Consecuencias pandémica #3242: cada vez son más los platillos de nuestros restaurantes favoritos que podemos disfrutar en la comodidad del hogar. Y sí, tener la oportunidad de cenar nivel Máximo mientras estamos vestidos nivel "llevo dos días sin bañarme" siempre se agradece. Sin embargo, NADA se compara a vivir la experiencia completa en un restaurante. Por eso, aunque no se nos ha permitido extrañar muchos de nuestros platos favoritos (gracias, restauranteros), morimos por que esto termine para salir corriendo –e incluso viajar– a comer estas delicias como se debe.
10 platillos por los que nos urge que el mundo vuelva a la normalidad
Lonche de pancita de Palreal (Guadalajara)
Hay algo que cualquier foodie domina: si se busca la felicidad, normalmente ésta se encuentra entre dos panes. Este loche de Palreal lo demuestra. Con una pancita perfectamente bien cocinada y acompañada por lo que parecen toneladas de aguacate, este es un ejemplo de felicidad por el que viajaríamos –cuando la pandemia lo permita, claro– sin pensarlo dos veces.
Pescado a la talla, de Contramar (CDMX)
Posiblemente sea el pescado más famoso de Instagram, y no podríamos estar más felices por ese fenómeno: su sabor es tan bueno como su estética... o incluso mejor. Con una salsa roja picante en un lado, y una verde no picante del otro, este platillo es uno de los más adictivos que hay en la CDMX.
Aligot, de Bardot (Monterrey)
La gastronomía francesa –de manera MUY coloquial– se puede dividir en dos: la que es un reto a la cultura gastronómica de cualquiera, y la que, no importa qué tan sencilla o compleja sea, es un abrazo al alma. El aligot –un puré mezclado con queso Tomme fraîche– entra completamente en la segunda categoría.
Cheesecake de Alelí (CDMX)
No hay nada que no sea hermoso en Alelí. Sin embargo, lo que nos hace regresar una y otra vez a este lugar es su espectacular cheesecake horneado. Su interior cremoso es justo el apapacho que necesitamos para reponernos de estos momentos de estrés e incertidumbre.
Cualquier mole hecho por Celia Florián (Oaxaca, CDMX)
Todo amante de la comida oaxaqueña lo sabe: la cocinera tradicional Celia Florián podría hacer un mole de supermercado (aunque sabemos que sería incapaz), y lograría hacer de él el mejor mole de México. Ya sea en Las Quince Letras (Oaxaca) o en Pasillo de Humo (CDMX), y sin importar si es un mole rojo, un mole de fiesta, un amarillito o un manchamanteles, Celia es insuperable.
Pollo a la leña, de Bovine (San Miguel de Allende)
Casi casi tenemos el coche listo para salir corriendo a Bovine en cuanto sea buena idea hacerlo. Desde la carne hasta el pollo, aquí las cocciones son perfectas y la calidad del producto, insuperable. No importa si pides vegetales, pollo o carne, saldrás fascinado con los sabores que ofrece este lugar. Sin embargo, lo que te hará fantasear con regresar es este pollo a la leña.
Cebollas gratinadas, de Máximo Bistrot (CDMX)
Estas cebollas cocidas en suero y gratinadas en queso Compté son algo que hay que pedir cada vez que se visite Máximo, estén o no en el menú. Ahorita están disponibles en el menú de delivery, y nos sentimos muy afortunados por eso, pero no hay nada como probarlas en el restaurante, en compañía de amigos y una copa de vino.
Tostadas de La Guerrerense (Ensenada, CDMX)
¿Acaso hay una mejor forma de consentirse en un fin de semana caluroso? Lo dudamos muchísimo, sobre todo si las tostadas en cuestión son del carrito de Ensenada o en Sabina, el restaurante que está justo en frente (la versión chilanga también es muy buena, pero seamos realistas: los maricos, mientras más cerca del mar, mejor).
Pancakes, de Niddo (CDMX)
No hay mejor desayuno de fin de semana que estos pancakes de buttermilk, que tienen la cualidad casi mágica de lograr que te los termines, a pesar de que son muy consistentes. El secreto está en su equilibrio perfecto de dulzor y en su textura esponjosa irresistible.
El brunch de Xcaret
Esto no es un platillo como tal, pero es tan extraordinario que tiene que estar en esta lista. El brunch, como concepto, se ha vendido a si mismo como un paraíso en el que todas las delicias imaginables están al alcance de una barra. Muchas veces, esta expectativa está mu lejana a la realidad, pero jamás en el brunch de Hotel Xcaret. Carnes frías, sushi, postres, galletas, frutas, mimosas, cortes de carne, marquesitas, ensaladas, helados... aquí rebasan cualquier fantasía culinaria dominical.