Isaac Hernández, el mexicano que ganó el premio más importante de danza
Las 8:30 de la mañana es la hora en la que Isaac Hernández despierta habitualmente. A las 10 ya se encuentra en un salón para trabajar una hora y media en su rendimiento físico y técnico. Al mediodía empieza un ensayo, que no terminará hasta las cuatro de la tarde. Se toma un descanso para comer, pues tiene que continuar la preparación, ahora, con el resto de la compañía del English National Ballet, agrupación de la que es el primer bailarín.
Justo en esta pausa de su rutina en un miércoles común, Isaac se da espacio para responder una llamada telefónica de Life and Style, y compartir sus impresiones con respecto a la cosecha de éxitos en este año y los proyectos que tiene para 2019.
—¿Me das unos segundos, por favor? Me voy a conectar audífonos. En estos momentos, Hernández se encuentra en medio de los preparativos para interpretar al príncipe Siegfried en la puesta en escena de El Lago de los Cisnes. Justo un sábado antes, terminó las funciones del ballet Manon, que no volverá a montar sino hasta enero próximo.
Cuando se encuentra fuera del escenario y de los salones de ensayo, trabaja en los preparativos de la gala Despertares de 2019 y en estructurar el proyecto que, de momento, más lo entusiasma: la consolidación de la Federación de Industrias Creativas en México, una iniciativa inspirada en el caso británico que, según explica, genera más de 90 millones de libras para la economía del Reino Unido. “Me siento mejor cuando estoy ocupado, cuando tengo diferentes temas en la cabeza que me obligan a tener una disciplina fuera de mi rutina de bailarín. Me siento más útil”.
Junto a su pareja, la también bailarina Tamara Rojo, vive en Knights-Bridge, un exclusivo barrio residencial y comercial de la capital británica , cerca del emblemático almacén Harrods, del Royal Albert Hall y de la sede del Ballet. En esas calles se llevó a cabo la sesión con nuestra fotógrafa. Isaac se alegra de que esta noche no tiene ningún evento. Dice que aprovechará el tiempo para hacer tareas básicas, como lavar la ropa y preparar las maletas. El próximo lunes sale a Liverpool. Debido a las giras que realiza por diferentes ciudades británicas, le queda poco tiempo para este tipo de labores.
Isaac Hernández inició 2018 con una actuación en la Ópera de París, durante una celebración en homenaje a uno de los mejores bailarines del siglo XX, Rudolf Jamétovich Nuréyev. Bailó en memoria de ese gigante del ballet, al tiempo que se convertía en uno de los pocos representantes de su disciplina en pisar, en más de una ocasión, el escenario del icónico recinto francés.
En junio, el legendario teatro Bolshói de Moscú fue el escenario ideal para enmarcar el momento en que Isaac Hernández escribió, de forma definitiva, su nombre en los libros de historia de la danza. Se convirtió en el primer mexicano en tener entre sus manos la estatuilla del Prix Benois de la Danse, el máximo galardón que se entrega en el universo del ballet.
El jurado lo eligió entre los siete nominados por sus interpretaciones en La Sylphide, con su compañía británica, y en Don Quijote, con la Ópera de Roma, ocasión en la que tuvo la oportunidad de trabajar con la dirección artística del mítico bailarín ruso Mikhail Baryshnikov. “Es uno de esos premios con el que siempre sueñas, pero que nunca te atreves a verdaderamente decir que es una meta o un sueño”, dice con la convicción de que verbalizar su deseo, lo hubiera alejado de él.
SÍ, es verdad que Isaac soñó siempre con este premio, lo hizo desde que, con ocho años, hacía segunda posición tomado de la barra que su padre colocó en el patio de su casa, donde un par de tablas de madera resolvían la pendiente que tenía el suelo para deshacerse del agua de lluvia que caía sobre Guadalajara, la ciudad de su infancia. Fue ahí donde su formación como bailarín comenzó bajo la tutela paterna. Después llegaron las competencias, las medallas y las becas.
En 2003, con 13 años, dejó México para continuar su preparación en Estados Unidos, en la Rock School for Dance Education. Aunque el boleto que enseñó al personal de la aerolínea para abordar el avión tenía como destino Filadelfia, en su mente ya se asomaban los grandes escenarios del mundo. Cuando Isaac habla de sí mismo en esta época de su vida, se remite a un adolescente que parecía tener muy claro el tipo de bailarín en que se convertiría. “Yo le dije a mis papás que ese viaje era el comienzo de uno más largo, el cual sigo viviendo”.
Otra de sus paradas en esa travesía fue Nueva York. Durante esos años, Emilia, la mayor de los 11 hermanos Hernández, se mudó a la Gran Manzana, pues era un requisito del American Ballet Theatre que una persona con 21 años cumplidos acompañara al alumno si era menor de edad. Regresaban a la casa –a veces de algún director de orquesta, a veces de un cantante de ópera– en la que se hospedaban en una ciudad donde conocían a pocas personas. En esos trayectos, Isaac, con menos de 15 años, le platicaba a Emilia sus planes. Tenían unas charlas muy largas en el metro, recuerda su hermana, en las que él le contaba sobre los proyectos que quería poner en marcha cuando regresara a su país.
“No fue una vida profesional egoísta, siempre pensó en cómo hacer para que, en México, la gente consumiera más las artes, la danza, las industrias creativas”, dice quien hoy es su mánager y la productora ejecutiva de la gala Despertares, que, precisamente, es resultado de esas ideas.
En cinco años, Despertares se ha convertido en el espectáculo de ballet más grande del mundo. En su edición más reciente logró reunir, en el escenario del Auditorio Nacional de la Ciudad de México, a celebridades provenientes de 14 de las compañías de danza más reconocidas: Julio Bocca, Loipa Araújo, Nicola Monaco y Jared Grimes, por mencionar algunos nombres.
