¿Y ahora qué hago?
Lo primero es aceptar tu situación. Después, alegrate porque aún hay algo que puedes hacer al respecto.
Redirige tu esfuerzo
No quieras bajar de peso para mejorar tu aspecto, sino para reducir riesgos de enfermedades. Un estudio demostró que la gente que tiene razones de salud para bajar de peso baja mucho más que alguien que lo hace por vanidad, y no sólo eso, sino que mantiene el peso que bajó.
Come frutas y verduras
Comer bien promueve la pérdida de peso y te ayuda a mantenerte saludable, además de que disminuye el riesgo de enfermedades. Agrega, por ejemplo, espinacas a tu omelette matutino, come vegetales con hummus como snack y hazte licuados de frutas. Con el tiempo verás que integrar estos elementos a tu dieta es más fácil de lo que parece.
No subestimes la actividad diaria
A veces pensamos que mantenernos activos requiere que nos sometamos a rutinas de alta intensidad, y aunque es bueno, no es necesario para tener un peso saludable. Empieza caminando más y sentándote menos. Esto es casi tan importante como ir al gimnasio. Si tu celular tiene contador de pasos, fíjate en tu promedio y proponte aumentar mil cada semana hasta que te sientas cómodo caminando varios kilómetros al día.
Di no a casi cualquier dieta
No pongas en juego tu salud ni tu felicidad haciendo dietas o programas de ejercicio que te restrinjan mucho o que te hagan infeliz. Busca sistemas que se ajusten a tus necesidades y estilo de vida. De lo contrario, tu rutina no será sostenible.
Más que una dieta o un programa de ejercicio milagrosos, busca estilos de alimentación y de movimiento que puedas seguir durante mucho tiempo, sin importar si estás de vacaciones. Si para comer algo que te guste necesitas esperarte a tus cheat meals, vas por el camino incorrecto.
Duerme bien
Durante los treintas tenemos una series de responsabilidades que incluyen cuidar el trabajo, los amigos, la pareja, la familia, y dormir de repente se convierte en un lujo. Y precisamente eso es fatal para la pérdida de peso, pues hace que incrementen las hormonas del hambre. Así tengas la agenda más ocupada, es importante que apartes siete horas de tu día para dormir.
Hidrátate
A estas alturas de la vida sobra explicar las maravillas que el agua hace por ti. Pero no está de más recordarte que es una de las mejores aliadas para tu cintura.
Adiós, azúcares añadidos
Reducir tu ingesta de azúcares añadidos es de las mejores cosas que puedes hacer por ti, pues evitarás llenarte de azúcares que no sirven para mucho más que hacerte engordar. Intenta limitar tu uso de endulzantes, incluyendo azúcar, miel y agave.
Despídete de la comida procesada
No comas cosas altamente procesadas, pues ni siquiera tienen nutrientes que aportar. Además de estar vinculadas al incremento de peso, aumentan el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas y ciertos tipos de cáncer. Elige en su lugar alimentos con muchos nutrientes, como frutas, verduras, legumbres y nueces.
Aprende a cocinar
Comer comida casera suele ser más saludable y mejora la calidad de tu dieta. A veces da flojera, pero con un poco de organización puedes comer delicioso, casero y sin esfuerzo.
Ve al nutriólogo
Siempre es útil recurrir a la ayuda de alguien que entiende el funcionamiento del cuerpo a través del tiempo, tu relación con la comida y la forma de crear cambios positivos que te ayuden a mantenerte bien con el paso del tiempo.