Si bien la aparición del prêt-à-porter hizo que la moda de diseñador fuera accesible para un sector de la población que no se podía permitir comprar prendas de alta costura –o lo que es lo mismo, hechas a medida–, también es cierto que la producción industrial de prendas a partir de patrones estandarizados eliminó de la ecuación parte de la magia que se genera cuando un atuendo es creado de manera exclusiva y personalizada, un universo en el que Savile Row, en Londres, ejerce como núcleo irradiador.
La sastrería exclusiva de Hackett: Confeccionando para el caballero de hoy
Barrio residencial en sus orígenes, la coqueta calle ubicada en el londinense barrio de Mayfair no se convirtió en la meca de la sastrería moderna hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando artistas, escritores, actores, miembros de la realeza, aristócratas y hombres de negocios apostaron por los maestros instalados en sus locales a pie de calle para encargar anualmente sus trajes, camisas, abrigos y accesorios.
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Allí se encuentra también Hackett London, marca inglesa anclada en la tradición británica más clásica pero enfocada en las necesidades del hombre contemporáneo que ofrece personal tailoring en algunas de sus tiendas repartidas por el mundo, una propuesta en la que Graham Simpkins, Head of Tailoring de la casa, pone toda su experiencia al servicio de los clientes más importantes de la marca. La del Centro Comercial Antara, en la Ciudad de México, es una de ellas. Allí, entre telas y patrones, acompañado por los consejos de los especialistas de Hackett, el cliente recibe las recomendaciones necesarias para realizar un traje a medida que cumpla con todas sus necesidades.
Así, la ocasión de uso del propio traje, el clima de la ciudad, la estatura y la complexión del cliente, su color de piel o sus propios gustos personales son explorados durante la conversación con Simpkins para ir tomando decisiones respecto a los tejidos, colores, cortes y detalles estéticos que se incorporarán en cada prenda.
Ninguno, como marca la tradición británica, es dejado al azar, mientras que el cliente tiene la palabra final respecto al forro, los ribetes, la cantidad y estilo de los botones y la colocación de los bolsillos, entre otros aspectos.
Para asegurar que las medidas se han tomado correctamente, se realizan pruebas de corte con algunas de las prendas disponibles en el showroom que, una vez verificadas son enviadas a los talleres de la marca, donde experimentados sastres se encargarán de confeccionar todos los componentes del traje de acuerdo con las especificaciones recibidas.
Este proceso suele requerir de varias semanas, tras las cuales el cliente puede realizar una prueba adicional para acordar los ajustes finales con el equipo de la tienda.
Con más de 140 años de historia y reconocida por su excelencia y cuidado a los detalles, Hackett London reinventa la sastrería inglesa clásica y se asegura de que cada traje que pasa por las manos de sus costureros se ajustará perfectamente al cuerpo de cada cliente para el que fue elaborado; de los hombros a los puños, de la cintura a los tobillos.
Este texto lo leíste primero en nuestra edición impresa de marzo 2024 .