Entrevista con Román de Castro y el encanto de la sencillez
A Román de Castro lo conocen como “el artista que dibuja sillas” y sí, las ha hecho una parte esencial de su obra que bien transmite tanto ternura como dolor y, muchas veces, también vulnerabilidad.
Estudió cine, pero se dedica al arte. A Román de Castro lo conocen como “el artista que dibuja sillas” y sí, las ha hecho una parte esencial de su obra que bien transmite tanto ternura como dolor y, muchas veces, también (auto)descubrimiento y vulnerabilidad.
Actualmente, además de continuar exponiendo, busca comenzar a retribuir socialmente el arropo, la bienvenida y la comodidad que la Ciudad de México, especialmente la colonia Santa María, le ha dado.
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“Estar hoy en este espacio sí fue porque llegó en el momento que debía. Fue gracias a Valentina [su novia], con quien ahora lo comparto. Yo buscaba un nuevo lugar porque era socio de una galería en la Roma y me separé de ellos, entonces regresé a pintar en casa, pero para mí siempre ha sido indispensable separar trabajo y hogar y, aunque no me molestaba, no era un espacio para deshacer. Yo lo que quería era un lugar en el que, si me encuentro un sillón abandonado en la calle y lo quiero meter para intervenir, no esté pensando si traerá pulgas, es decir, yo quería un espacio en el que dijera: si aquí se mancha, se rompe o huele, ¡no pasa nada!”.
“Sobre por qué me gustan las sillas hay dos respuestas: la embellecida y la real. La real es que cuando empecé a hacer todo esto, y hasta la fecha, sigo aprendiendo a pintar y dibujar, yo no soy maestro de nada, soy estudiante de mil cosas, y cuando empecé la silla era muy fácil de dibujar: dos cuadrados y cuatro palos y para alguien, como yo, que no sabe hacer estas cosas, fue un paraíso. Luego la gente me reconoció como “el de las sillas” y dije ¡ya, no puedo abandonarlas! Luego leí un ensayo de Jimmie Durham que describe a las sillas como espías, razón por la cual están en todos lados ¡y me encantó esa idea de que las sillas nos están espiando!”.
Leí un ensayo de Jimmie Durham que describe a las sillas como espías, razón por la cual están en todos lados ¡y me encantó esa idea de que las sillas nos están espiando!
Román de Castro
“Me gustan mucho las barras de óleo secas, pero mi material favorito son los crayones industriales que yo siempre digo que son crayones para adultos. Es una delicia usarlo porque resbala muchísimo, y antes me gustaba gatekeepear y no le decía a nadie dónde los compraba, pero luego pensé que me hubiera encantado descubrir este material cinco años antes ¿y quién soy yo para privarle al mundo algo tan divertido como una crayola para adultos?”.
"Me gusta esa amplitud, esa libertad de que la Santa María la Ribera es para todos y eres bienvenido. Es muy lindo que las personas que viven aquí se interesen en tu trabajo, algo que no pasa en la Roma, donde hay muchos extranjeros y estudiantes de arte que, al final, son parte de la comunidad. Por eso, algo que a Valentina se le ocurrió es que demos talleres a la gente de aquí, que los niños puedan venir y ponernos a dibujar. Si nosotros llegamos un poco como outsiders hay que dar algo, hay que ofrecer algo a esta comunidad donde ya también nos estamos desarrollando".
Yo soy muy funcional en la manera en la que trabajo. No soy purista ni de los materiales ni de la superficie, si me encontré una silla en la esquina pues vamos a ver qué le hacemos. Me gusta mucho trabajar con esta idea de 'haz lo que puedas con lo que tengas', y este lugar también me ha empujado mucho a hacer eso.
Román de Castro
“Aquí en Caleta se toman muy en serio quién está dentro de la residencia. No es solo de quién lo puede pagar, sí hay un proceso de revisión de tu portafolio, saber a qué te dedicas. La verdad es que hasta ahora ha sido un espacio muy lindo y, en cuanto a la libertad, definitivamente es muy lindo llegar y poder decirme: ‘¿sabes qué? Puedo hacer lo que yo quiera: manchar paredes, manchar el suelo, meter aquí un taladro, construir, puedo hacer lo que sea’”.