Conoce por primera vez las nuevas piezas de Tutankamón del Grand Egyptian Museum
La piel de mis brazos, en fracción de segundos, explota... Dermis y Epidermis, que no son faraones egipcios, lo sienten y se transforman. También lo sienten mis piernas. Tiemblan. Y mi corazón, late. Mucho. El efecto, en un breve instante, llegó y se apoderó de mi cuerpo. Piel de gallina le dicen y no hay manera de inventarlo.
Apenas he dado dos pasos dentro del laboratorio y mi cabeza también explota. Un pellizco en el brazo. Nada. Abro y cierro los ojos. Nada. Es verdad, estoy aquí, en la puerta del Centro de Restauración y Conservación del nuevo Gran Museo de Egipto (GEM), en Giza. Es verdad. Vuelvo a abrir los ojos, buscando el foco correcto, pero todo me desborda: los hombres de bata blanca que llevan una vieja caja de madera. El antropólogo de chaleco gris que anota en su tabla las medidas de un sarcófago, dentro de una bolsa de plástico. Los envases que guardan esos líquidos que hacen que el pasado regrese al presente y el oro que brilla en cada una de las mesas al lado de computadoras, guantes y dibujos.
Siento una mano en la espalda. La mano siente la piel de gallina. Y el dueño de ella me pregunta: "¿estás bien?". Me gustaría decirle la verdad. No, no estoy bien. Usted es el profesor Taref Tawfik, el mayor especialista en arqueología en Egipto y el director del que será el Museo de Antropología más grande del mundo, y enfrente tengo cientos de piezas de la historia de Egipto que ningún otro mexicano ha visto, así que imagínese si estoy bien. Pero, no, no se lo digo. En cambio, con la voz alterada, casi como si también tuviera piel de gallina, le pregunto: ¿todo eso era de Tutankamón? "Sí", responde y comienza con el relato.
Desde 1922, cuando el antropólogo Howard Carter descubrió la tumba del joven y más famoso faraón ("ojo, no el más importante", recalca) en el Valle de los reyes, Tutankamón ha sido el mayor referente global de la historia de los egipcios. Un personaje que, con tan sólo 19 años de vida, a través de leyendas y mitos, ha provocado un fanatismo inigualable por la cultura del país, moviendo aviones y personas alrededor del mundo para encontrarse con un pequeño pedazo de él. "Así que imagínate lo que implicará mostrarle al mundo, por primera vez, todos sus objetos juntos. Imagina lo que será que el propio pueblo egipcio pueda ver por primera vez cientos de objetos que desde hace 95 años permanecen guardados mientras son restaurados", sentencia el profesor Tawfik.
Lo imagino. Pienso en la piel chinita y lo imagino. Pienso en mi pequeño hijo, quien siempre quiere historias frescas para dormir, y lo imagino mientras caminamos por el laboratorio de restauración del GEM.
Sandalias, collares, baúles, escudos, camas, pulseras y oro puro, literal. Hombres pasan al lado de nosotros, sonríen. Todos al servicio del faraón y del profesor Tawfik parecen felices de compartir con alguien más su gran secreto, parecen alegres de ver una cara nueva. Un rostro distinto que les compruebe, sin pellizcarlos, que ellos tampoco llevan años soñando dentro del bunker de la planta baja del edificio principal del GEM, a orillas de la carretera que lleva al desierto de Alexandria, y a espaldas de las tres pirámides de Giza.
"Es un esfuerzo inmenso el que se ha hecho para restaurar las piezas. Yo he armado y desarmado un collar decenas de veces tratando de llegar a su versión original. Hoy, toca desarmarlo de nuevo", dice uno de los hombres de bata blanca. No alcanzo a preguntarle su nombre porqué ya ha comenzado otra historia del profesor y seguir su voz es tan determinante como seguir sus pies.
"Han sido años de grandes retos desde que comenzamos la construcción en 2012, buscando el financiamiento de un billón de dólares para poder crear el GEM. Hemos encontrado en Japón ha nuestro gran aliado y estamos a poco tiempo de concretar el gran sueño egipcio gracias a toda estas personas, que trabajan día y noche para tener listo un universo egipcio nunca antes visto. Pero también hay gente que no se ve que hizo esto posible, como la arquitecta irlandesa Roísín Heneghan, encargada de este gran edificio o como el Ministerio de Antigüedades, que nos ha permitido entender como éste será el gran proyecto de Egipto para las siguientes décadas y cuya primera fase, la de Tutankamón, estará lista para diciembre de 2018", comenta, en su papel de director, el señor Tarek.
Sarcófagos, barro, escudos, dagas, más sandalias. El profesor Tawfik habla con los suyos, antes de terminar el recorrido por el laboratorio y salir a conocer a detalle la construcción. "Anda, camina un rato. Toma fotos. Muéstrale a México. Pero sin tocar, por favor", sentencia. No es necesario, todo se siente. Huele, vibra, impregna y cautiva. Tutankamón y Egipto están aquí. Yo estoy aquí y la prueba es que la piel de gallina no ha cedido su lugar