Sin excepción. Ni siquiera para Serena Williams, propietaria de un apartamento en la capital francesa, con sus 23 títulos de Grand Slam. "Tengo serios problemas de salud que hacen que procure apartarme de los lugares públicos, tuve que ir varias veces al hospital en estado grave", había confesado la menor de las Williams durante el US Open, añadiendo: "Tomaré la mejor decisión para mi salud. Tendré que hablar con los organizadores para saber cómo seremos protegidas".
Pero los dos establecimientos elegidos no están enteramente reservados para Roland Garros. No es extraño ver a jugadores mezclados con clientes del hotel y turistas en el hall del inmueble o en los ascensores, pese a que en teoría sólo puede ser utilizado por dos personas a la vez, una medida no siempre respetada.
'La burbuja es imposible'
"Nuestro objetivo no era hacer una burbuja, porque la burbuja es imposible", aseguró Bernard Montalvan, responsable del protocolo sanitario en Roland Garros.
Una opción que suscita disparidad de opiniones entre los jugadores: mientras que el gigante estadounidense John Isner se siente "en una gran seguridad", el británico Dan Evans "preferiría que el hotel no acogiese a nadie ajeno (al torneo). Me pone un poco nervioso ver público en el hotel (...). Si tenemos la prohibición de salir (del establecimiento), entonces no deberíamos ver público, es mi opinión", afirmó el domingo en conferencia de prensa.