¿Qué dice la ropa que usa Donald Trump de él?
Es una creencia común que la ropa que usa un político no importa. Claro, la sociedad debe prestar atención a sus medidas gubernamentales más que a su atuendo; pero lo que muchos olvidan es que la ropa es una forma de expresión personal y al someterla al escrutinio se pueden averiguar datos relevantes sobre un mandatario.
Lo que usa un político importa porque podemos saber cuánto gasta, qué valores apoya y hasta visualizar claras incongruencias entre su discurso y lo que hace.
Durante la campaña electoral estadounidense, múltiples medios se dedicaron a analizar el atuendo de la candidata demócrata Hillary Clinton. Las críticas fueron favorables y pocos saben que la propia Anna Wintour fue consejera de su imagen. Clinton fue amada por la industria de la moda, tanto que en su biografía de Twitter se lee: “hair icon, pantsuit aficionado” (ícono por su cabello, aficionada de los trajes de pantalón).
Pero, ¿y Donald Trump?, ¿qué podemos saber de él por la ropa que usa?
Está confundido y no tiene ni idea de que está haciendo
El crítico de moda Justin Fenner escribió: “Si la moda es comunicación, el atuendo [de Donald Trump] comunica que está confundido”. Se refería a lo que utilizó en el primer debate presidencial: un traje negro, una camisa blanca con mancuernillas francesas y una corbata de seda, azul rey.
¿Por qué comunica confusión? Porque demostró que Trump no tenía idea de lo que significa ser político ya que las personas con cargos públicos utilizan trajes negros para dar malas noticias o en eventos ultra formales. El negro se asocia con luto, pesimismo o solemnidad. De hecho, Obama ha declarado que su uniforme diario se reduce a trajes grises y azul marino para evitar este conflicto.
El resto del atuendo de Trump tampoco tenía sentido: mancuernillas francesas frente al eslogan “Make America Great Again” y una corbata atinada en el color, pero demasiado larga.
Es incongruente
El hombre que durante campaña habló en múltiples ocasiones de lo mal que le está yendo al comercio estadounidense por culpa de empresas extranjeras y se declaró pro-industria nacional, ¿adivinen dónde compra su ropa? En Europa.
La mayoría de sus trajes son de la marca Brioni: fundada en Roma en 1945, es una de las casas de alta costura más prestigiosas de moda para hombres, y sus trajes cuestan entre 5 mil y 17 mil dólares (entre 100 y 340 mil pesos). De hecho, en el libro Trump: Think like a Billionaire, el mandatario dijo que la marca le obsequiaba ropa para el programa El Aprendiz. Si bien actualmente Brioni no le regala trajes, Trump sigue siendo un cliente regular y lo fue incluso en campaña, a pesar del mensaje que esto enviaba.
¿Más incongruencias? Trajes de su propia marca, Donald J. Trump, Signature Collection, fueron fabricados en México y la mayoría de sus corbatas tampoco son hechas en Estados Unidos, algunas son fabricadas por China (otro de los países que repudió en campaña por temas comerciales).
Sus trajes –y quizá el puesto de presidente- le quedan demasiado grandes
“¿Saben que no se ve presidencial? Un hombre que asegura que en el 2015 ganó 694 millones de dólares, pero parece que aún con todo ese dinero no está dispuesto a pagar para que le ajusten los sacos”, esta fue otra de las críticas de Fenner a Trump en campaña.
Una constante en sus atuendos es que la ropa le queda demasiado grande: los sacos no se ajustan a sus hombros y esto da la impresión de que las mangas son demasiado largas, pasa algo similar con los pantalones ya que se le ven demasiado anchos. En conjunto, más allá de las grandes cantidades de dinero que paga por su ropa, la poca atención que tiene por los detalles da la señal de que no le da miedo impresionar y le importa muy poco cuidar el protocolo establecido.
Vive en el pasado
Hay que recordar que el nuevo presidente estadounidense más que político es empresario, pero no se parece nada a los millonarios modernos como Mark Zuckenberg o Tim Cook, quienes le han apostado a atuendos relajados y casuales. Por el contrario, Trump es de los líderes a la antigua y se viste como tal, imitando a los dueños de empresas manufactureras del siglo pasado.
La prenda que comprueba esto es la corbata roja que lo caracteriza. La power tie o corbata poderosa por la que Trump se inclina es clásica de 1980 y el color se asocia a los republicanos. Con todo esto no sorprende para nada que esté aferrado a su slogan de campaña, “Make America Great Again”, y a una época a la que es imposible volver.