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25 años de descargas de adrenalina, 25 años de Antonio Rosique

Una charla con Antonio Rosique, el host más querido en México, quien en 1996 inició su trayectoria dentro de los medios de comunicación
mié 14 abril 2021 01:34 PM
Antonio Rosique

“Si no puedes conseguir una entrevista conmigo, entonces no vas a poder conseguir una entrevista con nadie”, le dijo José Ramón Fernández a un joven Antonio Rosique, de 20 años, frente a las instalaciones de Grupo Acir, donde el aspirante a periodista deportivo abordó a su futuro maestro para insistir por una oportunidad. Hoy, 25 años después, la retrospectiva es clara, esa fue la primera piedra en la carrera multifacética de Rosique, cuyas experiencias incluyen ser reportero, locutor, conductor, corresponsal y ahora host de uno de los reality shows más exitosos en la historia de la televisión mexicana, Exatlón.

“Desde que era niño me quería dedicar a esto, a contar historias, narrar, hacer crónica deportiva. Para mí han sido 25 años de dedicarme a lo que quería hacer desde los 8 o 9 años de edad”, me dice Rosique por medio de una videollamada, con la mirada clavada en algún punto a lo lejos. A sus espaldas, el cielo despejado de República Dominicana, un camastro blanco y algunas palmeras que se despeinan con el viento.

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Los estadios ahora son playas, los palcos de transmisión se convirtieron en selvas y locaciones abiertas y los ratos de soledad ahora son de compartir con su esposa; la vida de Antonio Rosique entró a una especie de tobogán que, con la más reciente temporada de Exatlón terminada, le ofrece un descanso. Volverá a México, después de una temporada más del show en la que no dejó República Dominicana ni un solo día, por la pandemia, para así preparar la cobertura de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y a “esperar lo que me indiquen los jefes”. La siguiente campaña de Exatlón comienza a principios de agosto, como máximo, y Rosique sabe que en la industria de la televisión todo puede pasar.

No abundan los periodistas deportivos que conocen los cinco continentes, tampoco los que tienen posgrados en universidades europeas, mucho menos los que añoran cubrir Juegos Olímpicos por sobre cualquier otro acontecimiento: Rosique es todos, y para llegar a acumular esta experiencia y a definir estas prioridades, los tutores iniciales son fundamentales. Los dos primeros nombres a quien Rosique agradece son Carlos Albert y José Ramón Fernández, el segundo su maestro, su mentor, y el primero quien le abrió el micrófono, quien le vio madera y confió en él. La trayectoria de Rosique en los medios inició en un programa en Radio Trece, 1290 de AM, como colaborador de Albert. Este espacio, para su fortuna, era sintonizado por José Ramón Fernández, quien de camino a Grupo Acir, cuando ahí se transmitían Los Protagonistas en radio, se familiarizó con la voz del joven debutante.

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El propio Albert los presentó, se realizaron las pruebas y los castings correspondientes, pero el teléfono jamás volvió a sonar, por eso Rosique se cansó de esperar y lo abordó una tarde. Esa iniciativa contagió a José Ramón Fernández, quien más allá de la frase con la que comienza este texto, intuyó el talento y hambre que hoy definen a Rosique.

“Tuve la fortuna de tener a un gran maestro, José Ramón Fernández, que si algo tiene y nos inculcó es el respeto al oficio, el profundo respeto a este oficio. Y cuando trabajas para alguien así, si no te entregas no vas a durar mucho, y si lo haces vas a aprender, a entender esa ética laboral, esa disciplina de trabajo y respeto por lo que haces. Cuando tienes un maestro así desde los 20 años, así te forjas. Te va cincelando como un buen escultor, te va puliendo”, afirma Rosique con la emoción cálida de quien recuerda el camino que lo ha llevado tan lejos.

Hay 25 años de labor en sus hombros. Mundiales, futbol europeo y coberturas incansables de la Selección Mexicana, pero la justa olímpica ocupa un lugar especial en su interior: “Los Juegos Olímpicos son lo más fascinante que he vivido, lo más hermoso. Una inauguración y lo que representa para una ciudad, para un país que se prepara durante años, eso es maravilloso. Ver a un atleta ganar una medalla olímpica, sea quien sea, es la consumación de una vida dedicada al deporte. Ver a un mexicano ganar una medalla olímpica es superlativo, algo que como periodista recordaré para siempre. Estar a la altura de esa cita es importantísimo, no echarlo a perder o quedarte por abajo del momento que estás viviendo”, detalla Rosique y regresa la mirada a la nada, seguramente reviviendo esa sensación que lo inundó cuando narró la medalla de oro conseguida por el taekwondoín mexicano Guillermo Pérez, en Beijing 2008, o sus crónicas que llevaron de la mano a los televidentes mientras el histórico Michael Phelps se superaba a sí mismo en Atenas, Beijing y Londres.

El sur y el beisbol

¿Y de dónde heredó la pasión deportiva Rosique, cuándo fue que pescó esta emotividad por lo que ahora es su vida? Crecer en el sur de la Ciudad de México, en Villa Coapa y sus alrededores, su formación en el Colegio Madrid y los partidos en su excelsa cancha, sus casi siete años en el diamante de la Liga Pequeña de Beisbol (Rosique es cátcher, la receptoría le gustó desde la primera ocasión) y sus tardes en el Club España, fueron fundamentales.

“Cómo decía el Che Guevara, infancia es destino. Para bien o para mal. Algo fundamental para mí fue la educación que recibí en el Colegio Madrid, un colegio fundado por el exilio español, que venía saliendo de la Guerra Civil. Una escuela muy abierta, que te enseña el pensamiento crítico, a cuestionar y evaluar la verdad de las cosas. A ser activo y a ser activista, es muy difícil que alguien del Madrid no tenga dos o tres banderas de alguna causa social”, así pasamos al beisbol, un deporte que todavía le mueve las entrañas y con el que aprendió a observar cada detalle, para ser preciso al tomar decisiones: “Probé ser cátcher y me gustó. Para cachar hay que tener cierto tipo de sangre y de cabeza. Me permitía estar jugando todo el tiempo, generar cierta relación con el pitcher, ver donde se paraban los demás, también ir conociendo a los bateadores y saber dónde les duele que les tiren. Ser cátcher te da liderazgo, porque ves el campo completo de frente. Y nada mejor que una jugada en home, las jugadas más emocionantes son en la registradora”.

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La metáfora llegó sola, Rosique es un cátcher en el mundo de la televisión. Todas esas coberturas, corresponsalías y ahora la titánica tarea de ser el presentador del reality más aclamado por el público en nuestro país, le hacen ver el campo completo, conocer los aciertos y errores de su equipo y la competencia. En 25 años de carrera con TV Azteca, del otro lado de la cancha siempre ha estado Televisa, el rival a vencer, el antagonista del cuento. Rosique juega para el Barcelona, o para los Yankees, pero ¿nunca llegó una oferta del Madrid, de los Red Sox?

“Nunca he sido tentado. El hecho de haber trabajado con José Ramón tanto tiempo te da un sentido de pertenencia. Llegué a TV Azteca a los 20 años, tengo 45. Es mi casa, me dio la oportunidad de estudiar en Europa, de vivir dos años fuera, ahora me dan la oportunidad de hacer este proyecto Exatlón. Como es la única casa que he tenido, esa sensación de conocer a los utileros, los camarógrafos, ver a los hijos de los que trabajaban contigo ahora laborar ahí, recordar a los que se nos han adelantado, todo eso te genera una sensación de pertenencia. Si no me fallan las cuentas, de los que estamos a cuadro ya soy el de mayor estadía, de toda esa generación que éramos parte del equipo de José Ramón. Y eso también vale, más en estos tiempos en los que todo es tan incierto”.

México, un anillo y nuevos sonidos

Cuatro temporadas de Exatlón consecutivas significan cuatro años de vivir en Dominicana. Con una ventana en el calendario para pasar más tiempo en México, Antonio Rosique ya se saborea los paseos por los rincones del país, pero claro, sin pensar en playas: “Tengo muchas ganas de disfrutar México, la cocina mexicana. Tengo ganas de otro clima, nada de sol ni playa, quiero ir a algún lugar más templado, un bosque o una montaña. Quiero ir a las montañas de Nuevo León, por ejemplo, o los viñedos mexicanos, que huela diferente. Ir a Oaxaca y tomarme un mezcal con sal de gusano viendo el templo de Santo Domingo. Una buena tortilla recién amasada, un pescado a la veracruzana, escuchando a Manzanero o algún trío mexicano. Ese tipo de sabores son los que quiero, cuando uno está afuera se da cuenta de la riqueza gigante que tenemos”, eso en el futuro próximo, pero qué sigue en los planes del periodista que suma 25 años de carrera ininterrumpida. Rosique cuenta con tres libros publicados y, aunque sí le gustaría sumar un cuarto, por ahora su curiosidad es auditiva.

“Todos los discursos y esas frases que digo al aire en Exatlón los escribo yo, y eso forzosamente me mantiene leyendo y escribiendo. Sí quiero escribir un cuarto libro, pero no lo estoy planeando a corto plazo… Tengo un podcast que se llama Expedición Rosique y estoy muy clavado con esa parte. Sí, tengo tres libros, pero me gustaría hacer una serie auditiva, por ejemplo. Me encantaría entregar 12 capítulos bien hechos, que se queden ahí, que no pierdan vigencia. Es algo de lo que traigo en la mente en este año que además es olímpico, así que hay que preparar esa parte y después volver a prepararse para Exatlón, si es que se da”, me dice Rosique mientras se acomoda el cabello, de un largo que quizá jamás en su vida había experimentado, por lo menos no en las transmisiones más recordadas, y es que cuando la vida te da tantas vueltas, incluso tu apariencia lo refleja. Está en forma, viste un collar y varias pulseras en la muñeca derecha, pero el accesorio más significativo está en el anular de la mano izquierda, ese que viste desde mediados del 2020, cuando unió su vida con la de Michelle Saide, reportera deportiva de TUDN. Ella se fue a Dominicana para vivir con él y, en palabras de Rosique, “hacer de esta la mejor temporada de Exatlón, es un tesoro”.

“Ha sido maravilloso. Pasé las tres primeras temporadas de Exatlón solo acá en República Dominicana, y de por sí es pesado estar tanto tiempo fuera de tu país, en un trabajo de alto rendimiento como el mío, porque hay que ir a trabajar muchas horas y muy intensas. He narrado más de 13 mil carreras en cuatro años, son cerca de 130 carreras por semana. Cuando vives así, estar solo es más pesado, y vivir pegado al celular no es saludable. En ese sentido, Michelle vino a crear ese ambiente de hogar, a que yo pudiera comer acompañado y a tener esas tardes de platicar, disfrutar y padecer juntos. Compartir buenas y malas, todo eso que te cambia la vida. Antes tenía días de descanso y estaba solo, ahora dejo que ella decida qué vamos a hacer”, me comparte Antonio Rosique entre sonrisas, esas que se ausentan cuando con el temple serio enuncia frases a los competidores de Exatlón o cuando lo enlazan desde una cancha de la Liga MX.

Michelle Saide aportó nuevos colores a la pintura. Sus consejos y su experiencia en la televisión también han sido plusvalía para el conductor Rosique, no solo para el ser humano, ya que “me da mucha retroalimentación, diseña mis vestuarios, me ayuda a llevar relaciones con otras personas. Todo eso es increíble”.

Liga MX, Major League Baseball, Champions League, ligas europeas, Mundiales de Futbol, copas internacionales, golf del Tour de la PGA, Juegos Olímpicos (antes, durante y después de las justas), boxeo y muchas otras disciplinas y torneos figuran en sus experiencias, además de los múltiples programas, como Los Protagonistas, a los que ha pertenecido. Todas estas son cartas que seguirán acumulándose en su camino, porque la renovación de Rosique, el hombre, el periodista y el conductor, no tiene otro desenlace más que la reinvención de las ganas, la sed de seguir brincando vallas y recorriendo metros sobre la pista de tartán.

Basta ver sus ojos al recapitular estos años, escuchar su tono de voz calmado pero firme, para entender que Antonio Rosique, el cátcher, el escritor, el host y el esposo, vive su mejor momento. 25 años de descargas de adrenalina, 25 años de Antonio Rosique.

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