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La increíble Clase G de Mercedes-Benz intervenida por artesanos oaxaqueños

El taller de Jacobo y María Ángeles, famoso por sus figuras en madera de tonas y nahuales, pintó a mano un ejemplar del todoterreno de la marca alemana con gráficos precolombinos.
dom 20 septiembre 2020 02:36 PM
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Las colaboraciones entre marcas de lujo y artesanos que preservan las tradiciones de sus culturas no son inusuales, lo que no impide reconocer cuando el resultado final de uno de estos proyectos es simplemente excepcional. Es el caso de la Clase G intervenida por los artesanos oaxaqueños Jacobo y María Ángeles que Mercedes-Benz presentó esta semana.

La Clase G es el emblemático vehículo todoterreno que la firma alemana ha producido desde hace más de 40 años, lo que lo convierte en el antecesor de todos los SUV de la compañía y su modelo de pasajeros con más tiempo en fabricación.

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El taller de Jacobo y María Ángeles está en San Martín Ticajete, un pueblo de los valles centrales de Oaxaca donde ambos nacieron. Jacobo es especialista en el tallado de madera, un oficio que empezó a practicar a los 12 años, mientras que a la misma edad María ya era la mejor pintora de su casa por la manera de decorar las figuras.

Su talento se ha reflejado en la creación de magníficos tonas, nahuales y alebrijes tallados en madera de copal, y decorados con patrones y tintes de inspiración preshispánica.

Según la explicación del taller, el nahual representa a un animal fusionado con el humano, es considerado un protector y cada persona, al nacer, tiene ya el espíritu de un animal que se encargará de protegerlo y guiarlo. Para la cultura zapoteca, el tona es una animal mítico y protector que comparte el destino y el alma con una persona, y está vinculado a todo individuo desde la fecha de su nacimiento. Los tonas se convierten en nahuales al fusionarse con el espíritu de un humano.

Los alebrijes nacen de la imaginación o de los sueños. A veces pueden ser la representación de un nahual y llegan a convertirse en figuras personalizadas con significado espiritual.

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Los ocho artesanos involucrados utilizaron pintura, tintes acrílicos y barniz automotriz sobre metal, y la obra tomó 175 días.

En el caso de la colaboración con Mercedes-Benz, la decoración pintada a mano de la Clase G tomó como inspiración los tres puntos de la estrella de la marca, que representan los tres motores que se fabrican para el transporte aéreo, marítimo y terrestre. El emblema fue relacionado con los tres tonas de los poderes zapotecas: el águila (viento), la serpiente (inframundo) y el jaguar (tierra).

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La Clase G fue decorada con los tres tonas de los poderes zapotecas: el águila (viento), la serpiente (inframundo) y el jaguar (tierra).

Es el jaguar quien dota de fuerza a la Clase G y la protege, aunque la obra integra a los tres animales sagrados, visibles con ojos en el cofre y los faros.

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El grado de detalle en la decoración de la Clase G es impresionante.

Esta obra rescata la tradición y el talento que se requieren para la fabricación tanto de automóviles como de artesanías, con gráficos precolombinos, colores típicos de Oaxaca y México –como el amarillo, negro y rojo–, además de una bandera de los pueblos indígenas americanos visible en el techo, que se combina con los elementos de una bandera de carreras.

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Jacobo y María Ángeles durante el evento de presentación de la Clase G en Oaxaca.

Los ocho artesanos involucrados utilizaron pintura, tintes acrílicos y barniz automotriz sobre metal, y la obra tomó 175 días.

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La sabiduría de los artesanos oaxaqueños quedó plasmada en esta Clase G.

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