La palabra singita, proveniente de la lengua shangaan, significa “lugar de milagros”. Desde 1993, también es sinónimo de un proyecto de hospitalidad profundamente comprometido con la conservación, el respeto por las culturas locales y la protección del entorno natural en algunas de las regiones más extraordinarias del continente africano: Sudáfrica, Tanzania, Ruanda, Zimbabue y Botsuana.
Hospitalidad con propósito en el ‘lugar de los milagros’ de África

Todo comenzó con una propiedad de 30,000 acres en la región sudafricana de Lowveld, adquirida en 1925 por el abuelo de Luke Bailes. Donde antes hubo una concesión de caza, él soñó con una reserva que protegiera la vida salvaje. Décadas más tarde, ese legado cobraría nueva vida gracias a la visión familiar, transformándose en una marca que hoy opera 19 lodges y campamentos, y que se ha posicionado como referente de lujo consciente y sustentabilidad.

Esa inspiración ha dado forma no solo a una experiencia de lujo profundamente conectada con el entorno, sino también a una filosofía a largo plazo. Singita trabaja con un propósito proyectado a 100 años: facilitar la preservación de la naturaleza africana para las futuras generaciones.
Para Jo Bailes, actual CEO de Singita, el alma del proyecto sigue estando en su origen: “Gran parte de nuestra creatividad proviene de mantenernos fieles a nuestro amor por la naturaleza y por las ricas culturas inmersivas de África. La energía y la diversidad del continente son una fuente inagotable de inspiración”, afirma.

Este compromiso implica una responsabilidad tangible en cada decisión, desde la arquitectura hasta el servicio. “Nuestros huéspedes comparten esa responsabilidad mientras los guiamos en conexiones significativas con la tierra, su gente y sus animales. Creemos en la coexistencia y en un futuro africano moderno y prometedor”, explica.
Creemos en la coexistencia y en un futuro africano moderno y prometedor.
Más allá de la infraestructura, la gastronomía o la experiencia visual, en Singita la hospitalidad se vive como un acto humano de profunda conexión. “Si observamos el origen de la palabra ‘hospitalidad’, siempre ha estado relacionada con cuidar al extraño de forma recíproca. Esa es la base a la que nos apegamos: una aproximación auténtica y personalizada, donde nuestros huéspedes se sientan verdaderamente vistos, escuchados y cuidados”, sostiene.

Ese enfoque también marca su postura frente a la tecnología. Si bien reconocen el valor de la inteligencia artificial como herramienta operativa, en Singita el centro sigue siendo el vínculo humano. “Nuestro enfoque es siempre elevar la conexión humana. Por eso elegimos utilizar la inteligencia artificial como una herramienta de apoyo tras bambalinas, en lugar de darle el papel principal”, asegura. En un mundo cada vez más digital, Singita ofrece una pausa significativa: una oportunidad para reconectar con lo esencial.
En un panorama global en el que la hospitalidad tiende a la estandarización, la propuesta de Singita brilla con luz propia. No solo por el lujo silencioso y la belleza de sus paisajes, sino por la autenticidad con la que ha construido un puente entre la comodidad y la conciencia ecológica. Como dice Bailes: “Somos una familia pequeña con un fuerte conjunto de valores que impregna todo lo que hacemos”. Quizá por eso, en cada rincón de Singita aún se siente el eco de aquel “lugar de milagros” con el que comenzó todo.