Con este antecedente, se entiende mejor la relevancia de las correas de Tudor. Pero la decisión no es tan sencilla (al menos para mí), porque el brazalete de acero 316L ofrece un contraste muy atractivo con el color azul de la esfera y del disco de aluminio anodizado del bisel giratorio unidireccional.
Los acabados de ambos componentes –pulido y satinado en el brazalete, mate en el disco– destacan su estética de tool watch, término con el que se designa a los relojes herramienta creados para profesiones específicas, como la aviación, el buceo o la navegación. Vestido totalmente de acero, el Black Bay Fifty-Eight "Navy Blue" luce serio, técnico, elegante y preciso.
Es normal que así sea, pues la línea Black Bay está basada en el primer reloj de submarinismo de Tudor, la referencia 7924 o “Big Crown” –llamada así por su corona de gran tamaño– presentada en 1958 y sumergible hasta 200 metros. Aunque me parece que en el nuevo "Navy Blue" esa esencia utilitaria es más directa, a diferencia de otros modelos con una intención más vintage.
La caja del “Navy Blue” mide 39 milímetros de diámetro, igual que la de aquella pieza histórica de 1958. De hecho, la diferencia entre los modelos Black Bay y Black Bay Fifty Eight es, precisamente, el tamaño, ya que los primeros miden 41 o 43 milímetros, en el caso del Black Bay Bronze.

Otras características de su diseño son las que distinguen a toda la colección, como las agujas “Snowflake” introducidas por Tudor en 1969 y revestidas con material fosforescente Super-LumiNova; los índices circulares, rectangulares y triangulares; la esfera abombada; el bisel giratorio unidireccional con escala de inmersión y el triángulo de referencia a las 12, y la hermeticidad de 200 metros.