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Elvis, ¿el biopic musical definitivo?

El Rey está de vuelta, esta vez para la conquista de la pantalla.
dom 24 julio 2022 09:00 AM

Tras varios años en las sombras, el musical ha vuelto con una enorme fuerza. No sólo en ese formato convencional, tan teatralizado, que todos conocemos, sino también con enfoques más modernos que pretenden garantizar la conquista de una nueva generación de audiencias. Una fórmula que ahora incluye hibridaciones con biopics en las que se aborda el ascenso –y en ocasiones, la caída– de algunas de las máximas figuras de la escena musical, siendo Elvis el más reciente ejemplo.

Y quizá, el definitivo…

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La tendencia empieza a manifestarse a inicios del siglo XXI con Ray (2004), Johnny & June: Pasión y locura (2005) e incluso Soñadoras (2006) que, si bien es una obra de ficción, está fuertemente inspirada en Motown. Tuvieron que pasar de diez a quince años para su consolidación con títulos como Jersey Boys (2014), Letras prohibidas (2015), Bohemian Rhapsody (2018), Rocketman (2019), La madre del blues (2020), La voz del amor (2020), Estados Unidos vs. Billie Holiday (2021) y por supuesto Elvis. La primera tanda sentó las bases, pero fue la segunda la que descifró que la mejor forma de explorar a estos iconos, no sólo desde sus carreras, sino desde la colisión directa con el contexto sociopolítico. Centrémonos en estas últimas películas.

Racismo, mafia, SIDA y drogadicción son sólo algunos de los muchos temas explorados, lo que resultó en obras complejas, pero que batallaron por encontrar un balance entre el drama y la ensoñación del espectáculo. Unas se decantaron de lleno por lo social, otras por la música. El balance sólo llegó cuando un genio, muchas veces incomprendido, como es el caso de Baz Luhrmann entró en escena con la valiente y arriesgada exploración, no de un músico cualquiera, sino de una de las máximas leyendas de todos los tiempos: Elvis Presley, el mismísimo Rey del Rock.

Al rescate del mito

Más allá de las variantes de cada uno de los proyectos mencionados anteriormente, todos tienen un punto en común: la humanización de la estrella, quien deja de ser intocable para convertirse en una figura de carne y hueso aquejada por todo tipo de problemas y preocupaciones. Elvis no es la excepción a la regla, pero con la gran diferencia de que es capaz de hacerlo sin necesidad de caer en la desmitificación.

Para ello, Baz Luhrmann no tiene que hacer sino mantenerse fiel a los hechos, especialmente a todos aquellos que han estado tan peligrosamente cerca de ser silenciados. La pobreza que vivió cuando niño y que le obligó a crecer en humildes barrios habitados por gente de color en una era marcada por la segregación. “Y mira lo que pasa con los jóvenes”, asegura el cineasta. “Absorben todo tipo de cosas, especialmente alguien con un gran hueco en el corazón como Elvis, que tenía el amor condicional de su madre y siempre estaba buscando, buscando y absorbiendo”, dijo en entrevista .

Lejos de sucumbir ante el racismo, el muchacho absorbió y fusionó elementos del country con música afroamericana e incluso góspel, lo que resultó en una combinación profundamente poderosa que se tornó decisiva para su ascenso hasta lo más alto. Caso similar al de sus bailes, con movimientos nunca vistos hasta entonces. Y aun así, profundamente honesto, pues como también dice el cineasta Elvis “hizo todo lo posible para decir: 'Yo no inventé el rock and roll, sólo le puse mi propio toque'. Él dijo: 'No me llamen El Rey, no soy El Rey'”.

Y es precisamente por esto que lo fue y lo sigue siendo. Pero como todo rey, su corte incluía individuos que querían aprovecharse de su cercanía para usurpar el poder. En este caso, el coronel Tom Parker, el agente que lo diera a conocer al mundo para luego arrebatárselo. Primero en vida al prohibir sus giras mundiales y después al influir en su trágico deceso.

Una historia tan compleja exige actuaciones de primer nivel. La presencia de Tom Hanks como el mencionado agente es garantía de calidad; más arriesgada fue la elección del joven Austin Butler como Elvis Presley. El actor, quien ya había trabajado con otros grandes como Quentin Tarantino en Había una vez en Hollywood (2019) y Jim Jarmusch en Los muertos no mueren (2019) realiza una labor más que cumplidora, es tan sobresaliente que le valió el aplauso y el agradecimiento de Priscilla y Lisa Marie Presley.

Como toque final, un formato que deja atrás los convencionalismos del biopic y que deambula inusualmente cerca del fantástico, como si de un auténtico cuento se tratase. Una genialidad que sólo podía ocurrírsele a alguien tan creativo como Baz Luhrmann.

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Mirando al futuro

Si Elvis se ha ganado la condición de biopic musical definitivo no es sólo por su grandeza narrativa, sino por la propia figura que aborda. Después de todo, se puede amar u odiar su música, pero pocos se atreverían a negar su condición de máxima leyenda. Un estatus tan grande que sólo podría ser desafiado por otra genialidad como The Beatles.

A pesar de ello, hay dos proyectos en el horizonte que bien podrían aspirar a usurpar la posición de honor. El primero es I Wanna Dance With Somebody que gira en torno a la talentosa e inolvidable Whitney Houston y que dirigido por Kasi Lemmons (Harriet, Talk To Me) y protagonizado por Naomi Ackie (Star Wars: El ascenso de Skywalker), nos adentrará en una de las historias más fascinantes y trágicas de la escena musical. El segundo es el biopic de Madonna que, dirigido por la propia cantante, con guion de Diablo Cody (Juno) y protagonizado por Julia Garner (Ozark), ahondará en la exitosa trayectoria de la Reina del Pop.

Tendremos que esperar para conocer sus respectivos destinos. De momento, el trono el biopic musical tiene dueño y el destino quiso que fuera El Rey. Un logro que refrenda el impacto imperecedero de alguien que hace mucho tiempo dejó de ser un músico para ser toda una leyenda.

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