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Los ojos sobre el equipo que lleva más tiempo sin ganar un título: Puebla

Porque las maldiciones no desaparecen, se exorcizan en la cancha
vie 24 diciembre 2021 12:40 PM
Puebla-31-años-campeonato
La escuadra poblana lleva más de tres décadas sin levantar una copa.

Cruz Azul y Atlas sumaban 93 años sin campeonatos, 23 en el caso de la máquina y 70 de los rojinegros. Sequías que resultaron profundamente dolorosas y que les convirtieron en objetos de incontables mofas, pero que finalmente llegaron a su fin en este 2021. Pero todo aficionado de los deportes y muy especialmente de uno tan pasional como el futbol, sabe que las maldiciones nunca terminan, sólo cambian de manos. O en este caso, de estadio.

Si de años sin repetir un título se trata, los reflectores ahora se posan sobre el Puebla. Nunca ha presumido la etiqueta de grande, pero el hecho de acumular 31 años sin ganar una liga hoy pesa más que nunca al tratarse del club que más tiempo lleva sin volver a ser campeón en México de todos los que actualmente se encuentran en la Primera División. Un lejano recuerdo que sucedió en la temporada 1989-1990 bajo las órdenes de Manuel Lapuente.

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Más grave aún es que ni siquiera ha estado realmente cerca de lograrlo. Aunque ha contado con algunos equipos competitivos en estas más de tres décadas, la franja no juega una final desde la 1991-1992. Sabemos que todo puede pasar en nuestra Liga MX, pero a menos que las cosas cambien abruptamente, todo indica a que esta mala racha se extenderá por un buen rato.

Aunque si de nostalgia noventera se trata, nadie mejor que el Necaxa, siguiente en esta infame lista con 23 años. Más triste es la situación si recordamos que los rayos fueron un equipo dominante en los 90, lo que incluso les valió ser considerados el equipo de la década. Su último título llegó precisamente en este periodo, concretamente en el Invierno 98. La buena noticia para los rayos es que estas dos décadas han pasado a segundo término para el grueso del aficionado mexicano que aún recuerda con cariño la buena impresión del equipo en el primer Mundial de Clubes en el que se alzó con el tercer lugar tras derrotar al Real Madrid en penales.

Eternas maldiciones

De los 18 clubes que integran la primera división mexicana, hay cuatro cuyas vitrinas permanecen vacías desde su fundación. La situación no es realmente dramática para tres de ellos, ya que Atlético San Luis, Juárez FC. y Mazatlán no acumulan ni 10 años de existencia. Los primeros fueron fundados en 2013, los segundos en 2015 y los últimos apenas en 2020. No podemos decir lo mismo del cuarto, Querétaro, que fundado en 1950 y con 71 años de existencia no posee un solo título de liga. Una sequía que suele ser atribuida a la mayor maldición en toda la historia del futbol nacional: la Corregidora.

A diferencia del Azulgrana (1946) o el Olímpico Universitario (1952), el queretano es un estadio más bien joven al ser construido en 1985, por lo que apenas cuenta con 36 años de edad. Ni siquiera esto le salva de tener sus propias leyendas: una dice que quedó maldito tras la muerte accidental de un albañil durante su construcción; otra que sus cimientos se encuentran sobre el terreno de un viejo panteón; la última que el inmueble es habitado por el mismísimo diablo.

Estas creencias populares cobran cada vez más fuerza en el imaginario colectivo del aficionado mexicano y muy especialmente de todos aquellos cuyos equipos han recurrido a la Corregidora como sede. Y es que en sus casi cuatro décadas de existencia el inmueble acumula cuatro víctimas: las Cobras de Querétaro cuyo descenso en 1987 resultó en su desaparición; Atlante que descendió en 1990, los Gallos Blancos en 1994 y el TM Gallos Blancos en 1995 sin siquiera completar el año en primera división. A esto se suman las posteriores crisis que atravesó el Querétaro en distintas circunstancias, ya fuera su compra y desaparición por parte de la Federación Mexicana de Futbol ante las sospechas de crimen organizado en el club en 2004 o sus descensos en 2007 y 2013, destacando que este último no se concretó del todo por la compra de los Jaguares de Chiapas. Un hecho que en su momento llevó al club a ser apodado como los “Jaguallos”.

Han pasado casi ocho años desde la última vez que el Querétaro o cualquier otro club perdiera la categoría en la Corregidora. Aun así nadie se atrevería a decir que la maldición ha terminado, sino que más bien está en espera de una nueva víctima.

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Maldición tricolor

Hubo un tiempo en que los penales eran la maldición por excelencia de nuestra selección nacional. La creencia nació en el Mundial de México 1986, cuando el tricolor que partía como favorito por su franco desarrollo y su localía, cayó frente a Alemania en cuartos de final por la vía de los once pasos. Se afianzó en el de Estados Unidos 1994 cuando una de nuestras generaciones más brillantes perdió del mismo modo ante una Bulgaria desgastada por el calor. El miedo al manchón penal se consolidó sólo un año después durante la Copa América, cuando para colmo de males se perdió ante la selección de las barras y las estrellas. Las tres tandas citadas coincidieron en que nuestros tirados sólo pudieron anotar en una ocasión.

Las sensaciones empezaron a cambiar con la Copa América 1999, cuando la selección mexicana dirigida por Manuel Lapuente derrotó a su similar de Perú por esta misma vía, cobrando además con gran autoridad. Hoy día resulta difícil decir si la maldición de los penales se ha ido para siempre, pues el Tri mayor tiene un saldo de seis ganados y seis perdidos, mientras que el de todas las categorías es de diez ganados y diez perdidos. Eso sí, las últimas tandas no han sido favorables para los nuestros, con derrotas en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y en los Olímpicos de Tokio 2020.

La actual gran maldición de la selección mexicana de futbol es la del quinto partido, que ya trasciende fronteras para ser conocida en varios países del mundo. Todos la conocemos bien: siete mundiales consecutivos cayendo en octavos de final y quedándose sólo con las ganas de llegar al famoso quinto partido. Un anhelado encuentro sólo se ha alcanzado en México 1986, siendo Bulgaria el único equipo al que se le ha ganado un encuentro de eliminación directa en estos torneos.

Más trágico es el hecho que cada una de las eliminaciones ha venido acompañada de una dolorosa peculiaridad. Los citados penales en Estados Unidos 1994; la falla de Luis Hernández que pudo representar el 2 a 0 frente a Alemania en Francia 1998; la humillación de caer frente a Estados Unidos en Corea/Japón 2002; el titánico gol de Maxi Rodríguez con el que sucumbimos ante Argentina en Alemania 2006; el evidente fuera de juego con el que Argentina abrió el marcador y que fuera proyectado además en las pantallas gigantes de Sudáfrica 2010 y el infame el (no era) penal de Holanda en Brasil 2014. La gran excepción se dio en Rusia 2018 cuando se perdió frente a Brasil sin poner gran resistencia.

Y claro, las maldiciones de los rivales. Alemania y Argentina suelen ser vistos como nuestros principales verdugos, los germanos por las ya mencionadas eliminaciones en México 1986 y en Francia 1998; los albicelestes por las referidas de Alemania 2006 y Sudáfrica 2010, así como otras en la Copa América de Ecuador 1993 y la Copa Confederaciones de Alemania 2005. Hay quienes temen que Estados Unidos pueda sumarse a esta lista tras las tres derrotas consecutivas padecidas en los últimos meses, pero tranquilos, que las tendencias históricas más recientes indican que estos resultados no son más que consecuencias del balance de poder en la zona de CONCACAF.

¿Superstición o realidad? A veces es difícil distinguir la diferencia. La única certeza es que las maldiciones en el deporte son muchas y sólo nos queda seguir apoyando para que nuestros equipos puedan terminar con cada una de ellas.

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