El Pasha vio la luz en 1985 como un reloj sport-elegant hermético –una tendencia de esos años que está de vuelta o, más bien, que nunca se ha ido del todo–, diseñado por Gérald Genta, quien también fue responsable del Royal Oak, de Audemars Piguet, y del Nautilus, de Patek Philippe. Combinaba, como lo hace hasta hoy, una caja y una esfera redondas con una escala de minutos cuadrada y los números arábigos 3, 6, 9 y 12, un bisel ancho y una corona con cadena. Fue un éxito de ventas y lo adoptaron personajes destacados e influyentes de aquella época.
Cartier lo relanzó este año como un producto unisex, por lo que se ofrece en dos tamaños: 35 y 41 milímetros de diámetro. Como ocurre con muchas creaciones de la firma, el Pasha luce rotundamente contemporáneo pese a que surgió hace 35 años.
Se han actualizado varios detalles. Por ejemplo, a la corona de cuerda, disimulada por la cubierta acanalada, se le ha añadido una espinela azul o un zafiro. Bajo esa cubierta también se revela un espacio secreto donde se pueden grabar unas iniciales. El brazalete ha evolucionado no solo en el plano estético sino técnico, gracias al sistema QuickSwitch que lo hace intercambiable y es muy fácil de usar. En el caso de las pulseras metálicas, se pueden rebajar o agrandar con el sistema SmartLink.