"La zona de Chernóbil ya es una atracción célebre en todo el mundo", indica Maksym Polivko, de 38 años, un guía profesional.
"Por desgracia, este lugar no tiene estatus oficial", continúa, esperando una ayuda para el "desarrollo de infraestructuras turísticas".
Detrás de la idea de inscribir la zona de exclusión de Chernóbil en la UNESCO se encuentra el nuevo ministro de Cultura, Oleksandre Tkachenko.
"Es uno de los territorios más emblemáticos de Ucrania" y hay que "preservarlo para la humanidad", señala el funcionario.
En caso de éxito, Chernóbil se unirá así al mausoleo de Taj Mahal en India, al santuario de Stonehenge en Inglaterra o a la abadía del Monte Saint-Michel en Francia.
Del tamaño de Luxemburgo, la zona de exclusión de Chernóbil rodea en un radio de 30 kilómetros la central, cuyo cuarto reactor explotó el 26 de abril de 1986 contaminando, según algunas estimaciones, hasta tres cuartas partes de Europa.
Después de haber intentado ocultar el accidente, la URSS, de la que entonces formaba parte Ucrania, reconoció finalmente su magnitud y evacuó a cientos de miles de personas.
Igualmente movilizó a decenas de miles de "liquidadores", con medios de protección rudimentarios, para construir un sarcófago alrededor del reactor e intentar limpiar las zonas contaminadas.