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Fatiga de Zoom: ¿Qué es y cómo combatirla?

Zoom ha sido de gran ayuda para mantener el contacto social durante la pandemia, pero su uso excesivo ha tenido un costo muy elevado para los usuarios.
jue 04 marzo 2021 09:01 AM
qué es y cómo combatir la fatiga de Zoom
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"Quédate en casa". Cuando las autoridades sanitarias de los distintos países del mundo anunciaron que esta era la manera más efectiva de combatir el coronavirus, las videollamadas se perfilaron como la gran esperanza para mantener el contacto personal y profesional. En medio de tantas posibilidades –Whatsapp, Skype o Google Meet, por nombrar algunas–, fue Zoom el que terminó afianzándose como el programa dominante. Esto gracias a su servicio de videotelefonía, su accesibilidad que le permite operar en toda clase de dispositivos y sus distintas modalidades que incluyen reuniones grupales y teleconferencias.

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No pasó mucho tiempo para que el internet se saturara de ofertas educativas y de entretenimiento que aprovechaban esta tecnología para aligerar el tiempo de la gente; de las ahora inconfundibles pantallas fragmentadas que plasmaban desde anhelados encuentros entre celebridades hasta las más variadas muestras artísticas que intentaban capturar un año histórico; mención aparte para las conversaciones entre familias, amigos y compañeros de trabajo, destacando además que algunos de estos encuentros se vieron marcados por toda clase de absurdos.

Basta con echar un vistazo a los números de Zoom para entender su dominancia durante la pandemia. Pasó de los 19 millones de usuarios registrados en diciembre 2019 a los más de 200 millones en marzo 2020. La cifra rebasó los 300 millones en abril y hoy día parece casi imposible encontrar alguien que no haya empleado este recurso en los últimos meses.

Pero hasta la que pasará a la historia como una de las herramientas más importantes para garantizar la interacción humana en tiempos de aislacionismo tiene un límite. Así lo concluye un estudio realizado en la Universidad de Stanford en el que se advierte sobre el desgaste provocado por este tipo de comunicación y que ha sido bautizado como “fatiga de Zoom”.

Tal y como su nombre lo indica, este mal alude al cansancio físico, mental y emocional que experimentan los usuarios al pasar varias horas del día en reuniones virtuales, ya sean personales o laborales. Muchos lo hemos sentido, pero ¿cómo explicarlo? El autor del estudio Jeremy N. Bailenson lo atribuye a diversos aspectos. El primero es que la naturaleza visual de su interfaz ha obligado a cambiar actitudes que generalmente son reservadas para las personas más cercanas, como es el mirar a los ojos. Estos contactos directos ahora se usan con todo tipo de personas y por largos periodos de tiempo, con rostros que aparecen en primer plano y que son ligeramente distorsionados por la disposición de la pantalla. Un inverso a la llamada incomodidad del ascensor que obliga a mirar a otro lado cuando se está en un espacio pequeño con desconocidos.

No menos molesto es el hecho de que una de esas miradas sea la propia. Esto porque la autoexposición prolongada es tan desgastante como estresante al equipararse con un espejo perpetuo que refleja todos los aciertos y errores. El estudio concluyó que este factor es menos grave en personas acostumbradas a verse a sí mismas, como es el caso de los bailarines.

A esto se suman las variantes físicas, como el hecho de que la comunicación no verbal debe enfatizarse para que las personas en pantalla puedan entenderla. Finalmente, el estar sentado por periodos prolongados no sólo puede generar dolores de espalda, sino que atenta contra la creatividad que se tiene cuando se está en movimiento, lo que explica las razones por las que muchas personas se ponen de pie y caminan cuando están pensando una solución a un problema.

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¿Cómo lidiar con la fatiga de Zoom?

Es difícil saber si este modo de interacción llegó para quedarse. Mientras esperamos por la respuesta, el autor del estudio asegura que combatir la fatiga de Zoom es más sencillo de lo que parece. Entre sus recomendaciones están el uso de teclados y cámaras externas que permita un mayor distanciamiento de la pantalla, reducir el tamaño de la ventana de Zoom, apagar la cámara cuando no se está interviniendo e incluso priorizar reuniones de audio, así como moverse un poco por la habitación para aligerar el estrés.

No menos importante es la desconexión. Mucho tiempo antes de la pandemia y de la popularización de estos programas de videotelefonía, distintos terapeutas alrededor del mundo hablaban sobre lo importante que es alejarse temporalmente de la tecnología. No sólo para la salud mental, sino para disfrutar más del presente al pasar más tiempo con los amigos, la familia y uno mismo.

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