Quien ha visitado Los Cabos sabrá que, al salir del aeropuerto, debe doblar hacia la izquierda para llegar a San José del Cabo y a Cabo San Lucas. Si en lugar de realizar ese giro se toma la dirección opuesta, el paisaje no cambiará mucho –excepto por tramos de carretera cuyas curvas bordean algunos cerros de la sierra y parajes que podrían remitir a locaciones de películas del Viejo Oeste– y se llegará a una zona menos explorada por los turistas.
Four Seasons Los Cabos: La costa soñada

Una de ellas es La Ribera, una población de aproximadamente 2,000 habitantes, bordeada por amplias playas y aguas perfectas para la práctica de paddle board, kitesurf o pesca deportiva. A pocos minutos de ahí, se encuentra Costa Palmas, un exclusivo complejo que alberga una de las más imponentes propiedades que la cadena de hoteles Four Seasons tiene en nuestro país.

El despacho Guerin Glass Architects fue el responsable de diseñar Four Seasons Resort Los Cabos at Costa Palmas, un refugio moderno y elegante para los viajeros que buscan la máxima privacidad en uno de los puntos menos conocidos de Baja California Sur.
Estructuras de colores claros con ángulos limpios y líneas sencillas enmarcan un paisaje dominado por el Mar de Cortés y juegan con las luces y las sombras a lo largo del día. Los amplios ventanales conectan los interiores en los que el color blanco y las maderas de distintos tonos imponen su ley con los exteriores que recuerdan un oasis habitado por palmeras y jardines que invitan a explorarlos.

Las habitaciones, suites y residencias se conectan con áreas públicas como las albercas, el gimnasio, el spa y la playa por senderos que igual se pueden recorrer caminando que en alguna de las bicicletas disponibles para el uso de los huéspedes.
En este paraíso los días transcurren entre siestas tomadas en los camastros colocados frente al mar, juegos de tenis, sesiones de golf, degustaciones de tequila o excursiones para familiarizarse con los atractivos naturales de los alrededores, como el Cerro Corona, un punto desde el cual se puede admirar la vastedad de ese mar que Jacques Cousteau consideró “el acuario del mundo”.

En el terreno gastronómico la oferta es amplia y honra lo mejor de la gastronomía internacional. Estiatorio Milos, concepto del chef Costas Spiliadis, enaltece la cocina mediterránea a través de recetas preparadas con los pescados y mariscos más frescos.
Casa de Brasa explora los sabores de México, y El Puesto –estratégicamente ubicado a un costado de la alberca de adultos– permite disfrutar de aguachiles y ceviches preparados al momento. Limón basa su propuesta en el poder transformador del fuego y la parrilla con platillos emblemáticos como la coliflor rostizada o el atún al mezquite. Un huerto de cítricos bajo el cielo estrellado es el telón de fondo ambientado por el canto de las cigarras.

Pero más allá de los límites del resort, también hay sorpresas. Basta un viaje de cinco minutos a bordo del taxi acuático que parte desde el puerto deportivo para llegar a Marina Village. Ahí aguarda Mozza Baja, retoño de la pizzería y ostería creada por la chef estadounidense Nancy Silverton con un menú que fusiona la cocina italiana con el espíritu relajado de California en originales recetas de antipastos, ensaladas, pastas y pizzas.
¿Y en cuestiones de bienestar? Visitar el spa y descender la escalera de caracol que conduce a las cabinas de tratamiento y las áreas húmedas es el preámbulo para embarcarse en un viaje de relajación guiado por las terapeutas. Uno de sus masajes insignia, diseñado para tonificar el nervio vago, ayuda a reducir los niveles de estrés, mejorar el estado de ánimo y la digestión y regular la frecuencia cardiaca, entre otros muchos beneficios.

Desde luego, en este entorno idílico no es complicado mantener en mínimos los niveles de cortisol, pero siempre se necesita un poco de ayuda para volver a la realidad.
***
Este artículo lo leíste primero en nuestra edición impresa de junio .