“He dejado de creer en la superstición de la escritura”: Xavier Velasco
“Empiezo a escribir entre las 10 y las 10:30 de la mañana. Pongo un tapete al sol, saco la silla sobre la que estás sentada y abro la sombrilla que ves ahí –dice señalando un parasol desgastado de color rojo-. Dependo mucho del calor. No me gusta el frío”, dice Xavier Velasco cuando le pregunto sobre sus rituales de escritura .
Hoy, Velasco promociona su más reciente publicación Entrega Insensata (Ed. Océano), una selección de cartas dirigidas a personajes como José José y Serena Williams, en una columna que llevó en el diario Milenio, del año 2000 al 2004.
Fue justo hace quince años cuando Velasco recibió el Premio Alfaguara por su novela Diablo guardián y cuando daba mayor valor a la inspiración. “Es sencillo. Hace 15 años, tenía mucho miedo de que la novela no saliera y, cuando tienes miedo de algo, recurres a las instancias divinas. Con el tiempo he desmitificado la superstición en la escritura. Si me pienso como un narrador en medio de tantos otros que existen, la sola idea me paraliza. Prefiero verme como un plomero que llega a arreglar una fuga de agua. Lo veo mucho más como un asunto técnico.
Puedo Explicarlo Todo, ha sido el libro que más trabajo me costó y, al final, llegué a la conclusión de que es difícil, pero todo se puede terminar. Entendí que todo dependía de un problema técnico”, dice.
A diferencia de aquellos títulos, Entrega insensata se basa en la carta. “Una novela, la mayoría de las veces, es un trabajo de años. La carta la terminas el mismo día que la comienzas. Es algo que sale de las entrañas y, en ese sentido se facilita, pero también es la que más te compromete. Es algo que firmas. Sellas lo que dices con tu puño y letra”.
En estos días, Velasco se dedica a escribir una novela con la lógica de un partido de tennis, cuenta. Y sobre eso lee, también bajo su sombrilla roja. “Disfruto cualquier cosa que no me deja pensar en nada más. No creo en la literatura de narcos, de esto o de aquello. Admiro a David Toscano, a Enrique Serna. Pero encuentro más bien una buena disparidad de ideas y de temas. Y lo agradezco”. Sin recurrir, claro, a instancias divinas.