Para hablar del único campeonato rojinegro, hay que remontarse al 22 de abril de 1951, cuando frente a Chivas, Atlas ganó la estrella que todavía permanece solitaria en su historial de Ligas conquistadas, y que marcó un parteaguas en la histórica rivalidad frente al Club Deportivo Guadalajara, las Chivas.
La última final disputada por Atlas fue la del Torneo de Verano 1999, con Ricardo La Volpe como entrenador
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Sin duda Atlas se sumerge en la esperanza, en el aliento de su fiel afición, en el argumento futbolístico que los hizo terminar como sublíderes el torneo e incluso en las cábalas, porque después de tanto tiempo sin coronarse, con el ejemplo de resiliencia cruzazulina muy fresco, cualquier maldición parece eliminable.
¡Goya, goya!
Por su parte, Pumas sigue en ese sube y baja que marca su historia reciente. Después de una década del 2000 sumamente prolífica, con títulos nacionales, exposición internacional y una formación de jugadores nutritiva, suma 10 años sin ser campeón de México, con dos finales perdidas de por medio, pocos jóvenes exportados a la élite del futbol mundial y una afición que parece ir a la baja en volumen.
Las dos finales más recientes disputadas por Pumas quedaron en manos de su rival. En el Apertura 2015, ante Tigres, y en el Guard1nes 2020, contra León (curioso es que, en la otra llave semifinal están estos dos equipos). La última corona auriazul llegó en el Clausura 2011, cuando vencieron al extinto Monarcas Morelia, con Guillermo Vázquez Jr. en el banquillo.
Si bien Pumas suele acceder a la Liguilla, o no acumular muchos años sin jugarla, llegar a semifinales no es muy común para ellos, y con siete títulos en sus vitrinas (uno menos que León), la oportunidad no puede desperdiciarse.