En México se puede morir tres veces, sobre todo si eres mujer. A Marisela Escobedo le robaron la vida por primera vez en 2008, cuando desapareció su hija Rubí y pronto descubrió que el novio había sido el asesino. Luego, dos años después, cuando Sergio Rafael Barraza Bocanegra fue absuelto pese haber confesado el crimen y ofrecido disculpa a Marisela frente a los jueces —una escena de terror y corrupción que sobrepasan el absurdo pero que pinta la realidad de la impartición de justicia en México— y, finalmente, el 16 de diciembre de 2010, cuando a las puertas del Palacio de Gobierno de Chihuahua, fue abatida con un disparo en la cabeza, mientras exigía justicia por su hija fallecida.
Por estas razones pueden matar tres veces a una misma mujer en México
“La violencia está muy metida en nuestra sociedad, porque hay colusión por parte de las autoridades”, dice Laura Woldenberg, productora del documental de Netflix Las tres muertes de Marisela Escobedo. “Se suman capas de corrupción y podredumbre que hacen que esto no tenga vuelta atrás y se vuelva una bomba de tiempo. Espero que el documental nos ponga a reflexionar sobre el acceso a la justicia”.
Marisela Escobedo, por su persistente activismo al caminar por varias ciudades de México con la imagen de su hija Rubí exigiendo justicia, se tornó en el rostro de un problema que hace una década se creía sólo afectada a Ciudad Juárez. “Vemos una falta de acceso a la justicia tremenda en donde claramente no estamos mejorando. Las muertes de Juárez era como un caso aislado, que nadie entendía, medio misterioso, pero pues hoy en día nos damos cuenta que no es un problema que se extendió a todo el país”, señala Laura y subraya que según la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos esta crisis ha aumentado porque ahora se registran 10 feminicidios diarios.
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El documental Las tres muertes de Marisela Escobedo , según su director Carlos Pérez- Osorio, pretende humanizar las cifras, que es quizá la forma más efectiva de concientizar sobre una problemática. “Queremos que la gente se pueda conmover y empatizar con la lucha de una familia y que entiendan lo qué es lo que pasa adentro una mujer y madre que lucha contra todo”, dice Pérez-Osorio. “Ésta es la manera en la que todos podemos encontrar la capacidad de indignarnos y de entender que nosotros podemos ser los siguientes. Esto no es ajeno a nadie y si nosotros no nos preguntamos con este documental que haría yo en esta situación, no vamos a poder entender y ayudar a quienes están en esta lucha”.
Para la realización se tuvo acceso a entrevistas con los hermanos e hijos de Rubí y Marisela. Es, por esto, además de una documental que desde una historia personal retrata un problema sistemático de impartición de justicia y descomposición del tejido social, es una retrato duro pero objetivo de cómo la violencia erosiona y hasta exilia a las víctimas.
“Juan Manuel, hermano de Rubí e hijo de Marisela, es un hombre que admiro mucho y entiendo que ha tenido un viaje personal muy duro”, explica Carlos. “Es un hombre que no se ha detenido y esto ha tenido un alto costo personal para él, pero ha entendido que se debía librar del odio para poder seguir viviendo. Para mí conocer a Juan Manuel es una inspiración y agradecido por habernos tenido la confianza para contar sus historia. Creo que es muy valiente porque sabe que hay mucha gente en su situación que necesita escucharlo”.
Tanto Laura Woldenberg como Carlos Pérez-Osorio desean que, a una década del infame asesinato de Marisela Escobedo y con el caso aún abierto —actualmente en la Corte Interamericana de Derechos Humanos—, el documental sirva como herramienta de presión mediática para que estos crímenes no permanezcan impunes.
“Sí, esperaríamos que tuviera una repercusión jurídica”, dice Carlos. “Esperamos que el documental pueda reavivar este caso para presionar a las autoridades para que den respuestas, porque eso es lo que necesitamos como sociedad. Tenemos que presionar a las autoridades para que no barran debajo de la alfombra”.