Maldición tricolor
Hubo un tiempo en que los penales eran la maldición por excelencia de nuestra selección nacional. La creencia nació en el Mundial de México 1986, cuando el tricolor que partía como favorito por su franco desarrollo y su localía, cayó frente a Alemania en cuartos de final por la vía de los once pasos. Se afianzó en el de Estados Unidos 1994 cuando una de nuestras generaciones más brillantes perdió del mismo modo ante una Bulgaria desgastada por el calor. El miedo al manchón penal se consolidó sólo un año después durante la Copa América, cuando para colmo de males se perdió ante la selección de las barras y las estrellas. Las tres tandas citadas coincidieron en que nuestros tirados sólo pudieron anotar en una ocasión.
Las sensaciones empezaron a cambiar con la Copa América 1999, cuando la selección mexicana dirigida por Manuel Lapuente derrotó a su similar de Perú por esta misma vía, cobrando además con gran autoridad. Hoy día resulta difícil decir si la maldición de los penales se ha ido para siempre, pues el Tri mayor tiene un saldo de seis ganados y seis perdidos, mientras que el de todas las categorías es de diez ganados y diez perdidos. Eso sí, las últimas tandas no han sido favorables para los nuestros, con derrotas en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y en los Olímpicos de Tokio 2020.
La actual gran maldición de la selección mexicana de futbol es la del quinto partido, que ya trasciende fronteras para ser conocida en varios países del mundo. Todos la conocemos bien: siete mundiales consecutivos cayendo en octavos de final y quedándose sólo con las ganas de llegar al famoso quinto partido. Un anhelado encuentro sólo se ha alcanzado en México 1986, siendo Bulgaria el único equipo al que se le ha ganado un encuentro de eliminación directa en estos torneos.
Más trágico es el hecho que cada una de las eliminaciones ha venido acompañada de una dolorosa peculiaridad. Los citados penales en Estados Unidos 1994; la falla de Luis Hernández que pudo representar el 2 a 0 frente a Alemania en Francia 1998; la humillación de caer frente a Estados Unidos en Corea/Japón 2002; el titánico gol de Maxi Rodríguez con el que sucumbimos ante Argentina en Alemania 2006; el evidente fuera de juego con el que Argentina abrió el marcador y que fuera proyectado además en las pantallas gigantes de Sudáfrica 2010 y el infame el (no era) penal de Holanda en Brasil 2014. La gran excepción se dio en Rusia 2018 cuando se perdió frente a Brasil sin poner gran resistencia.
Y claro, las maldiciones de los rivales. Alemania y Argentina suelen ser vistos como nuestros principales verdugos, los germanos por las ya mencionadas eliminaciones en México 1986 y en Francia 1998; los albicelestes por las referidas de Alemania 2006 y Sudáfrica 2010, así como otras en la Copa América de Ecuador 1993 y la Copa Confederaciones de Alemania 2005. Hay quienes temen que Estados Unidos pueda sumarse a esta lista tras las tres derrotas consecutivas padecidas en los últimos meses, pero tranquilos, que las tendencias históricas más recientes indican que estos resultados no son más que consecuencias del balance de poder en la zona de CONCACAF.
¿Superstición o realidad? A veces es difícil distinguir la diferencia. La única certeza es que las maldiciones en el deporte son muchas y sólo nos queda seguir apoyando para que nuestros equipos puedan terminar con cada una de ellas.