Terminamos el capítulo anterior saliendo de la Reserva de la Biosfera del Pinacate, en el estado de Sonora. Desde allí, seguimos nuestra ruta por el norte del país, camino de Santa Ana, un pequeño pueblo donde me espera una familia mexicana donde pasaré los siguientes días.
Charly Sinewan: La hospitalidad mexicana en Sonora
La hospitalidad mexicana me sigue agasajando allá por donde paso. Da igual si no son motocicletas ni me conocen de YouTube, como es el caso de Cayetano y su familia. Me abren las puertas de su casa, me invitan a quedarme el tiempo que sea necesario y me comparten su vida. Y para mí, que soy viajero, esto es un recuerdo que permanecerá para siempre, mucho más que un paisaje o una carretera espectacular. El viaje son las personas que encuentras en el camino, por eso es tan placentero viajar por este país.
Pero mi viaje se alimenta también de conocer la realidad de cada sitio, y la idiosincrasia del norte de México está muy marcada por la frontera con Estados Unidos. Son más de tres mil kilómetros de línea repletos de historias, de personas que vienen desde muy lejos para intentar cruzar ilegalmente, de otras que viven en la zona y de una forma u otra la frontera les afecta en su forma de vida, y de organizaciones que controlan el paso de sustancias ilegales, armas o personas.
Uno de los lugares más interesantes en todos estos aspectos es Sasabe, un pueblo fronterizo al norte de Santa Ana. Llegar allí solo y por mis propios medios es algo que he descartado desde el principio porque puede resultar peligroso, sin embargo, y de nuevo gracias a la hospitalidad mexicana, va a surgir la oportunidad de hacerlo con ciertas garantías. Veremos qué pasa.
Gracias por vuestra compañía, nos vemos en la próxima entrega.