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Street Food Latinoamérica: la serie de Netflix que te hará llorar del antojo

Este documental retrata la comida callejera de las principales capitales de nuestro continente; pero lo más nutritivo de ella es el retrato humano y social.
mar 21 julio 2020 06:00 AM

Street Food Latinoamérica es, a simple vista, una serie documental sobre la comida callejera más importante de las capitales gastronómicas de este continente —Oaxaca, México; Lima, Perú; Buenos Aires, Argentina; Salvador de Bahía, Brasil, y La Paz, Bolivia— pero si se ve más allá del antojo, se descubrirá que es una retrato social protagonizado por mujeres fuertes que logran sobrevivir, al machismo y otros problemas estructurales, gracias a la cocina, como único vehículo de movilidad social. Es sobre el ritual de la comida urbana, más que sobre los sabores.

La nueva entrega del productor David Gelb —también creador de Chef's Table y Street Food Asia— llega a las pantallas en un momento en el que, por el temor que desató la pandemia a comer en la vía pública, la comida callejera se extraña y significa mucho más que antes. Al ver los seis episodios queda claro que, por contraste, Latinoamérica sin comida callejera es otra cosa. Ésta forma parte de nuestra identidad tanto como el himno nacional.

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A diferencia de Chef’s Table, en la que se hacen semblanzas de los creadores de la alta cocina y su travesía hacia la cima del mundo culinario, Street food Latinoamérica, como la comida que retrata, resulta más cercano en términos humanos: episodio a episodio, el espectador recordará la sonrisa con que lo atendían en su local callejero de confianza y, ¡sí, sin duda!, sentirá una punzada de vacío en el estómago, un antojo que despierta gula y depresión al instante. Se descubrirá que estos sentimientos no son incompatibles, y que el segundo también puede habitar en la entraña.

La nostalgia al ver este programa irá más allá del antojo, porque se caerá en cuenta que no es solo el sabor lo que se hecha de menos, sino la comunión, ese breve lapso en el que un godín encorbatado, un publicista hipster y una ama de casa se alimentan y conviven en torno a una comida de sazón casero que se degusta en la banqueta, un sabor que viene de la urgencia por ganarse el día a día.

Street food Latinoamerica 1
Las típicas aguas oaxaqueñas.

Insisto. Lo más sustancioso de la serie documental no será la comida: esa moqueca de doña Suzana, un cocido de pescado típico de Salvador de Bahía; los rellenos de doña Emi, croquetas hechas a base de papa con el centro de carne o queso, que vuelven locos a los bolivianos; el ají de doña Luz Cogollo, la tradicional sopa colombiana de papa con carne; la tortilla de papas de Patricia y Romina, una pareja casada en la cocina y en la vida real que revolucionó este platillo al agregarle queso mozzarella —que nunca será excesivo— y volvió adictos a los bonaerenses; y, finalmente, las tlayudas oaxaqueñas de Doña Vale.

No, la riqueza de esta serie está en el retrato que hace de las personas que alimentan a otros, gente sencilla y trabajadora que no le desea ningún mal a nadie. ¿Por qué no hay más personas así en el mundo? Si todos cocináramos, vendiéramos en la calle y fuéramos testigos de lo fácil que es hacer feliz a extraños con nuestras manos, sin necesidad de tocarlos, ¿éste sería un mundo mejor? Yo creo que sí. Cocinar humaniza, porque es y siempre será un acto de amor.

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Street food Argentina
Tortilla de papa con jamón y queso mozzarella de Patricia y Romina, en Argentina.

Street Food Latinoamérica es relevante también desde la óptica de equidad de genero y empoderamiento femenino. Cinco de las seis historias principales están protagonizadas por mujeres. Todas ellas son arquetipos a seguir: madres solteras o esposas inconformes que rompen paradigmas. Están llenas de valentía y cariño por partes iguales.

Se digiere con orgullo, gusto y empatía cómo doña Emi defendió a golpes su derecho a vender sus rellenitos en la calle, y también su tenacidad para no dejar de trabajar un solo día en los últimos 30 años, porque como ella cree que sólo los muertos descansan sale a ganarse la vida a las siete de la mañana, de domingo a domingo. Igual de inspiradora es la historia de doña Vale, a la que acusan de tener un carácter muy fuerte, pero dice que no le importa porque es la única manera de reclamar un lugar en el mundo.

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Bandeja paisa colombiana.

Se retrata también la impunidad y cómo una crisis desatada por ésta puede ser el camino a una vida mejor, ya que doña Suzana, una baiana que se gastó sus ahorros para alimentar a trabajadores de una obra pública y a la que el gobierno local brasileño jamás le pagó, desesperada por la deuda, empezó a cocinar y su sazón y el arte la salvaron, pues un grupo de grafiteros detonaron el boca a boca que la volvió en un fenómeno.

El único protagonista masculino, sin embargo, es un personaje fuera de serie. Da para película. Tomás Matsufuji, mejor conocido como “Toshi”, es hijo de un descendiente japonés, Darío Matsufuji, quien es un reconocido chef de cocina nikkei, fusión de las gastronomías peruana y nipona.

Es la historia del hijo que no puede escapar de la sombra del padre, así que decide hacerlo todo a su manera; mientras más diferente, mejor. Estudió química en Londres y cuando se dio cuenta que cocinar era lo suyo, que tenía que enfrentar el peso del apellido, abrió lo que podría ser un anti-restaurante. Un local diminuto y deliberadamente cochambroso.

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Street Food Latinoamerica 2
Ceviche peruano.

Toshi dice que ningún cocinero aspira a tener un local como el que tiene, llamado Al Toque Pez, “un lugar feo y chiquito, lleno de bulla que es un caos”. Pero para su fortuna se equivocó y es un fenómeno entre el paladar de los limeños por sus nuevas interpretaciones del ceviche que mezcla con la cocina tradicional.

Resulta enigmático ver cómo puede salir tanto sabor de una alma tan aplastada por el peso histórico de su padre: él, que vive con su madre pese al éxito, incluso acepta sin pena que su canción favorita es "Loser", de Beck (“Soooy un perdedouuur, I’m a loser baby so why don't you kill me).

Podría escribir mucho más, pero en este momento me levanto de la mesa. Resulta más urgente ir a la cocina con la esperanza de preparar algo decente que seguir escribiendo sobre comida. Así que espero que disfruten la serie y, entre antojos, reconozcan que la comida callejera, sobre todo durante la pandemia, es mucho más que eso. Es parte fundamental de la identidad latinoamericana. Buen provecho.

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