A mí me gusta que me sorprendan. Y también me gusta que me demuestren que puedo estar equivocado. A fin de cuentas, ni un tragón profesional como yo puede estar en lo correcto siempre. Lidiar con comida es siempre vivir en el filo de la subjetividad, aunque el ejercicio que uno (bueno, yo) trata de hacer es, intentar ser lo más objetivo posible. Por eso me gusta, cuando voy por primera vez a probar una hamburguesa, pedir la burger más simple. Aquella que no puede esconder nada y que, o funciona o no, o sabe bien o no sabe bien.
Tal es el caso de la nueva creación de Sonora Grill. Hablando honestamente, nunca había sido muy fan de sus hamburguesas, porque, según yo, tenían demasiados elementos. Con todo y que una de ellas era la creación del chef Aaron Mizrahi –experto y amante de la carne y de las hamburguesas–, siempre sentí que había algo que no amarraba bien. Por eso, aunque es un lugar muy popular y socorrido, siempre me había parecido mejor para ir a probar otras cosas, que la hamburguesa. Por eso, cuando vi que había llegado una nueva burger al menú, medio que, por lo prejuicioso que soy, no quería ni acercarme a probarla. Sin embargo, recordé que para eso soy Burgerman. Es un trabajo duro y difícil, pero alguien tiene que hacerlo. Alguien tiene que sacrificarse por todos y probar todas las hamburguesas, me hagan ojitos o no. Acepté, medio a regañadientes.