Nacido en la costa adriática de la actual Croacia, Marco Polo, descubridor de la Ruta de la Seda, fue el pilar sobre el que Venecia construyó el dominio sobre el Mediterráneo que la llevó a convertirse en una de las ciudades más ricas de siempre.
La ruta de las especias: conoce su historia
Del Lejano Oriente, en interminables caravanas que atravesaban estepas, cordilleras y desiertos, llegaban hasta Italia las sedas, piedras preciosas y especias que sofisticaron los salones de los palacios europeos, hasta entonces toscos y poco refinados. Fueron la conquista de América, el posterior viaje del portugués Vasco da Gama a India y la primera navegación alrededor del globo de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano las que cambiaron las reglas del juego.
Eran los tiempos en los que un solo barco cargado de pimienta o canela procedente del estrecho de Malaca, entre Sumatra y la península Malaya, podía permitir a un monarca sufragar toda una campaña militar, la época en que la vainilla de la Polinesia o el clavo y la nuez moscada de las islas Molucas podían generar tanta riqueza como para derrocar a un Estado.
Las especias, el petróleo de la Alta Edad Media, transformaron países, cambiaron mapas, alentaron guerras y sofisticaron gustos, creando de paso dos de las compañías más grandes y ricas de la Historia: la Dutch West India Company (Países Bajos) y la East India Company (Inglaterra). No fue su única aportación a la historia de los últimos siglos.
Gracias a la normalización de su uso, en Europa mejoró sustancialmente la vida de sus ciudadanos, especialmente gracias a sus propiedades farmacéuticas y a su aplicación para la conservación de los alimentos mediante técnicas milenarias ya utilizadas en el norte de África y Oriente Medio, donde su comercio está datado desde 2,000 años antes de Cristo. Hoy, las especias ya no destrozan fronteras y monarquías, pero marcan el día a día de la mayoría de países del planeta.