Nuestros cuerpos están lejos de ser perfectos: man boobs, panza chelera, cejas hiperpobladas... todos tenemos algo que "está mal" con nosotros mismos y que hemos aprendido a fingir que aceptamos, o que incluso honramos con un entusiasmo caricaturesco (¿cuántos no presumimos nuestras panzas como si fueran un logro, cuando en realidad cada mes nos juramos que por fin le bajaremos a la chela y haremos ejercicio?). En un mundo con una cultura predominantemente visual en el que los estándares de belleza son básicamente inalcanzables si no puedes pagar un entrenador personal y un buen cirujano plástico.
Esto lleva a lo inevitable: un movimiento en contra de estos estándares, que nos reconforta diciéndonos que nuestro cuerpo, así como el de cada una de las personas que habita este planeta, es hermoso. Así, cada vez hay más movimientos en redes sociales que están haciendo que las revistas, el cine y la publicidad se responsabilicen por los estándares falsos que están creando y que se aumente la representación de todo tipo de cuerpos. Sin embargo, esto está lejos de ser lo que necesitamos.
La escritora berlinesa Anuschka Rees, autora del libro Beyond Beautiful, señala algo importante: "El movimiento body-positive ha hecho mucho para ayudar a darle un giro a nuestra narrativa mediática, reducir la vergüenza, señalar lo ridículos que son nuestros ideales de belleza y generar conciencia sobre el hecho de que todo lo que vemos en los medios suele ser una ilusión. Sin embargo, hay un problema. Ese mensaje ayuda a ver lo limitados que son nuestros estándares de belleza, pero también refuerza la creencia que nos metió en todo este desastre en primer lugar: que verte y sentirte bien es una especie de prerrequisito para la felicidad".