Así vivimos la llegada del Año Nuevo Chino en Careyes
Desde el inicio de su civilización, hace 3000 años aproximadamente, China tiene su propio calendario, en el que los meses empiezan y terminan con cada fase lunar.
Su año comienza cuando llega la segunda Luna llena después del solsticio de invierno y, por eso, suelen celebrarlo en los primeros días de febrero.
Para celebrar el Año Nuevo Chino, viajamos a Costa Careyes, ese destino famoso por sus construcciones mediterráneas y sus fiestas surrealistas. Así fue la experiencia.
Origen de la celebración
Hace unos años, el fundador y dueño de Careyes se enamoró de esta tradición gracias a las historias de un chef de origen chino que trabajaba en la región. Tal fue su fascinación, que decidió instaurar su propia fiesta como tributo a la herencia cultural china y su mezcla con la mexicana.
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Desde entonces, el Año Nuevo Chino se ha convertido en la fiesta favorita de los residentes de Careyes, y la excusa perfecta para visitar esta costa del Pacífico sin importar en dónde se encuentren.
El tradicional inicio
Para la celebración, la Plaza de los Caballeros del Sol –que funciona como el centro cultural de Careyes– se cubrió con largas hileras de foquitos y las tradicionales lámparas de papel. Debajo de este techo falso, largas mesas de madera invitaron a todos los asistentes a sentarse a compartir, no solo con su familia, sino con otros asistentes, veteranos y novatos.
El evento comenzó con una cena inspirada en los sabores orientales, acompañados por cocteles frescos y copas de vino. Durante esta, se llevó a cabo la inauguración a través de un espectáculo de luces en donde se mostró al animal del zodiaco celebrado este año: el cerdo. Una inmensa escultura de papel desfiló frente al espacio, acompañada por música china y fuegos artificiales que contribuyeron a crear un aire místico que se extendió hasta entrada la madrugada.
Al terminar la cena, fueron invitados al escenario todos los asistentes que compartían el signo del zodiaco celebrado, para recibir un colorido jorongo bordado por mujeres de las comunidades que rodean a Careyes. Los demás asistentes vestimos, también, en jorongos, llenando el espacio de movimiento y color.
Comienza la fiesta
Una vez finalizada la dinámica de apertura, llegó el momento de bailar. Un DJ se encargó de musicalizar la noche, con canciones dirigidas a todas las generaciones. El baile, entonces, se extendió más allá del escenario, hasta las mesas y el fondo de la plaza y, por más que pasaron las horas, los invitados no dejaron de celebrar. Y ahí, descubrimos que el Año Nuevo Chino ha dejado de ser solo un homenaje a la tradición, para convertirse en un momento de reencuentro de viejos amigos, de convivencia entre familias y de un rico intercambio cultural.