Conoce la historia de la primera Biblioteca del mundo
El gran escritor argentino Jorge Luis Borges, uno de mis autores predilectos, escribió: “Siempre imaginé que el Paraíso será algún tipo de Biblioteca”. También lo imaginamos así, la atracción que crean los estantes repletos de libros, la combinación de ejemplares viejos y nuevos, la fascinación por las sorpresas qué descubrir en ellos, el aroma a cuero de las encuadernaciones o a papel amarillento que guarda en sí mismo el tiempo, el registro del conocimiento de la historia del hombre, la imaginación acumulada entre las páginas, el saber que el pacer de la lectura puede durar una eternidad…
Pero ¿cómo comenzó esta fascinación por acumular y ordenar libros; por conservar la historia y el conocimiento? ¿cuál es la historia de las bibliotecas y dónde se ubicó la primera?
A diferencia de lo que se cree, no fue la Biblioteca de Alejandría la primera biblioteca, aunque si fue la más grande de la antigüedad.
Se tiene registro que el primer edificio dedicado a almacenar papiros y tabletas de piedra que fungían como archivos de lectura, fue mandado a construir expresamente para este propósito por el rey asirio Asurbanipal, en el siglo VII A.C, quien ordenó edificarla en la ciudad de Nínive, cerca del río Tigris, a unos kilómetros de la actual ciudad de Mosul, en Irak.
Fue un espacio en el que ordenó encontrar tabletas de arcilla con registros de todos los campos de conocimiento de la época. Estas tablillas eran rescatadas y restauradas por escribas especializados (y muy bien pagados en la época) que además, en caso de que las tablillas fueran ilegibles, tenían la obligación de investigar y hacer la aclaración pertinente.
Se calcula (no hay registro fiable de ello) que esta biblioteca de Asurbanipal contó hasta con mil 500 tabletas de arcilla, cada una con ochenta y hasta 200 líneas de texto.
Sin embargo, como ocurre cuando hay una conquista, lo primero que se destruye es el conocimiento y la historia del pueblo conquistado, con el afán también de destruir su identidad y en el año 612 A.C, la ciudad de Nínive y la biblioteca fueron destruidas.
Otro registro que se tiene es que ya en el año 330 A.C, se establece la que fue la primera Biblioteca Pública en la ciudad griega y capital del conocimiento occidental: Atenas.
Justo en ese mismo año se funda también la que fue la más grande biblioteca del mundo antiguo, en la ciudad egipcia de Alejandría. Esta biblioteca fue fundada por Ptolomeo I Sóter, y ampliada por su hijo Ptolomeo II Filadelfo, llegando a albergar hasta 900, 000 manuscritos, en su mayoría, provenientes de las grandes culturas de la época y el conocimiento de sus filósofos, estudiosos e historiadores. Las obras eras de Grecia, Persia, India, Palestina, África y otras culturas, aunque predominaba la literatura griega y helenística, quienes eran además los que más producían.
Se estima que en la biblioteca llegaron a existir el siguiente número de libros, rollos y papiros:
– 200,000 volúmenes en la época de Ptolomeo I
– 400,000 en la época de Ptolomeo II
– 700,000 en el año 48 a.C. con Julio Cesar.
– 900,000 cuando Marco Antonio ofreció 200.000 volúmenes a Cleopatra, traídos de la Biblioteca de Pérgamo.
Esta biblioteca sufrió varios intentos de ser destruida por los diferentes pueblos que conquistaron Egipto: la primera en el año 48 a.C. incendiada por las tropas de Julio César. Aunque se cree que ahí el daño no fue mayúsculo. El fin de esta biblioteca en realidad, se sitúa en un momento indeterminado del siglo III o del siglo IV d.C., quizá en 273 d.C, cuando el emperador Aureliano tomó y saqueó Alejandría, o cuando Diocleciano hizo lo propio en 297.
Afortunadamente desde la década de los 90 del siglo XX, la UNESCO comenzó un proyecto mayúsculo por rescatar y recrear la mítica Biblioteca de Alejandría y el 16 de octubre de 2002, inauguró la Nueva Biblioteca de Alejandría rememorando y haciendo un homenaje a la original.
Así que, de alguna forma, el paraíso sigue existiendo…