El tatuaje es más que una moda pasajera. Los registros señalan que la práctica comenzó en el neolítico y que ha sobrevivido ante la necesidad humana de expresarse, lo que va desde las creencias religiosas y las grandes hazañas, hasta la forma de pensar o la identidad propia. Esta misma evolución ha provocado cambios en diseños y técnicas que ahora parecen destinados a dar un nuevo salto con el desarrollo del tatuaje eléctrico.
Los orígenes del también llamado e-tattoo o tatuaje digital se remontan al 2003 cuando un grupo de investigadores de la Universidad de Tokio diseñó la primera piel eléctrica flexible. Esto porque, a diferencia del tatuaje convencional, estas modalidades no requieren de agujas ni tintas, al tratarse de una delgadísima piel sintética adherible equipada con circuitos eléctricos. Actualmente la mayoría de sus usos se limitan a la medicina, como biomarcadores para señalar el ritmo cardiaco, la presión arterial y los niveles de azúcar. Algunos de ellos ni siquiera son eléctricos, sino que reaccionan a los componentes químicos de fluidos corporales como el sudor. Aun así, la tendencia promete cambiar en un futuro no muy lejano.