Mis abuelos maternos admiraban la arquitectura, las artesanías, las costumbres locales y el complejo paisaje. Todo esto permeó en mí a la vez que iba descubriendo y entendiendo –o “desentendiendo”– lo que significa ser mexicana. Es complicado de explicar y, sin duda, también profundamente atractivo. Mi entorno familiar y unas afortunadas circunstancias en el momento clave de mi vida laboral me hicieron dedicarme al galerismo.
Entre una cosa y otra, en el año 2020, mi esposo Mau y yo fundamos una galería llamada Pequod Co., ubicada en la Ciudad de México en la que nací, crecí y recientemente también nacieron mis hijos, y que es hoy una de las grandes capitales del mundo en cuestiones de arte, gastronomía, diseño y arte contemporáneo. Tomamos la decisión de fundar la galería porque conocimos a un grupo de amigos y artistas a los que admiramos profundamente y que abordan sus temáticas de interés de una manera audaz, profunda y con frescura estética. Con ellos también compartimos la alineación de la idea y la ambición del proyecto. Tomamos esta decisión porque no podíamos no hacerlo. Y fue la mejor forma de construir nuestra vida.
Casi todos en Pequod somos mexicanos (y las dos artistas que no nacieron aquí, también lo son de alguna manera); es decir, somos ciudadanos del mundo, algo que nos interesa y nos identifica como galería. Nos importa porque México siempre ha sido un país que ha atraído y provocado a intelectuales, artistas, viajeros, escritores y poetas capa- ces de dejarlo todo atrás para, maravillados, echar raíces aquí. México es un catalizador de ideas y un lugar donde la cultura y el arte florecen.