Existen incontables memes al respecto y todos hemos visto al menos uno de ellos. Un personaje que se refiere a un simple dolor de cabeza y recurre a su navegador de confianza para una solución; este arroja como resultado un tumor cerebral. Es gracioso, hasta que la mofa genera más ansiedad que risas, lo que sólo puede solucionarse con una búsqueda en internet que efectivamente revela las más fatídicas posibilidades. Una situación que marca el inicio de un ciclo sin fin de preocupaciones que no hacen sino ir en aumento con cada nuevo malestar, o mejor dicho con cada nueva búsqueda online. Un problema del mundo conectado en que vivimos y que responde al nombre de cibercondría.
Cibercondría y otros padecimientos del mundo tecnológico
Si el término suena conocido es por su relación directa con la hipocondría, “afección caracterizada por una gran sensibilidad del sistema nervioso con tristeza habitual y preocupación constante y angustiosa por la salud”, según el diccionario Fundeau . En otras palabras, la sensación de estar siempre enfermo cuando no se tiene nada o poco más que un mal mínimo.
El caso de la cibercondría es parecido, pero con la peculiaridad de que la ansiedad por la salud se dispara por las búsquedas online relacionadas, lo que le ha llevado a ser visto como la actualización del viejo mal para la era digital. Aunque eso sí, con actualizaciones importantes que ameritan algunas aclaraciones.
Lo primero es que la cibercondría va más allá de la tendencia a buscar información relacionada con la salud en los distintos canales de internet, una práctica más que normal en la actualidad. Incluso sana al ser una vía para tratar de saciar la curiosidad y el nerviosismo inicial de las personas. En su lugar está relacionada con el aumento en los niveles de ansiedad provocados por estas mismas búsquedas.
¿Eras de los que se sentían enfermos tras ingresar a sitios de noticias y redes sociales?
El problema es que lo novedoso del padecimiento ha provocado que la definición aún no esté bien establecida. Una situación que entorpece muchos otros aspectos como delimitar la causalidad. Se especula que en la mayoría de los casos el problema inicia con la ansiedad por la salud, lo que motiva búsquedas que causan más tensión e inician un círculo vicioso que sólo termina por empeorar la salud. En otros, la ansiedad surge de los resultados de la búsqueda y suele relacionarse con las motivaciones tras la misma como la aparición de síntomas desconocidos. En cualquier caso, los cibercondríacos siempre terminan con niveles más altos de ansiedad en comparación con aquellos que presentaban antes iniciar estas búsquedas.
Esto a su vez complica establecer medidas para prevenir y tratar la afección. Asimismo, hace que sea difícil delimitar una cifra cercana del número de personas afectados. En otras palabras, sabemos muy poco de la cibercondría y no hay búsqueda en internet que nos pueda ayudar por ahora. Una de las pocas certezas es que va en aumento.
Así lo avalan diversos estudios realizados en los últimos años y que arrojan números cada vez más altos de cibercondríacos, los cuales deambulan cerca del 60% de la población. Una de las preocupaciones más recurrentes de las investigaciones actuales es saber cómo aumentaron estas cifras tras la pandemia. No hay datos concluyentes por ahora, pero se teme que los afectados se hayan disparado. ¿Eras de los que se sentían enfermos tras ingresar a sitios de noticias y redes sociales? Tal vez hayan desarrollado principios de cibercondría.
Si creen que puede ser así, quizá valdría la pena probar con la Escala de Gravedad de la Cibercondría (CSS por sus siglas en inglés) y que consiste en 33 elementos que determinan el nivel de ansiedad de las personas. Fue elaborada en 2014 por Eoin McElroy, profesor asociado de psicología en la Universidad de Ulster y quien padecía este tipo de ansiedad cuando era más joven.
“Se trataba de responder preguntas de la investigación, más que de diagnosticar a alguien”, explicó recientemente en entrevista con El País . “Además, la cibercondría no es necesariamente un trastorno psiquiátrico; de hecho, es algo que casi todo el mundo hace hasta cierto punto hoy en día”. Vaya que sí, especialmente si consideramos que muchos elementos han cambiado en los poco menos de diez años desde que se creó la escala: los celulares han aumentado el uso del internet, muchas redes sociales se han consolidado y otras tantas han llegado…
Al final y mientras los especialistas delimitan adecuadamente las bases de la cibercondría, lo mejor es no dejarse llevar por el pánico de una búsqueda en internet y recurrir al médico en busca de respuestas más acertadas a nuestros padecimientos.
Males de un mundo hiperconectado
La cibercondría no es la única afección del mundo digital. Te dejamos un recuento de cinco males propios del mundo conectado en que vivimos.
Ciberadicciones. Se refiere a la adicción a las nuevas tecnologías. Aunque las hay de distintos tipos, las dependencias a los celulares y los videojuegos están entre las más señaladas. Ésta última se ha tornado tan grave en los últimos años que países como China han tomado medidas cada vez más severas para erradicarla.
El síndrome del double check. El deseo impulsivo por revisar continuamente si los mensajes de WhatsApp han sido leídos. La ansiedad es mayor cuando los mensajes son enviados a usuarios que tienen bloqueado el sistema de verificación.
Nomofobia. El miedo irracional a quedarse incomunicado por distintas razones. Por la falta de batería, olvidar el teléfono en casa o quedarse sin señal en algún punto del día.
Síndrome del mensaje imaginario. También conocido como síndrome de la llamada imaginaria, lo padecen aquellas personas que están tan pendientes de su celular que su cerebro imagina alertas de llamadas o mensajes aun cuando éstas no hayan sucedido.
Síndrome FOMO: Siglas en Fear Of Missing Out, es el miedo a perderse de todo aquello que es tendencia en internet y que suele producir sensaciones de inferioridad. Se ha disparado con las redes sociales.