Top Gun nunca fue la mejor película de la historia, de su década, ni siquiera de su año. Aún así ostenta el título de clásico imperecedero gracias a todas las sensaciones que generó en su momento. O mejor dicho coma que replicó. Las de una era de emoción, pero también de arrogancia ante el inminente desenlace de la Guerra Fría que resultó en una juventud americana que se creía capaz de comerse al mundo. Fue entonces cuando todos conocimos a Pete Mitchell, mejor conocido por todos por su nombre clave de Maverick: un piloto con sueños de gloria, pero sobre todo de velocidad y adrenalina, y que descubre de la peor manera una lección de camaradería y humildad en una existencia que siempre estará regida por el peligro.
Los tiempos han cambiado, pero en muchos aspectos todo sigue igual. Estados Unidos se mantiene como la primera potencia mundial, pero su posición esta vez no es amenazada por otra superpotencia, sino por enemigos más inciertos como el terrorismo o aquellos países enemigos con armamento nuclear. Sus jóvenes siguen codiciando el reconocimiento que brinda el conflicto armado, aunque eso sí, desde la seguridad que les brinda su avanzada tecnología bélica. Es precisamente por esto que, hoy más que nunca, el regreso de Mitchell parecía necesario para transmitir toda su experiencia a una nueva generación de pilotos, pero también de audiencias ansiosas por extender las alas y levantar el vuelo. Prestemos atención que es momento de escuchar a Maverick.