solo así pudimos entender la complejidad y exigencia física del Big Wave Surfing.
vie 26 septiembre 2025 12:29 PM
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Tudor Surf Experience 2025 nos llevó a vivir la experiencia del surf en Porgutal. (Foto: Cortesía)

“¡Bienvenidos a Portugal! Estamos muy contentos de que nos acompañen a la Tudor Surf Experience 2025. A lo largo de estos días, podrán experimentar el asombroso poder del mar”. Con estas palabras nos recibió Nic von Rupp, embajador de la relojera suiza desde 2022, en Óbidos, una villa localizada a unos 90 kilómetros al norte de Lisboa desde la que exploraríamos las zonas costeras de los alrededores, especialmente las de Nazaré.

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Aunque siempre me he sentido fascinado por la inmensidad de los océanos, la idea de navegar las aguas de esta población portuguesa, famosa por sus olas gigantes, me generaba cierta inquietud. A juzgar por las risas nerviosas del resto del grupo, el sentimiento era compartido. Todos estábamos ahí para poner a prueba el famoso reloj Pelagos de Tudor –justamente en las condiciones para las cuales fue creado–, pero también para ponernos a prueba a nosotros mismos.

A la mañana siguiente, nos dirigimos a Peniche para nuestras clases de surf. Con trajes de neopreno y muy buena actitud orientamos nuestros pasos hacia una pequeña bahía de oleaje suave en la que decenas de personas iban familiarizándose con los principios básicos de este deporte. Tras un calentamiento grupal, nuestros instructores nos explicaron la manera correcta de colocar el cuerpo sobre la tabla, de enfilarnos para tomar impulso con las olas y de ponernos de pie (o al menos intentarlo).

El agua fría, la adrenalina generada por la aventura y los pequeños triunfos alimentaron la confianza grupal. Si bien no salimos de ahí siendo expertos, todos pudimos experimentar esa sensación de, aunque fuera por pocos segundos, mimetizarnos con el mar, de caernos y volver a levantarnos, de intentarlo una y otra vez, de no darnos por vencidos…

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Nic von Rupp, embajador de Tudor. (Foto: Cortesía)

Ya durante la tarde, llegó la oportunidad de platicar en persona con Von Rupp y Clément Roseyro, dupla con la que éste ha trabajado para lograr sus proezas de los años recientes. Teniéndolos en frente llega a mi cabeza el lema de TudorBorn to dare (Nacidos para atreverse)– y me pregunto si ellos nacieron siendo almas aventureras o si se hicieron con la práctica. “Fui muy libre mientras crecía. Vivía rodeado de naturaleza, así que aprendí a ser aventurero. Pero también le tenía miedo al océano, así como a las rocas y a los animales que viven debajo del agua. La realidad es que, sobre todo, aprendí a ser aventurero en el agua y eso hizo que me volviera un apasionado y un adicto a las experiencias dentro de ella”, recuerda Von Rupp. “Fui dando pequeños pasos y así fue como evolucioné en el surf: siendo aventurero y enfrentando mis miedos”, añade tras una breve pausa.

Fui dando pequeños pasos y así fue como evolucioné en el surf: siendo aventurero y enfrentando mis miedos.
Von Rupp, surfista
Foto: Tudor

Queda claro que tanto Von Rupp, quien creció en Sintra y comenzó a surfear a los 9 años, como Roseyro, de nacionalidad francesa, son criaturas terrestres que han hecho del océano su segundo hogar y de las olas su vehículo favorito. “Para mí, surfear es mucho más que un deporte. Intento hacerlo todos los días aunque las olas no sean las mejores; de otro modo, me siento triste”, comparte Roseyro. “Enfrentarnos a nuestros miedos, enfrentarnos a esas olas gigantes e ir más allá de nuestros límites es parte de nuestra vida”, añade.

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La preparación de los surfistas incluye meditación. (Foto: Cortesía)

El momento de explorar Nazaré llegó con el amanecer del tercer día. El primer punto de la visita fue el famoso faro de la Praia do Norte, punto desde el cual se aprecia la dramática configuración de este tramo de la costa portuguesa con sus imponentes acantilados. Desde ahí, Von Rupp nos compartió algunos detalles de la topografía submarina que permiten que durante el invierno se produzcan las enormes olas a las que se enfrentan los competidores de la Big Wave Surfing. Ahí mismo, se ha montado un pequeño museo en el que se exhiben las tablas usadas por algunas de las leyendas que se han enfrentado al mar de estas latitudes, entre ellas Garrett McNamara, quien al montar una ola de más de 23 metros en 2011 puso este punto del planeta en la mira del mundo.

Con esta perspectiva y los datos que se nos van revelando, uno entiende que en este deporte extremo son pocas las cosas que están bajo el control de los atletas y que, en realidad, su trabajo es prepararse física y mentalmente con todo el rigor posible y sellar un pacto de colaboración con las olas.

Probablemente esto explique su deseo incesante de intentarlo una y otra vez, pues las condiciones siempre son cambiantes. “Entrenamos mucho dentro y fuera del agua. La realidad es que nunca podremos decir que estamos lo suficientemente preparados para enfrentarnos a una ola gigante. Damos lo mejor de nosotros, nos preparamos e intentamos tomar las decisiones correctas. También jugamos y nos divertimos, pero siempre debemos pensar en todo lo que puede pasar. Desde luego, tener un equipo y saber que puedes confiar en ellos es la mejor ayuda”, afirma Roseyro.

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El reloj Pelagos de Tudor fue creado para condiciones extremas como surfear en las olas más altas del mundo. (Foto: Cortesía)

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La siguiente parada es un espacio que se ha convertido en el centro de operaciones de Mountains of the Sea, una organización liderada por Von Rupp que tiene la misión principal de romper récords de Big Wave Surf alrededor del mundo. Además de explicarnos todas las características y especificaciones técnicas del equipo utilizado para el deporte –tablas, chalecos salvavidas, equipo de seguridad y comunicación, trajes de neopreno, etc.–, también nos habla del rol de cada miembro del equipo, pues el éxito en cada competencia depende del trabajo coordinado de muchas personas unidas por la pasión por el mar y su espíritu temerario.

Mantenerme humilde y tener los pies sobre la tierra [o el agua] es la lección más grande que me ha enseñado el mar. Siempre habrá algo más grande que tú y cada vez que comienzas a ser un poco arrogante en el mar, este te pone en tu lugar.
Nic von Rupp, surfista

Desde el spotter –quien localizado en un punto estratégico del faro se comunica con el equipo que está dentro del agua para decirles en qué momento tomar las olas–, hasta el escuadrón que a bordo de potentes motos acuáticas ayuda a los competidores a salir del agua una vez que se han deslizado a lo largo esos enormes muros de agua. La seguridad y, en casos extremos, la vida de todos ellos depende de la capacidad de reacción y de la confianza que han logrado construir a lo largo de los años.

Además de subirse a la tabla todos los días, su entrenamiento incluye ejercicios de fuerza, la práctica de apnea, ejercicios de meditación y de los protocolos de rescate y seguridad. Pero también hay algo de perfeccionismo compartido. “Como surfistas, nunca estamos totalmente felices con lo que hicimos sobre cierta ola. Todo el tiempo pensamos que pudimos ir más profundo, ser más rápidos o hacer algo de una mejor manera. Son pequeños detalles en los que la gente no se fija, pero en los que nosotros que somos unos apasionados del océano sí nos fijamos”, asegura Roseyro.

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En un pequeño museo de Nazaré, Portugal, se exhiben algunas de las tablas de leyendas del surf. (Foto: Cortesía)

Y de la teoría pasamos a la práctica. En compañía de todos ellos, abordamos un bote que nos lleva mar adentro. Es nuestro turno de correr a toda velocidad en esos jetskis, saltar olas y recrear las tácticas de ayuda para salir del agua. Desde ahí, todo se ve distinto y podemos confirmar que la del mar es una fuerza que impone su autoridad. ¿Y qué han aprendido ellos en tantos años de convivir con él? “Mantenerme humilde y tener los pies sobre la tierra [o el agua] es la lección más grande que me ha enseñado el mar. Siempre habrá algo más grande que tú y cada vez que comienzas a ser un poco arrogante en el mar, este te pone en tu lugar. También es muy importante mantenerte enfocado en tu objetivo”, sostiene Von Rupp.

Los aprendizajes después de una experiencia como esta necesitan tiempo para asentarse. En la calma comienzan a revelarse algunas verdades y la importancia de salir de nuestra zona de confort y enfrentarnos a situaciones que nos intimidan adquiere un nuevo valor. Como sabiamente dice Von Rupp: “El surf es como un reflejo de la vida”. Y con una claridad mental que desarma, ahonda en esta afirmación, “Todos tenemos esa ola gigante, ese sueño enorme que queremos conquistar, ya sea como deportista, como periodista, como emprendedor o en nuestras vidas familiares. Y siempre habrá retos a los que tendremos que enfrentarnos; así es el surf. Es un camino incesante que se recorre con determinación todos los días para llegar a esa gran meta”.

Todos tenemos esa ola gigante, ese sueño enorme que queremos conquistar.
Nic von Rupp, surfer

Si nacemos o no siendo aventureros ya no es la cuestión. “En realidad creo que no nacemos con una propensión natural para correr riesgos, sino que nos ponemos en situaciones que nos hacen atrevernos”, reflexiona. Para ellos esta es una forma de vida, una de la que todos podemos extraer algo valioso. “Creo que eso es lo que hemos hecho toda nuestra vida, atrevernos, dar un paso más allá, salir de nuestras casas, llegar al mar, ponernos el wetsuit, surfear olas sin importar si son pequeñas… Al día siguiente serán un poco más grandes y constantemente debemos alimentar ese espíritu para retar nuestros límites”.

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Tudor Pelagos. (Foto: Cortesía)

Y es que si algo no debemos perder de vista es que, tanto en el mar como en la vida, todas y cada una de las olas son distintas, razón por la que todos tendríamos que seguir soñando con surfear, sea lo que esto signifique para cada uno.

PELAGOS ULTRA, EL RELOJ DE TUDOR PARA LOS MEJORES SURFISTAS DEL MUNDO

Lanzado en 2025, este robusto reloj fue diseñado específicamente para superar los retos relacionados con el buceo de saturación. Entre sus capacidades técnicas más destacables están su hermeticidad de 1,000 metros, un sistema de ajuste de brazalete patentado y una caja de titanio de 43 mm con bisel unidireccional.

El contraste entre la esfera negra y el revestimiento luminoso de los índices y las agujas Snowflake –distintivo de los relojes de submarinismo de Tudor introducidos en 1969– garantizan una mayor visibilidad en las profundidades. Además, cuenta con una certificación Master Chronometer otorgada por el METAS (Instituto Federal Suizo de Metrología).

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Tudor Surf Experience 2025. (Foto: Cortesía)

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