En la costa del Pacífico mexicano, Rubra emerge como un proyecto gastronómico único, liderado por la chef Daniela Soto-Innes. Más que un restaurante, Rubra celebra la conexión entre cocina, arquitectura y naturaleza, redefiniendo el concepto de lujo consciente en el interior del hotel W Punta de Mita.
Rubra: el restaurante que se funde con el mar nayarita
El corazón de Rubra reside en su huerto, un ecosistema orgánico diseñado en colaboración con el equipo de cocina. Con más de 150 especies –que van de cítricos exóticos a hierbas poco comunes–, este abastece la cocina con ingredientes frescos, cultivados en armonía con los ciclos estacionales.
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La arquitectura, a cargo de Ana Paula De Alba e Ignacio Urquiza, integra el espacio al entorno, creando un ambiente cálido y fluido. Elementos como concreto rosa, madera y vegetación se combinan para realzar la belleza natural del paisaje y cobijar un espacio íntimo. Cada elemento –mobiliario, vajilla, ollas, uniformes y esculturas, entre otros– ha sido cuidadosamente codiseñado por Soto-Innes con personalidades como Pablo Kobayashi, Perla Valtierra y Carlos Matos, para complementar la experiencia.
Daniela, reconocida internacionalmente por su talento culinario, imprime su visión única en cada plato con la ayuda de las hermanas Valentina y Estefanía Brito.
En Rubra, la cocina se fusiona con el paisaje, creando una experiencia que va más allá de lo gastronómico y que conquista con creaciones como las infladitas de suadero, el callo de hacha con aguachile de cedrón o la barbacoa de cordero con maracuyá. En este refugio se honra lo esencial y cada detalle refleja un compromiso con la tierra y la creatividad.
En resumen, la invitación que Rubra pone sobre la mesa es a redescubrir el lujo en su forma más auténtica.