OPINIÓN | La experiencia humana de todos los días, por Daphne Ibargüengoytia

La plática nos condujo a un debate: sus puntos de vista me hicieron reflexionar sobre el papel del arte en el mundo de hoy, y no precisamente para los que lo amamos y disfrutamos, sino para una sociedad obsesionada con lo práctico y lo inmediato, inmersa en las problemáticas de la vida diaria y que no tiene tiempo para valorar la relevancia de sus expresiones.

Considero que la importancia del arte radica en la experiencia humana de todos los días, incluso cuando no lo reconocemos. Es una necesidad vital que la sociedad suele subestimar. Vivimos en un mundo enfocado en la productividad y los números donde el arte incomoda porque no se puede medir ni justificar en términos económicos inmediatos. Sin embargo, es precisamente su capacidad para evadir fórmulas lo que lo convierte en indispensable: desafía normas, denuncia injusticias y, lo que me parece más importante, da voz a la sociedad, especialmente a aquellos grupos y personas marginadas o silenciadas.

Sin la creatividad y el pensamiento crítico nos enfrentaríamos a una sociedad conformista y homogénea. La única forma de que una sociedad prospere es cuestionando e imaginando un futuro diferente. El arte, en su esencia más pura, no solo embellece la vida; la defiende del vacío. No es nada más una creación para admirar, sino un lente para ver la vida: un espejo que confronta nuestra realidad para conectarnos con nuestra esencia.

Es cierto, no siempre se presenta como una instalación o un lienzo intervenido. Se presenta en los paisajes y colores de la naturaleza, en los sonidos de las ciudades, en las figuras que traza un barista al verter leche sobre el café, en la cadencia de una conversación, en los espacios que creamos en nuestros hogares, en una comida que preparamos para nuestros seres queridos. La vida cotidiana está impregnada de actos artísticos, pero se requiere una mirada consciente para percibirlos, para darles peso y valor.

El arte en la vida cotidiana es un recordatorio de nuestra humanidad, de nuestra capacidad infinita para transformar y, al mismo tiempo, nos enfrenta con nuestra responsabilidad de ser mejores personas y contribuir con acciones que marquen la diferencia.

En resumen, y lo que me interesa transmitir a mis hijos y a ti, que estás leyendo, es que el arte es relevante porque nos obliga a detenernos, cuestionar y conectar con nosotros mismos y todo lo que nos rodea. Pero más que preocuparnos por interpretar o conocer del tema, deberíamos preocuparnos por interpretar nuestra propia vida como una obra maestra en constante creación y dedicarnos a agregarle matices, texturas y colores que mejoren nuestra existencia y la de nuestro entorno, recordando que, pese a nuestras diferencias, compartimos las mismas emociones, sueños y retos.

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SOBRE LA AUTORA

Daphne Ibargüengoytia dirige una empresa familiar. Desde 2020, es CEO de la feria BADA México. Su experiencia abarca tanto el ámbito empresarial como el mundo del arte y la cultura. También tiene un interés especial por la escritura. Ha dirigido algunas publicaciones mensuales en Impresiones Aéreas, además de formar parte de sus consejos editoriales.