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La obsesión del género de acción con la Navidad

Porque ninguna navidad está completa sin un poco de emociones fuertes…
dom 28 noviembre 2021 01:28 PM
CIne-Navidad
La navidad se convierte en un marco para películas de acción.

Duro de matar (1988) siempre ha sido una película de acción, pero su trasfondo ha provocado que muchas personas también la consideren navideña. El debate en torno a esta etiqueta fue tan intenso e incluso llegó a oídos de su guionista Steven de Souza quien no dudó en avalar la etiqueta. Hoy día cada vez son más los que incluyen al título entre los clásicos indispensables de la temporada e incluso hay quienes dicen que los festejos decembrino sólo pueden comenzar cuando Hans Gruber cae de la Plaza Nakatomi.

Aunque la de Bruce Willis es el ejemplo por excelencia, para nada es la única cinta que ha fusionado la acción con la Navidad. Otros ejemplos son Arma mortal (1987), Batman regresa (1992), Memoria explosiva (1996), Iron Man 3 (2013) y ahora Hawkeye, la nueva serie de Disney Plus que adentra al arquero titular en las celebraciones decembrinas. La experiencia nos dice que se trata de una mezcla divertida y bastante popular, pero admitámoslo, tan improbable que deambula cerca de lo incomprensible. ¿De dónde nace la comunión?

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Para entenderla primero hay que profundizar en las bases del género. Aunque la acción ha estado presente en numerosas películas desde los albores de la industria, el llamado cine de acción es más bien joven. Es descendiente directo de la aventura y el thriller, pero su desarrollo no comenzó sino hasta los 1970 apoyado por el auge de los stunts, los efectos visuales y una camada de actores que se convertiría en su primera gran generación de héroes.

Era emocionante y adrenalínico, pero de bases narrativas más bien primarias. Personajes inmersos en situaciones de vida o muerte, no sólo para ellos sino para amplios sectores de la sociedad, las cuales son superadas contra todos los pronósticos. Resoluciones que además no se logran con el diálogo o la reflexión, sino con violencia, combates, persecuciones y toda clase de proezas físicas. Es por esto que muchos señalan estos proyectos por su falta extrema de realismo.

Estas acusaciones, aunadas a la evolución propia de todos los géneros cinematográficos, le hicieron buscar cruces que expandieran sus posibilidades. Si la comedia fue el más sobresaliente se debió principalmente al juego de contrastes plasmados en hombres rudos sumidos en situaciones absurdas. Una combinación exitosa pero que siempre ha batallado por encontrar el balance, lo que ha resultado en dos extremos: películas de acción demasiado ligeras o caso contrario, demasiado serias.

Y entonces, como si de un milagro decembrino se tratara, la Navidad fue añadida a la fórmula. Un ingrediente que contra todos los pronósticos ha dejado algunos de los grandes referentes del género de todos los tiempos.

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Los héroes se incorporan a las fiestas

¿Recuerdan que anteriormente destacamos que la acción era descendiente de la aventura y el thriller? Bien, pues una parte importante de este legado incluye el interés navideño. Sólo hay dos antecedentes, pero ambos son fundamentales para este desarrollo y además son bien conocidos por todos: 007: Al servicio su majestad (1969) y Los tres días del cóndor (1975). No esperen muestras de felicidad, espiritualidad, ni amor al prójimo, sino reflexiones maduras en torno a la vida, la muerte, el pasado y el futuro. Una noción que se ve fortalecida por la presencia de personajes trágicos, como el primer James Bond que pierde a un interés amoroso en su misión y un individuo que busca respuestas de manera desesperada tras el misterioso asesinato de todo el personal de su oficina.

Este trasfondo, ignorado por tantos hasta nuestros días, no pasó desapercibido para Shane Black, el creativo que mejor ha comprendido las posibilidades narrativas de la combinación. “La Navidad representa un pequeño tartamudeo en la marcha de los días, un silencio en el que tenemos la oportunidad de evaluar retrospectivamente nuestras vidas”, explicó en su momento a EW. “Tiendo a pensar también que solo informa como telón de fondo. La primera vez que me di cuenta de que era Los tres días del cóndor, la película de Sydney Pollack, donde la Navidad al fondo agrega este contrapunto realmente extraño y escalofriante a la trama del espionaje. También creo que la Navidad es solo una cosa hermosa, especialmente en lugares como Los Ángeles, donde no es tan obvio y hay que buscarla, como pequeñas pepitas. Una noche, en la víspera de Navidad, pasé junto a un carromato mexicano que servía tacos, y vi esta pequeña cuerda y en ella había una figurita de plástico rota, con una bombilla en su interior de la Virgen María. Y pensé que eso era solo una pequeña pieza de magia escondida. Ya sabes, por toda la ciudad hay pequeñas porciones, pequeños íconos de la Navidad, que son tan efectivos y hermosos en sí mismos como cualquier árbol de Navidad de 40 pies en el césped de la Casa Blanca. Entonces esa, en muchas palabras, es la respuesta”.

Y pocos han plasmado estas inusuales porciones de magia con tanta destreza. Después de todo, es fácil relacionar la Navidad con los árboles, los regalos y ese simpático gordo vestido de rojo, ¿pero dónde quedan todos aquellos solitarios que han perdido a alguien? No por nada las tasas de suicidio aumentan drásticamente en estas fechas. Arma mortal ahonda en el tema con una trama ubicada en pleno diciembre y que nos introduce a Martin Riggs (Mel Gibson), un detective que coquetea con la posibilidad de quitarse la vida tras la pérdida de su esposa y que sólo reencuentra la alegría con su compañero Roger Murtaugh (Danny Glover) convertido en su nueva familia.

Ni qué decir de las posibilidades humorísticas, que en buenas manos dan exquisitas dosis de humor negro y múltiples picos de adrenalina para un público que no sabe qué esperar. Tal es el caso de Memoria explosiva, con una amnésica y muy navideña Samantha Caine (Geena Davis), quien está convencida que es una chef hasta que se descubre usando sus cuchillos para apuñalar en la cabeza a un individuo que ataca a su familia. Sin duda, una cena muy inusual.

Aunque claro, si hay una película que perfeccionó el arte de mezclar acción y Navidad es la anteriormente mencionada Duro de matar. La cinta nos introduce con una pareja quebrada que sólo reencuentra el camino cuando él, un policía obsesionado con su trabajo, debe rescatar a su esposa tomada como rehén por un grupo de peligrosos terroristas. Una trama espectacular que convirtió a Bruce Willis en un pilar indispensable del género, pero también en el retrato de un hombre que sólo descubre el valor de su familia cuando está a punto de perderla. Mensajes que para nada descuidan el humor negro plasmado en el cadáver de un sicario decorado con un gorro navideño y con la mítica frase “Now I have a machine gun. Ho, ho, ho”.

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Nuevas fronteras navideñas

El cine es un arte en continua evolución y la acción no es la excepción, que del one-man army saltó al terreno del superhéroe. Y si el hombre rudo por excelencia ha cruzado caminos con la Navidad en más de una ocasión, ¿por qué los grandes guerreros del cómic no habrían de hacerlo? Después de todo, la historia nos dice que estos personajes cuentan con una altísima carga simbólica que puede potenciarse en las condiciones adecuadas.

Ahí está Bruce Wayne en "Batman regresa", un temido vigilante, pero también un individuo atormentado por el asesinato de sus padres, su soledad y la noción de no tener a nadie para compartir su vida. Ni sus fiestas, recordando que las acciones se desarrollan en pleno diciembre. Estas sensaciones encuentran un ligero rayo de esperanza cuando el encapotado se cruza con la no menos afligida Gatúbela, quien termina convirtiéndose en lo más cercano a una pareja. Un clásico absoluto del subgénero, pero también del cine navideño con la distorsión simbólica de tantos elementos como el árbol navideño cuyo encendido se ve aquejado por millares de murciélagos o el lengüetazo felino como reemplazo de un beso bajo el muérdago. Todo esto además, magnificado por la reflexión final que desea una “feliz navidad. Y buena voluntad a los hombres… y las mujeres”.

Pasaron muchos años para que el cine de superhéroes repitiera la fórmula con Iron Man 3. Otro huérfano, solitario y en este caso es abatido por un adversario superior, y quien contra todos los pronósticos encuentra las respuestas a sus problemas en un niño indefenso que le ayuda a repararse a sí mismo. Una cinta menor dentro del Marvel Cinematic Universe, pero clave para entender los cambios del superhéroe en la Fase 3 de la franquicia. ¿O es que acaso nadie ha notado que la obsesión del hombre de hierro con la familia comenzó después de esta tercera y muy ignorada entrega?

Ahora es turno de Hawkeye, el Vengador que merecía más y que busca su gran oportunidad en el mundo de las series. Su irrupción en el mundo navideño no es casualidad, sino un reflejo simbólico de dos mundos que nunca ha podido embonar del todo: el deber y la familia. Todos conocemos sus hazañas en el campo de batalla, pero no menos fascinantes han sido los dilemas enfrentados desde Avengers: Era de Ultrón (2015), que se magnificaron con su encarcelamiento en Capitán América: Civil War (2016) y alcanzaron la tragedia en Avengers: Endgame (2019). ¿Será que la Navidad le dará la tan anhelada paz tras varios años tratando de jubilarse?

La Navidad representa la búsqueda de paz, amor y hermandad. Valores que pueden encontrarse por la vía espiritual, pero cuando esto no funciona, la experiencia cinematográfica dice que unos buenos golpes pueden ayudar a concretar el objetivo.

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