El clásico de Steven Spielberg es sobre un extraterrestre que es olvidado en la tierra y trata desesperadamente de volver a casa con la ayuda de unos niños. Sin embargo, el subtexto de la historia tiene lecturas más profundas.
A nivel personal, este filme significó para Spielberg una forma de catarsis del divorcio de sus padres, pues el personaje de E.T. está inspirado en un amigo imaginario que el cineasta “tuvo” justo después de la separación de su familia.
“En realidad es una historia sobre el divorcio de mis padres y cómo me sentí como niño, queriendo que un amigo así llenara ese vacío. Todos estos elementos llegaron a mí y delineé la historia en solo unos días”, confesó Steven Spielberg en entrevista al American Film Institute.
Sin embargo, si se presta atención, E.T. El extraterrestre está plagada de simbolismos católicos que apuntan hacia un paralelismo entre la vida de E.T. y la de Jesucristo, pues ambos descienden del cielo, tienen apóstoles, poder de curar, resucitan y ascienden una vez más.
De hecho, la génesis de la película es descrita por Steven Spielberg como una especie de experiencia religiosa. Él estaba en Túnez, en el set de filmación de Los Cazadoes del Arca Perdida, recogiendo fósiles en el suelo, cuando la idea se le ocurrió.
“E.T. El Extraterrestre fue un regalo que me llegó desde el cielo”, dijo el cineasta en ese misma entrevista. “Ese desierto fue el fondo del mar hace millones de años y estaba recordando el final de Encuentros cercanos del tercer tipo y pensé: ¿qué tal si el extraterrestre es olvidado en la Tierra? Y de pronto esta historia me cayó encima como una tonelada de ladrillos”.
Como Steven Spielberg es judío, los paralelismos entre las vidas de Jesucristo y la del personaje principal de E.T. El extraterrestre fueron aportación de su guionista, Melissa Mathison, quien estaba en Túnez porque era en ese entonces pareja de Harrison Ford, quien encarnaba a Indiana Jones.
Aquí algunas de las referencias bíblicas de este cl´sico de la ciencia ficción, estrenado comercialmente en Los Ángeles, hace exactamente 38 años, que te harán ver verla desde otro punto de vista.
El poster de la película, en la que E.T. y Elliot, interpretado por Henry Thomas, conectan cuando unen las puntas de sus dedos índices es una clara alegoría al fresco La creación de Adán, de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina.
En la película, el descenso del Arcangel Gabriel a la Tierra se ejemplifica a través del descenso de la nave nodriza que luego parte y E.T. es olvidado.
La escena en la que E.T. hace que una flor marchita vuelva a la vida con el simple toque de su dedo hace referencia a los testimonios de sanación de enfermos de Jesucristo y al poder de dar vida, en clara alusión a Lázaro.
El acto de poder caminar sobre el agua de Jesucristo era una prueba de su divinidad, en el caso de la película, E.T. lo demuestra cuando hace volar a Elliot montado en su bicicleta, una de las escenas más icónicas del cine. Los adultos de la película, que no le creen a los niños, representan a quienes cuestionaron la divinidad de Jesucristo.
Dentro de la iconografía católica, el Sagrado Corazón es quizá de las imágenes más potentes. En el filme, éste figura cuando el corazón de E.T. se vuelve luminoso y resplandece desde dentro de su pecho.
Al igual que Jesucristo, E.T. también muere pero vuelve a la vida. Ésta es quizá la referencia bíblica más directa de toda la película. Además, cuando E.T. revive y sale de la camioneta (simbolismo de la cueva) lo hace con una bata blanca que puede interpretarse como el manto sagrado.
Antes de que E.T. vuelva a casa, como Jesucristo, se tiene que despedir de sus apóstoles, en este caso —aunque no son 12— son simbolizados por Elliot y los demás. El joven protagonista le pide al extraterrestre que se quede, la madre de éste se arrodilla (símbolo de veneración y fe que conecta con María Magdalena arrodillada frente a la cruz) e E.T. le dice a Elliot, al tocar su frente con su dedo luminoso, “siempre estaré aquí”, frase que puede ser tomada como una alusión al Espíritu Santo.
