La metáfora llegó sola, Rosique es un cátcher en el mundo de la televisión. Todas esas coberturas, corresponsalías y ahora la titánica tarea de ser el presentador del reality más aclamado por el público en nuestro país, le hacen ver el campo completo, conocer los aciertos y errores de su equipo y la competencia. En 25 años de carrera con TV Azteca, del otro lado de la cancha siempre ha estado Televisa, el rival a vencer, el antagonista del cuento. Rosique juega para el Barcelona, o para los Yankees, pero ¿nunca llegó una oferta del Madrid, de los Red Sox?
“Nunca he sido tentado. El hecho de haber trabajado con José Ramón tanto tiempo te da un sentido de pertenencia. Llegué a TV Azteca a los 20 años, tengo 45. Es mi casa, me dio la oportunidad de estudiar en Europa, de vivir dos años fuera, ahora me dan la oportunidad de hacer este proyecto Exatlón. Como es la única casa que he tenido, esa sensación de conocer a los utileros, los camarógrafos, ver a los hijos de los que trabajaban contigo ahora laborar ahí, recordar a los que se nos han adelantado, todo eso te genera una sensación de pertenencia. Si no me fallan las cuentas, de los que estamos a cuadro ya soy el de mayor estadía, de toda esa generación que éramos parte del equipo de José Ramón. Y eso también vale, más en estos tiempos en los que todo es tan incierto”.
México, un anillo y nuevos sonidos
Cuatro temporadas de Exatlón consecutivas significan cuatro años de vivir en Dominicana. Con una ventana en el calendario para pasar más tiempo en México, Antonio Rosique ya se saborea los paseos por los rincones del país, pero claro, sin pensar en playas: “Tengo muchas ganas de disfrutar México, la cocina mexicana. Tengo ganas de otro clima, nada de sol ni playa, quiero ir a algún lugar más templado, un bosque o una montaña. Quiero ir a las montañas de Nuevo León, por ejemplo, o los viñedos mexicanos, que huela diferente. Ir a Oaxaca y tomarme un mezcal con sal de gusano viendo el templo de Santo Domingo. Una buena tortilla recién amasada, un pescado a la veracruzana, escuchando a Manzanero o algún trío mexicano. Ese tipo de sabores son los que quiero, cuando uno está afuera se da cuenta de la riqueza gigante que tenemos”, eso en el futuro próximo, pero qué sigue en los planes del periodista que suma 25 años de carrera ininterrumpida. Rosique cuenta con tres libros publicados y, aunque sí le gustaría sumar un cuarto, por ahora su curiosidad es auditiva.
“Todos los discursos y esas frases que digo al aire en Exatlón los escribo yo, y eso forzosamente me mantiene leyendo y escribiendo. Sí quiero escribir un cuarto libro, pero no lo estoy planeando a corto plazo… Tengo un podcast que se llama Expedición Rosique y estoy muy clavado con esa parte. Sí, tengo tres libros, pero me gustaría hacer una serie auditiva, por ejemplo. Me encantaría entregar 12 capítulos bien hechos, que se queden ahí, que no pierdan vigencia. Es algo de lo que traigo en la mente en este año que además es olímpico, así que hay que preparar esa parte y después volver a prepararse para Exatlón, si es que se da”, me dice Rosique mientras se acomoda el cabello, de un largo que quizá jamás en su vida había experimentado, por lo menos no en las transmisiones más recordadas, y es que cuando la vida te da tantas vueltas, incluso tu apariencia lo refleja. Está en forma, viste un collar y varias pulseras en la muñeca derecha, pero el accesorio más significativo está en el anular de la mano izquierda, ese que viste desde mediados del 2020, cuando unió su vida con la de Michelle Saide, reportera deportiva de TUDN. Ella se fue a Dominicana para vivir con él y, en palabras de Rosique, “hacer de esta la mejor temporada de Exatlón, es un tesoro”.
“Ha sido maravilloso. Pasé las tres primeras temporadas de Exatlón solo acá en República Dominicana, y de por sí es pesado estar tanto tiempo fuera de tu país, en un trabajo de alto rendimiento como el mío, porque hay que ir a trabajar muchas horas y muy intensas. He narrado más de 13 mil carreras en cuatro años, son cerca de 130 carreras por semana. Cuando vives así, estar solo es más pesado, y vivir pegado al celular no es saludable. En ese sentido, Michelle vino a crear ese ambiente de hogar, a que yo pudiera comer acompañado y a tener esas tardes de platicar, disfrutar y padecer juntos. Compartir buenas y malas, todo eso que te cambia la vida. Antes tenía días de descanso y estaba solo, ahora dejo que ella decida qué vamos a hacer”, me comparte Antonio Rosique entre sonrisas, esas que se ausentan cuando con el temple serio enuncia frases a los competidores de Exatlón o cuando lo enlazan desde una cancha de la Liga MX.
Michelle Saide aportó nuevos colores a la pintura. Sus consejos y su experiencia en la televisión también han sido plusvalía para el conductor Rosique, no solo para el ser humano, ya que “me da mucha retroalimentación, diseña mis vestuarios, me ayuda a llevar relaciones con otras personas. Todo eso es increíble”.
Liga MX, Major League Baseball, Champions League, ligas europeas, Mundiales de Futbol, copas internacionales, golf del Tour de la PGA, Juegos Olímpicos (antes, durante y después de las justas), boxeo y muchas otras disciplinas y torneos figuran en sus experiencias, además de los múltiples programas, como Los Protagonistas, a los que ha pertenecido. Todas estas son cartas que seguirán acumulándose en su camino, porque la renovación de Rosique, el hombre, el periodista y el conductor, no tiene otro desenlace más que la reinvención de las ganas, la sed de seguir brincando vallas y recorriendo metros sobre la pista de tartán.
Basta ver sus ojos al recapitular estos años, escuchar su tono de voz calmado pero firme, para entender que Antonio Rosique, el cátcher, el escritor, el host y el esposo, vive su mejor momento. 25 años de descargas de adrenalina, 25 años de Antonio Rosique.